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21 abril 2025

Los Mahatmas Teosóficos, por H.P.B.

Lago Gokyo, Nepal
Por © Vyacheslav Argenberg / http://www.vascoplanet.com/, CC BY 4.0, https://commons.wikimedia.org

 Artículo publicado originalmente en inglés (“The Theosophical Mahatmas”) en la revista The Path, vol. I, diciembre de 1886, número 9. La traducción al castellano se basa en la aparecida en la revista Zanoni, marzo de 1922 -época II, número 3-.

 

"CON profunda pena, aunque no con sorpresa, pues hace años que estoy preparada para semejantes declaraciones, he leído en el Occult Word de Rochester, publicado por Mrs. I. Claver, Presidenta de la Sociedad Teosófica de aquel punto, un artículo, escrito por ella y por Mr. W. T. Brown. El repentino cambio de sentimiento es quizás natural en una señora que jamás ha tenido las oportunidades de que ha gozado Mr. Brown; así es que, cuando dice que después de «un gran deseo de ser puestos en comunicación con los Mahatmas Teosóficos, hemos llegado a la conclusión de que es inútil dirigir los ojos psíquicos hacia los Himalayas», pone de manifiesto un sentimiento de que indudablemente participan muchos teosofistas.

 Si las quejas son justificadas, y si es a los Mahatmas o a los teosofistas a quienes debe dirigirse el cargo, es cuestión que está por resolver. Pendiente durante algunos años, tiene que decidirse ahora, puesto que los dos querellantes declaran, bajo su firma, que nosotros (ellos) no necesitamos correr tras de Místicos Orientales que declaran su incapacidad para ayudarnos. Esta última frase debe examinarse seriamente, y yo reclamo el privilegio de hacer algunas observaciones sobre ella.

 Comienzo declarando que el tono de todo el artículo es el de un verdadero manifiesto. Sintetizado y expurgado de su exuberancia de expresiones bíblicas, llega a esta declaración retumbante: «Hemos llamado a su puerta, y no nos han contestado; les hemos pedido pan, y nos han negado hasta una piedra». La acusación es muy seria; pero ni es justa ni veraz, y esto es lo que me propongo demostrar.

 Como yo fui la primera que hizo pública en los Estados Unidos la existencia de nuestros Maestros, y declaré los nombres santos de dos miembros de una fraternidad, hasta entonces desconocida tanto en Europa como en América (salvo para algunos místicos e Iniciados), nombres venerados, sin embargo, en todo el Oriente, y especialmente en la India; cuya publicidad fue causa de la especulación vulgar y la curiosidad se sobrexcitasen, dando por resultado final el que el público los negase, creo que es deber mío recusar la aptitud del último para explicar la situación de las cosas, pues me considero como la principal culpable. Con esto podrá hacerse quizás bien a algunos e interesar a otros.

 Y no se crea que me presento como campeona o defensora de aquellos que con toda seguridad no necesitan de defensa alguna. Lo que me propongo es presentar hechos sencillos para que se juzgue la situación por sus propios méritos A las terminantes afirmaciones de nuestros hermanos y hermanas, de que han estado «viviendo de cortezas», y andando a caza de dioses extranjeros, sin que les fuera concedida la admisión, yo preguntaría a mi vez y bien claramente: ¿Estáis seguros de haber llamado a la puerta que debíais? ¿Estáis seguros de no haberos extraviado en vuestro camino, «deteniéndoos con frecuencia, durante vuestra jornada, en puertas extrañas, tras de las cuales están en acecho los más fieros enemigos de aquellos a quienes andáis buscando?». Nuestros MAESTROS no son «dioses celosos»; son simplemente santos mortales, más elevados, sin embargo, moral, intelectual y espiritualmente, que nadie en este mundo. Pero por santos que sean y por adelantados que estén en la ciencia de los Misterios, son hombres todavía y miembros de una Fraternidad, a cuyas leyes y reglas, sancionadas por el tiempo, son los primeros en mostrarse obedientes. Una de las primeras reglas exige que los que comienzan su jornada hacia Oriente, como candidatos a la notoriedad y favores de los guardianes de los Misterios, marchen por el camino recto, sin entretenerse en las encrucijadas y sendas transversales, para no unirse a otros Maestros, Profesores de la Ciencia de la Izquierda; se exige asimismo que se tenga confianza y que se den muestras de fidelidad y de paciencia, amén de otras varias condiciones. Si se falta a todo esto desde el principio hasta el fin, ¿qué derecho tiene ningún hombre para quejarse de que los Maestros no le ayuden? Ciertamente «Los Guardianes del umbral están dentro».

Desde el momento en que un teosofista quiere convertirse en candidato, ya para el chelado (1), ya para la obtención de favores, debe tener en cuenta el pacto mutuo, tácita y formalmente estipulado entre ambas partes; y tal pacto es sagrado. Es un compromiso de siete años de prueba. Si durante este tiempo, no obstante las muchas faltas y equivocaciones del candidato (salvo dos que no es necesario especificar aquí) permanece ante cada tentación fiel al Maestro escogido o a los Maestros en general (en el caso de los candidatos laicos), y fiel también a la Sociedad fundada conforme a sus deseos y a sus órdenes, entonces el teosofista será iniciado, y se le permitirá en adelante comunicarse con su gurú sin reservas; y todas sus faltas, salvo las indicadas, pueden ser pasadas por alto pues corresponden a su Karma futuro, y por de pronto pueden dejarse a la discreción y juicio del Maestro. Él sólo tiene el poder de juzgar si durante aquellos largos años, a pesar de sus errores y pecados, deberá ser favorecido el chela con la comunicación de su gurú. Esto último, completamente enterado de las causas y motivos que han conducido al candidato a pecados de omisión y de comisión, es el único que puede juzgar la conveniencia de animarle o dejarle de animar; como que él únicamente tiene títulos para decidirlo, viéndose él mismo bajo la ley inexorable de Karma, de la cual nadie, desde el zulú hasta el arcángel más elevado puede escapar, y además, porque él tiene que asumir la gran responsabilidad de las causas creadas por él mismo.

 Así es que, la condición principal y la única indispensable que se exige al candidato o chela en el período de prueba es simplemente la fidelidad absoluta al Maestro escogido y a sus propósitos. Esto es una condición sine qua non. No por razón, como he dicho ya, de un sentimiento de celos, sino sencillamente porque, «rota la relación magnética existente entre los dos, el restablecerla representa una dificultad doble»; y no es justo ni propio que los Maestros empleen sus poderes en provecho de aquellos, cuya conducta futura y deserción final pronostican ellos con frecuencia de un modo bien claro. Y, sin embargo, ¡cuántos son los que, esperando lo que yo llamaría «favores anticipados», al considerar chasqueados, en vez de repetir humildemente mea culpa, acusan a los Maestros de egoísmo y de injusticia! ¡Acaso quebranten deliberadamente diez veces por año el lazo de conexión, y no obstante, esperan cada vez que se restablezca según las antiguas líneas!

Conozco yo a un teosofista, a quien no nombraré, si bien espero que se reconozca a sí mismo, joven, tranquilo, inteligente, místico por naturaleza, que en su mal aconsejado entusiasmo e impaciencia, cambió de Maestros y de ideas una media docena de veces en menos de tres años. Primero, él mismo se ofreció, fue aceptado a prueba y tomó el voto del chelado; cosa de un año después, se le ocurrió casarse, a pesar de que había tenido varias pruebas de la presencia corpóreas de su Maestro, y le habían sido concedidos varios favores. Habiendo fracasado sus proyectos de matrimonio, buscó «Maestros» bajo otros climas, y se convirtió en un Rosacruz entusiasta; después volvió a la Teosofía como un místico cristiano; luego, trató de nuevo de endulzar sus austeridades con una mujer; abandonó más tarde la idea, y se hizo espiritista; y habiendo vuelto a pedir que se le aceptase de nuevo como chela» (tengo yo su carta), a lo cual su Maestro permaneció silencioso, renunció a él por completo, para buscar, según sus propias palabras, a su «antiguo Maestro Esenio, y hacer experiencia con los espíritus en su nombre».

 La hábil y respetada editora del Ocult Word y su secretario, tienen razón; han escogido el verdadero camino, en el cual, con una pequeñísima dosis de fe ciega, pueden estar seguros de no encontrar decepciones ni disgustos, «Es muy agradable para algunos de nosotros» -dicen- «responder al llamamiento del Hombre de Tristezai, que no rechaza a nadie por indigno o porque no haya atesorado cierta porción de mérito personal». ¿Cómo lo saben ellos? A menos de que acepten el dogma cínicamente horrible y pernicioso de la Iglesia protestante, que enseña el perdón del más negro de los crímenes, con tal que el criminal crea sinceramente que la sangre de su «Redentor» le ha salvado en su última hora. ¿Qué es esto más que fe ciega antifilosófica? El emocionalismo no es la filosofía, y Buddha consagró precisamente su larga vida de sacrificio para arrancar de los hombres aquella superstición generadora de mal. ¿Por qué hablar de Budda, pues, al mismo tiempo? La doctrina de la salvación por el mérito personal y el olvido de sí mismo, es la piedra angular de la doctrina de Buddha. Los dos referidos escritores pueden haber ido, y es muy probable que hayan ido a «casa de dioses extranjeros»: pero no eran éstos nuestros MAESTROS.

 Dicen: «Le han negado tres veces», y proponen «con los pies ensangrentados y espíritu humillado, pedir que Jesús nos tome (a ellos) una vez más bajo sus alas», etc. El «Maestro Nazareno es seguro que les complacerá. Sin embargo, tendrán que vivir de cortezas y fe ciega». Pero en esto ellos son los mejores jueces, y nadie tiene derecho a inmiscuirse en sus creencias privadas. Quiera el cielo que en su resentimiento, no se conviertan un día en nuestros peores enemigos.

 Después de todo -y esto va dirigido a aquellos teosofistas que se hayan disgustados con la Sociedad en general- nadie les ha hecho jamás promesas imprudentes, y menos aún ni la Sociedad ni sus fundadores, han ofrecido a los «Maestros» como premio a los que mejor se conduzcan. Durante algunos años, se ha dicho a cada uno de los nuevos miembros que nada se le prometía, sino que todo tenía que esperarlo de su propio mérito personal. Al teosofista se le deja libre y árbitro de sus acciones. Siempre que se encuentre disgustado aha tentanda via, etc.; no existe el menor inconveniente en buscar por otro lado, a menos que uno mismo se haya ofrecido y se haya decidido a conquistar los favores de los Maestros.

A los de esta última clase me dirijo ahora y les pregunto: ¿Habéis cumplido vuestras obligaciones y compromisos? Vosotros, que quisierais echar toda la culpa sobre la Sociedad y los Maestros (que son la encarnación de la caridad, de la tolerancia, de la justicia y del amor universal), ¿habéis «llevado la vida» requerida y cumplido las condiciones que se exigen al que quiere convertir se en candidato? Aquel que en su corazón y en su conciencia sienta que así lo ha hecho; aquel que esté seguro de no haber faltado seriamente, de no haber dudado jamás de la sabiduría de su maestro, de no haber buscado en su impaciencia otro u otros Maestros para hacerse Ocultista con poderes, y de no haber hecho traición nunca a sus deberes teosóficos, ni aun en pensamiento, que se levante y proteste. Sin el menor temor puede hacerlo; no existe para ello castigo alguno, y no recibirá ni siquiera una censura, y menos aún el ser excluido de la Sociedad, que es la más amplia, la más liberal en sus opiniones, y la más católica de cuantas se conocen o están por conocer. Pero temo que mi invitación quede sin respuesta. Durante los once años de existencia de la Sociedad Teosófica, de los setenta y dos chelas regulares aceptados a prueba y de los centenares de candidatos laicos, sólo he conocido tres hasta la fecha que no hayan caído, y uno solamente que haya obtenido un éxito completo. Nadie obliga a nadie a hacerse chela; nada se promete, nada, excepto el mutuo compromiso entre el maestro y el que pretende llegar a ser chela. En verdad, en verdad, muchos son los llamados y pocos los escogidos; o más bien, pocos son los que tienen la paciencia necesaria para ir hasta el fin de las dificultades, si es que podemos llamar dificultad a la simple perseverancia y unidad de propósito. ¿Y qué diremos de la Sociedad en general, a excepción de la India? ¿Quién entre los muchos millares de miembros viven la vida? ¿Dirá alguno acaso que porque es vegetariano estricto (los elefantes y las vacas también lo son), o porque es todavía célibe, después de una juventud borrascosa en la dirección opuesta, o porque estudia el Bhagavatd-Gita o la «Filosofía Yoga» desde el principio hasta el fin, es teosofista «según el corazón de los Maestros?». Así como el hábito no hace al monje, así tampoco el pelo largo y una vaguedad poética en la frente, son suficientes para hacer un secuaz fiel de la Sabiduría Divina. Mirad en torno vuestro y contemplad la llamada Fraternidad UNIVERSAL. ¿En qué se ha convertido en Europa y en América, durante estos once años de prueba, la Sociedad fundada para poner remedio a los males escandalosos del cristianismo, para destruir el fanatismo y la intolerancia, la hipocresía y la superstición, y para cultivar el verdadero amor universal, extendiéndolo hasta los animales mismos? En una cosa solamente hemos logrado que se nos considere más que a nuestros hermanos los cristianos, los cuales según la expresión gráfica de Lawrence Oliphant, se matan unos a otros fraternalmente, y se baten como demonios por el amor de Dios; y esta cosa es, que hemos dado al traste con todos los dogmas, y tratamos precisamente en la actualidad de borrar hasta el último vestigio posible de la autoridad dogmática, aunque sea nominal. Pero en los demás sentidos, somos tan malos como ellos. Censuras, calumnias, poca caridad, guerra incesante de mutuos reproches; y todo de naturaleza tal, que el mismo infierno cristiano se consideraría orgulloso de ello. ¡Y suponer que todo esto es culpa de los Maestros! ELLOS no ayudarán a los que prestan auxilios a otros para su salvación y su liberación del egoísmo, por medio de puntapiés y de escándalos. ¡A la verdad, somos nosotros un ejemplo para el mundo, y compañeros propios de los santos ascetas de la Cordillera nevada!

Unas palabras para concluir. Se me dirá: ¿Y quién es usted para encontrarnos culpables a nosotros? ¿Acaso usted, que tiene la pretensión de comunicarse con los Maestros, y de recibir diariamente sus favores, es tan santa, tan sin tacha y tan digna? A lo cual contesto: YO NO LO SOY. Imperfecta y llena de defectos, es mi naturaleza; muchos y garrafales son mis errores, y por esto mi Karma es mucho más pesado que el de cualquier otro teosofista. Lo es, y así debe ser desde el momento en que por tantos años permanezco en primer término, siendo el blanco de mis enemigos, y aun también de mis amigos mismos. Y, sin embargo, acepto la prueba con alegría. ¿Por qué? Porque sé que no obstante mis faltas, tengo extendida sobre mí la protección de mi Maestro. Y si la tengo, la razón es, sencillamente, la siguiente: durante más de treinta y cinco años, aún desde 1851, en que vi un Maestro corporal y personalmente por vez primera, «jamás le he negado una sola vez, ni he dudado de Él», ni siquiera en pensamiento. Jamás han brotado de mis labios censura ni murmuración alguna en contra suya, ni aún siquiera han penetrado por un instante en mi cerebro durante las crisis más penosas. Porque desde el principio sabía yo lo que me esperaba; pues se me dijo lo que jamás he cesado de repetir a los demás; esto es, que tan pronto como se entra en el sendero que conduce al Ashrum de los Maestros, únicos custodios de la Sabiduría y Verdad primitivas, el Karma, en vez de distribuirse por todo el tiempo que dura la vida, cae sobre uno con todo su peso y le aplasta. El que cree en lo que profesa y en su Maestro, permanecerá en pie y saldrá victorioso de la empresa; el que duda, el cobarde que teme no recibir lo que se le debe, y procura evitar la justicia, cae. En manera alguna escapará a Karma; pero perderá aquello por lo que se ha expuesto a sus visitas intempestivas. Por esto es por lo que, habiendo sido destrozada de un modo tan constante y tan cruel por mi Karma, que ha empleado a mis enemigos como armas inconscientes, he permanecido yo en pie. Estaba segura de que el Maestro no permitiría que pereciese, que siempre parecería a la hora oncena, y así lo ha hecho. Tres veces me ha salvado de la muerte; la última vez casi contra mi voluntad, cuando volví de nuevo al mundo frío y malvado por amor a Él, que es quien me ha enseñado todo cuanto sé, y ha hecho de mí lo que soy. Por lo tanto, yo llevo a cabo su obra y deseos, y esto es lo que me ha dado fuerza de león para resistir choques físicos y mentales, de los cuales uno solo habría hecho sucumbir a cualquier teosofista que hubiese dudado de la poderosa protección.

Mi único mérito y la sola causa de mi éxito en la Filosofía Oculta, consisten en mi devoción incondicional a Aquel, que es encarnación del deber mío, y en la creencia en la Sabiduría colectiva de aquella fraternidad de hombres santos, tan grande como misteriosa y real.

 Y ahora voy a repetir las palabras del Paraguru (el MAESTRO de mi Maestro), que éste ha enviado a manera de mensaje a los que desean hacer de la Sociedad un «Club de milagros», en lugar de una Fraternidad de Paz, Amor y Mutuo Auxilio. «Perezcan más bien la Sociedad y sus desgraciados Fundadores»; y yo digo, perezcan sus doce años de trabajos y sus mismas vidas, antes que ver lo que hoy día veo; a teosofistas sobrepujando a los políticos en su deseo de poder y autoridad personales; a teosofistas censurándose y calumniándose unos a otros como podrían hacerlo dos sectas cristianas; y, finalmente, a teosofista rehusando vivir la vida, y criticando después y lanzando reproches a los más grandes y más nobles de los hombres, porque sujetos por sus propias leyes, sabias y venerables, y fundadas en un conocimiento de la Naturaleza humana de millares y millares de años, aquellos Maestros se niegan a inmiscuirse en los asuntos de Karma, y a contestar a todo teosofista que les llama, sin pensar si merece o no respuesta.

 A menos que en nuestras Sociedades americanas y europeas se implanten reformas radicales, temo que dentro de poco sólo quede un centro de Teosofía en el mundo entero, o sea la India, aquel país de mi corazón. Todo mi amor y mis aspiraciones todas, se cifran en mis amados hermanos, los Hijos de la antigua Aryavarta, la patria de mi MAESTRO.

H. P. BLAVATSKY.

 

(1) Chela: un discípulo aceptado por un Maestro".

 


16 diciembre 2024

¿Quién se interesará por la Teosofía?

 La Teosofía fue restablecida en el mundo para el beneficio de quienes buscan la luz y no para los que están satisfechos con las cosas como son y la vida como la encuentran. Entonces, no vale la pena esmerarse por tratar de atraer el interés de personas particulares, ya que el mismo esfuerzo funge de obstáculo, fomentando la oposición o las nociones erróneas. El curso más sabio es el de dejar que el número más grande de personas sepa acerca de la Teosofía, sin, al mismo tiempo, buscar a nadie en particular.

El Karma de muchos es tal que no deja una puerta mental o física abierta directamente; sin embargo, se les puede alcanzar, indirectamente, mediante los esfuerzos de otros afines a ellos, los cuales pueden entender y encontrar el camino. Lo que deberíamos hacer es transmitir la información según la cual la oportunidad de entender y aplicar la Teosofía llega, bajo el Karma, a unos pocos, no porque se le niegue a nadie, sino porque la naturaleza de sus tendencias prevalecientes no deja la mente abierta a la consideración de nuevas verdades ni les permite beneficiarse de los modos y los métodos proporcionados.

En muchos casos esto procede de la negligencia o del mal uso de las oportunidades en vidas anteriores, lo cual es particularmente verdadero en esta edad, cuando una gran cantidad de la Sabiduría antigua está, una vez más, disponible para todos los que la quieran. Esta oportunidad se ofrece a algunos de manera más favorable que a otros. Es el colmo de la imprudencia descuidar la oportunidad de nuevo, especialmente en los casos en que se lleva a domicilio sin esfuerzo.

El filósofo amigo, Robert Crosbie.


Tampoco, después de todo, es necesario que nadie crea en las Ciencias Ocultas y en las enseñanzas antiguas, antes de que sepa algo de su propia alma o crea siquiera en ella.

La Doctrina Secreta, Vol. II, Helena P. Blavatsky. 

16 octubre 2024

Consejos sencillos

 

Imagen de Almeida en Pixabay.


 "La tarea consiste en hacernos “más capaces para ayudar y enseñar a los demás”. Naturalmente, la personalidad se rebela, se deprime o ambas cosas. Podemos esperar esto y prepararnos para la reacción si somos sabios y confiamos en la enseñanza de los Maestros. Queremos saber, ser y adelantar; además, estamos conscientes de que toda pequeña aserción de las “ideas personales” es un obstáculo y que éstas y sus “sentimientos” particulares pueden ser fácilmente perturbados y heridos. Su “blandura” muestra su naturaleza frágil y deja constancia de que no vale la pena preservarlos, considerando lo que hemos aprendido y lo que debemos hacer para sacar adelante los grandes resultados. “Te preocupas por quienes no hay razón de lamentarse”, es un dicho real, que deberíamos considerar como una verdad. “La personalidad, expulsada de un baluarte, se refugia en cualquier otro disponible”; debemos velar sobre todo, a lo largo del camino. La justa actitud facilitará la batalla, entonces, al haberla asumido, “apunta la flecha en el blanco”. 

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 Debemos aprender que estamos tratando con mentes que necesitan ser guiadas, presentándoles ideas más amplias. Podemos decir mucho si adoptamos la manera adecuada y si mantenemos el sentimiento justo y bondadoso. De nada sirve fomentar la oposición, que se alimenta de manera muy marcada si usamos el ridículo. En cualquier esfuerzo por señalar las falacias, todo factor cuenta: una voz áspera e intransigente, unos modales bruscos, acompañados por palabras que expresan una actitud inamistosa, pueden fácilmente provocar un ataque de intolerancia. Indicar dónde un sistema de pensamiento es inadecuado no implica “demolerlo.” El lema de los Teósofos es: “No hay religión más elevada que la Verdad” y todas las filosofías deben poder sobrellevar el escrutinio crítico más rígido a la luz de tal apotegma o no tienen valor. Cualquier cosa debe poder sostenerse por sus propios méritos. Si esto ha sido indicado, si las palabras siguen las líneas del examen de los méritos y si el señalamiento de los deméritos se propone el alcance de la verdad, nadie puede criticarlo. A todos les gusta un análisis cándido y exento de prejuicios. 

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 El dogmatismo es la falla de muchos. A mi juicio lo engendra, en realidad, un sentimiento de inseguridad, mientras uno trata de convencerse a sí mismo y a los demás de la certeza de su conocimiento correcto. Por supuesto, existen otros tipos de dogmatismo, como el sustentar la propia opinión simplemente por ser la nuestra, una aserción egoísta. Según se dice, el dogma es eso que parece ser bueno y justo para uno; el dogmatismo, por lo usual arrogancia, es aserción. Siempre me lleva a la idea de la afirmación forzada de una declaración cuya prueba es inasequible. Se puede hablar de forma convincente acerca de lo que se considera verdadero, sin caer en el dogmatismo. Cuando estamos convencidos de la verdad del asunto que tratamos, no hay razón por la cual no deberíamos exteriorizar esta convicción de manera tan enfática según el caso; sin embargo, tampoco hay un motivo que nos induzca a exigir su aceptación. En lo que a nosotros nos concierne, no exigimos que se acepte la Teosofía; señalamos sus principios y sus aplicaciones. La Teosofía declara ciertos temas divulgados por hombres perfeccionados y con conocimiento de causa; sin embargo, no son declaraciones que deben ser creídas. Deja constancia que este conocimiento, que ellos adquirieron mediante la observación y la experiencia en muchos cuerpos, es alcanzable por todos los seres humanos, señalando la manera para hacerlo. La cordura de la afirmación del conocimiento, saca la declaración del campo del dogma. “La Conciencia es ubicua, no puede localizarse ni centrarse sobre o en algún sujeto particular; tampoco puede limitarse. Sólo sus efectos pertenecen a la región de la materia; siendo el pensamiento una energía que afecta a la materia en varias formas, mas la conciencia en sí no pertenece al plano de la materialidad”.

 La fe es, realmente, nuestra confianza en el hecho de que los Maestros existen y que sus enseñanzas son lo que estamos siguiendo. Si hasta la fecha nuestro estudio de su filosofía no ha engendrado esa confianza y si estuvimos estudiándola por mucho tiempo, hay poca esperanza para nosotros. Más, si tenemos esa confianza y nos hemos beneficiado de sus enseñanzas, podemos seguir adelante con plena certeza; pues podremos saber siguiendo las líneas que ellos trazaron. No es tanto una cuestión de lo que prometimos abstenernos hacer, es decir, nuestra intención de comportarnos así; sino saber el justo curso a seguir. Nadie nos obliga y nadie nos castiga; pero “nosotros” tenemos éxito o fracasamos según nuestro uso del consejo y de las sugerencias libremente dadas. ¿Dudamos de nuestra habilidad? Mientras tanto, jamás tendremos un gran éxito. Aprendemos a conocer nuestra habilidad usándola hasta el límite. No debemos preocuparnos por los errores; ya que podemos aprender de ellos si representan esfuerzos concienzudos e incesantes. Es puro egoísmo desear saber que cualquier curso aconsejado nos beneficiará; el consejo puede ser dado; pero el conocimiento es algo que se adquiere. No deberíamos buscar los resultados personales. Las cosas hay que efectuarlas porque es justo hacerlas y no porque nos traerán beneficio. Toda vacilación, temor y desaliento surgen de una actitud personal. Ésta debe ser cambiada y cada uno debe hacerlo por sí solo. Nadie puede alterarla para nosotros. El primer paso hacia este cambio es captar la necesidad de darlo. 

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 Muchas declaraciones de los Maestros son axiomas para aplicar; mientras, al mismo tiempo, están entretejidas con el tipo de razonamiento que puede adaptarse a la manera ordinaria de pensar. La mayoría de las personas imagina y acepta, como hecho, que existe sólo una forma de pensar: un razonamiento de premisas a conclusiones, esquematizando las cosas para encontrar la causa. Por medio de una infinitud de cuadriculaciones, llegan a imaginar, finalmente, que la Materia es todo y lo hace todo; no encontrando respuesta final alguna. La ciencia, la psicología y todos los otros esfuerzos que proceden de lo particular y estriban en éste, fracasan, debido a que no admiten la existencia de un conocimiento verdadero y pleno o que éste pudiera haber existido en tiempos anteriores. ¿Acaso la ciencia de cada período no afirmó que su conocimiento era el más elevado y el más glorioso existido y su civilización la más grandiosa? Si la ciencia y la psicología occidentales siguieran con sus tremendos esfuerzos a la luz del conocimiento de las eras, muy pronto la oscuridad espiritual e intelectual se disiparía, dando origen a una civilización capaz de expresar lo espiritual y lo intelectual en una verdadera vida física. ¿Qué es lo que nos obstaculiza? El orgullo intelectual nos traba, junto al efecto entorpecedor de las concepciones falsas de la religión que dan un enfoque materialista al pensamiento, convirtiendo la vida, el paraíso, el infierno y dios en algo material, “en ídolos de barro.” Es un prodigio que la vida sea soportable así como es; o sería un prodigio si no supiéramos que el ser humano es más que sus experiencias, sus concepciones o su filosofía y que no sigue, hasta las conclusiones lógicas, eso que adopta como su “religión”. 

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 Después de una explosión de la personalidad y las reacciones resultantes, a veces un Discípulo toma la determinación que en el futuro no oscilará tanto. Esta no es la verdadera posición, pues él espera oscilar un poco. Por supuesto si espera oscilar, oscilará. Más valdría esperar dar en el blanco en lugar de fallar. Hay una gran diferencia en la posición psicológica y también en la calidad de la energía estimulada. Deberíamos cesar de dudar en nuestro poder de realización. Si dudamos, sería como lanzar una flecha con la cuerda del arco suelta; no hay fuerza ni dirección cierta. Cuando la cuerda del arco se jala y tensa, luego se suelta, la flecha no vacila, se dirige a donde se apuntó, acompañada por la fuerza ejercida durante el tirón. 

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 El sincero deseo de ayudar a los demás actúa como un gran canal de nuestra conciencia supersensorial. Más confianza en nuestra naturaleza interna y en el Poder concomitante, dará frutos. Lo interno es siempre el más perfecto, haciendo más obvias las aparentes imperfecciones e incapacidades de lo externo. Sin embargo, esta mera percepción estimula el esfuerzo necesario para afinar lo interno y lo externo. No podríamos pensar que somos perfectos o imperfectos si, en realidad, no transcendiéramos ambos. H.P.B. dice: “El adelanto del Ego es una serie de despertamientos progresivos”. Como no somos palos ni piedras; sino seres humanos, debemos “sentir” el éxito o el fracaso. Demostramos sabiduría cuando el éxito no provoca la “jactancia” y el fracaso la depresión. Deberíamos seguir de manera constante e invariable eso que nos parece ser justo. 

 Todo estudiante activo de Teosofía debe, a la larga, encontrar alguna “traba” teosófica. Estas son buenas como aparecen, pues: “si tropezamos” con algo, implica que nos descarriamos del camino recto y los “tropezones” son significativos sólo por señalarnos que hay que prestar atención a nuestra orientación. No los sentiríamos si no tuviéramos una “brújula” interna. El propósito de la vida es aprender y todo es aprendizaje. Por eso, estas cosas, aunque no sean alegres al momento, serán objeto de sonrisas después. Los griegos solían decir que cuando la tierra empezó a girar en el espacio, los Dioses se desternillaron al sólo verla girar. Así nosotros, siendo estos Dioses, podemos reírnos de las insensateces que experimentamos, siguiendo con el trabajo de promulgar las ideas correctas para quienes son receptivos. Debemos cultivar la actitud mental mencionada en el Bhagavad Gita: quedarse imperturbado ante cualquier cosa que es transitoria. Estas trabas son los medios mediante los cuales llegamos a tal actitud. 

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 A veces y quizás a menudo, sentimos nuestra debilidad mientras pensamos. La debilidad no es la de nuestro verdadero Ser, el Hombre interno; sino de eso en lo cual nos hemos apoyado: el falso ego. Si tenemos presente que ahora estamos trabajando con una porción de nuestros poderes, esa porción que necesita ejercicio y dirección adecuada a fin de asimilarla a lo que realmente sabemos y somos, deberíamos estar más contentos en esperar la eclosión completa. Nuestra perspectiva determina la clase y la calidad de nuestra acción. Al tener presente que los Maestros no sólo son Ideales, sino Hechos, y que todo lo que H.P.B. y W.Q.J. han escrito acerca de Ellos era para nuestra ayuda y aliento en nuestras luchas, esto nos acerca a Ellos, fortificándonos con el poder que fluye de tal confianza. 

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 El mejor método a seguir para tratar de auxiliar a nuestras amistades, consiste en ayudarles a ver sus obstáculos. Una manera de hacerlo es de forma indirecta: narrar una historia, por ejemplo, de un conocido que hizo esto o aquello. El relato no debe despertar la sospecha en la mente de quien estamos intentando ayudar. Se necesita sutileza; pero es factible y se puede hacer bien. En el caso de una mente obtusa, involucrada en sus asuntos, a veces es mejor tratarla de forma directa. El punto clave es no trabajar por una oportunidad, sino tomarla cuando ésta se presente. 

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 Algunos estudiantes jamás han desarrollado una base firme. Muchos, que aman llamarse Teósofos, asumen esta visión de las cosas: “Los principios son otro tanto buenos bajo cualquier nombre”. Esto es cierto, pero un soldado en el campo de batalla no es un ejército y un principio no es una filosofía omniabarcante. La Teosofía indica un hecho de importancia capital: los Maestros existen, siendo nuestros hermanos Mayores quienes, bajo el nombre de Teosofía han dado al mundo un registro de las Leyes que gobiernan a todos los constituyentes del Hombre y de la Naturaleza. Tomar algunas partes menores de esto y no dar a la humanidad el conocimiento del entero es ignorar el gran hecho mismo, un hecho tan tristemente necesario en el mundo y, al mismo tiempo, es impedir la divulgación del conocimiento. Tal acción encierra resultados kármicos perjudiciales, ya se haga consciente o ignorantemente. No es algo insignificante ponerse entre los Maestros y Su trabajo, obstruyéndolo. No nos cansaremos de repetir que la Teosofía es un registro del conocimiento y no es asimilable ni comprensible si la reducimos o la modificamos para que encaje con las ideas preconcebidas y los prejuicios del período o de la gente. La Teosofía es sui generis (única en su género) y debe ser tomada así si queremos beneficiarnos de ella. 

 A veces las personas dicen que las reuniones teosóficas son “frías” y tratan los principios filosóficos y su aplicación en el diario vivir, mientras encuentran más “devoción” en las reuniones de las varias sectas o cultos o aún en otros tipos de encuentros llamados “teosóficos”. Sería interesante saber lo que estas personas quieren decir por “devoción”. No cabe duda que, a menudo, se refieren a estas clases de reuniones donde hay “meditación”: una especie de reunión con oración en la cual se estimulan las emociones psico-religiosas. Los Maestros de Teosofía dicen: “La primera prueba del verdadero discipulado es la devoción para el bien ajeno”. Entonces, hay diferentes clases de “devoción”, algunas de las cuales se dirigen a la personalidad. Esta no es la verdadera meditación.

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 Algunos Teósofos no estudian; esto los hace débiles. A menudo son sinceros, pero no trabajan ni sienten el intenso deseo de hacer todo lo que pueden. Esto les causa una pérdida en todo aspecto. El trabajo no llegará sin el sentimiento; aún trabajar por resultados personales sería inútil si faltara el sentimiento. Existe sólo una manera de adelantar: cultivar el sentimiento que produce el trabajo. Esto robustece y mejora la naturaleza completa, inclusive las circunstancias de la vida. Otros estudiantes tienen el sentimiento de devoción, pero centran gran parte de ello en sí mismos. Deben olvidarse de sí mismos en el trabajo por los demás, dando todo su pensamiento, fuerza y esfuerzo a la Causa que ellos consideran ser verdadera. Esto incluirá la personalidad como medio, pero no como fin. 

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 ¿No es quizás cierto que una vez suprimido el yo personal, el Ser superior puede expresarse? Podríamos decir que se produce una inmersión en el gran Océano de la Vida, el SER; por lo tanto, la identificación con las ideas personales y los sentimientos se vuelve inexistente. Cuando estos momentos llegan, hay que tener cuidado con el panegírico personal; lo inferior se alimenta y se fortifica de esto y, muy a menudo, sin que nosotros nos apercibamos de ello, aún en los momentos en que estamos tratando de velar para que esto no suceda o pensamos que estamos vigilando. Tampoco es bueno hablar con los demás acerca de estas pruebas internas, ni siquiera con nuestras amistades, pues esto engendra autosatisfacción, tan sutil es la naturaleza personal. Debemos aprender a reconocer las cosas como son, cesando de evaluarlas a la luz de las opiniones o los sentimientos ajenos. Tampoco deberíamos sentirnos deprimidos. En otras palabras, deberíamos ser impermeables al desaliento de la naturaleza inferior, porque esto es lo que sentimos y no deberíamos exteriorizar la lucha que se está librando dentro de nosotros. 

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 La vida del Discípulo debe ser de constante alerta, no simplemente de los demás, sino principalmente de nosotros. A menudo, tendemos a separar nuestra vida Teosófica de la personal. Más no podemos circunscribir nuestros esfuerzos a nosotros mismos, incluyendo sólo las relaciones directamente ligadas a nuestro activo trabajo teosófico. Hay más probabilidades de atenuar nuestros esfuerzos en nuestra vida doméstica y en nuestras comunicaciones diarias, que en nuestras relaciones públicas de estudiantes. La vida doméstica y sus conexiones han sido el principal terreno de entrenamiento para la personalidad, por lo tanto tenderá a exteriorizar su disposición de forma más completa allí que en algún otro lugar. Tal expresión, aparte de lo que podríamos llamar una autoafirmación excesiva, puede manifestarse en pequeños métodos aparentemente inofensivos, por ejemplo: decir a los otros componentes del núcleo familiar lo que va a hacer acerca de asuntos que es inútil comunicar. Cuando uno se detiene a pensar, lo cual es necesario, se da cuenta de que tales acciones son simplemente los esfuerzos de la naturaleza personal por destacarse, tratando de atraer la atención hacia sí en todo modo: hablando, actuando, invocando la simpatía, dando directivas a los demás, hablándoles con menosprecio y las mil y una maneras a las que la personalidad recurre para mantenerse viva, ya que, cuando se suprime en una dirección, surge, astutamente, en alguna otra. “Ella” seguirá haciendo esto siempre que le dejemos una abertura. Lo antes dicho puede parecer muy restrictivo y difícil, pero en realidad no lo es. El sentimiento de “restricción” procede de la personalidad y no del Ego. Se sabe que algunos Discípulos que estaban tratando muy intensamente, llamaban la atención al hecho de que habían superado esto y suprimido aquello; ésta es la misma vieja personalidad llevando puestos nuevos atuendos. Es siempre mejor no hablar de sí mismo: “ya sea acerca de lo que uno come, bebe o se pone encima”. He aquí algunas buenas máximas a aplicar: “Jamás pidas a otro que haga por ti lo que puedes hacer”; “Sabes donde están tus cosas, agárralas por ti solo cuando las necesites”; “Haz para los demás lo que puedas con benevolencia; pero no esperes que los demás lo hagan por ti”; “Eres valioso sólo cuando eres útil y no cuando necesitas ayuda”. Estas se demostrarán eficaces si las pusiéramos en práctica. 

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 El animal puede relacionar la causa y el efecto en algunas direcciones; sin embargo percibe poco nexo, si es que percibe alguno, entre los diferentes estados. Un gato que está afuera al frío maúlla porque quiere entrar en la casa; una vez que se ha calentado, saldrá de nuevo sin vacilar, no recordándose del estado que acababa de experimentar. Algunos seres humanos se acercan muy peligrosamente a un estado de existencia similar y todos caemos en esto, en alguna medida. La mayoría de las personas identifica el poder de percibir con la acción de la percepción, no captando, entonces, la comprensión y la aplicación correctas. “¿Qué los levantará del cuerpo vivo de esta muerte?”. La aflicción, el dolor, los sufrimientos y la pérdida. Mientras tanto, están unidos a sus ídolos y se les debe dejar en paz. “La Teosofía es para los que la quieren y nadie más”.

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 Si la Conciencia es la única Realidad, el Conocedor, el Sustentador y el Experimentador, entonces, cada condición o estado es, más o menos, una apariencia temporal. Todas las clasificaciones se refieren sólo a las acciones de la Conciencia, siendo el universo “conciencia personificada”, podríamos decir que es una creación de las formas, una construcción de lo grande mediante las combinaciones de lo pequeño. Recordarás que H.P.B. dijo: “Es obvio que la vida y la muerte, el bien y el mal, el pasado y el futuro son palabras vacías o, en las mejores de las hipótesis, lenguaje figurado. En realidad, son sólo cambios de estado. La verdadera vida está en la conciencia espiritual de esa vida, en una existencia consciente en el Espíritu y no en la materia”. Además, ella dijo que se había esmerado en vano por impartir esta idea a los teósofos en general, y que con tal idea básica todo lo restante se vuelve simple. Sin embargo, millares de teósofos que leen esta oración y otras numerosas análogas, no les encuentran sentido. La Conciencia es la causa y la base de todos los estados, nos demos cuenta o no. Es la única que es; ya sea que haya universos o no. Si tomamos la idea de que la Vista, que lo ve todo, no puede verse a sí misma y la aplicamos a la Conciencia, debemos admitir que la Conciencia no puede conocerse a sí misma, aunque conozca todo. ¿No es acaso la Conciencia Conocimiento mismo como abstracción? “Es la sabiduría misma, el objeto de la sabiduría y lo que es obtenible por la sabiduría. Preside siempre en los corazones de todos”. Es omnipresente y percibe, constantemente, el panorama cambiante de la existencia. “Establezco este universo con una porción de mí mismo y permanezco separado”. 

 A nuestra forma de conciencia la constituyen varios y distintos contactos con otras formas de conciencia. Basamos nuestras maneras de actuar en estas expresiones parciales, obteniendo su reacción en repeticiones constantes. Puesto que el Ser lo es todo, está en todo y todo está en el Ser, el Ser es el Testigo de todo. La percepción aparentemente separada en nosotros no es un Ser separado; si no el Uno y lo Mismo mientras aparece separado en todas las criaturas

 El conocimiento del Ser implica el Ser y el Conocimiento; sin el Ser no habría conocimiento; sin la existencia no habría conocimiento del Ser. “Lo Superior ve a través de los ojos de lo inferior.” Todas son expresiones parciales del Uno, vistas por el Uno y conocidas por el Uno. La individualización del ser no tiende a la separación; sino a la universalidad de la ideación y a la acción consiguiente. ¿Qué lo hace? El pensamiento. Toda experiencia es mediante la Conciencia y en ella; la Ideación se hace más y más universal. 

 “Cuando la irrealidad cesa de existir en el ser individual, está claro que él vuelve hacia lo universal; produciendo un rechazo hacia la imposición y otras características del ser individual”. 

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 En lo que concierne a nuestros estudiantes y compañeros, podemos equivocarnos en lo referente a su verdadera actitud hacia nosotros. A menudo es nuestra actitud hacia ellos, la que nos presenta una falsa concepción. Es cierto que todos tenemos defectos. Y un defecto de un género no es mejor que el defecto de otro tipo. Notamos los defectos de los demás, o lo que parecen ser tales, de la misma forma como ellos pueden captar los nuestros. Entonces, nos juzgamos mutuamente basándonos en los defectos percibidos. Esto es lo opuesto de ese respeto que deberíamos tener hacia los estudiantes compañeros, porque esto es lo que ellos son y todos trabajan para un propósito común. Por lo tanto, estamos dispuestos a admitir el terreno común, más al mismo tiempo afirmamos que no hay otros puntos de contacto, entonces, debe ser verdadero que permanecen malentendidos mutuos; de qué depende esto, cada uno tiene que analizarlo. Hay algo que lo causa. ¿Es el miedo, la duda, la ambición, el celo o qué más? Estas cosas debemos determinarlas y actuar sobre ellas a solas, a pesar de lo que algún otro pueda hacer o lo que se pueda haber pensado de él. Todo esto nos mantendrá tan ocupados a vigilar sobre nosotros mismos, que no tendremos tiempo ni inclinación de ofendernos por la conducta ajena. Mientras tanto, nos levantaremos a un nivel de discernimiento más elevado y mejor, obteniendo el poder de ayudar de manera mejor y más eficaz a aquellos que, en un tiempo, encasillamos. 

 Está escrito que a los estudiantes no se les elige por sus afinidades naturales mutuas, sino por razones muy distintas. Cada estudiante o discípulo tiene alguna expresión particular de los defectos raciales, que en superficie podrían suscitar la antipatía ajena, sin embargo, como tienen una raíz similar en cada estudiante, dichos defectos son tan parecidos que no se pueden distinguir. Así, cada uno tiene que extirpar la raíz y, cuando lo haya hecho, la naturaleza auténtica brillará, reflejándose en los demás. 

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 El deseo de saber “de dónde vino, dónde está y adónde” se dirige la humanidad deriva del “instinto religioso” general, la verdadera base de la religión se encuentra en la naturaleza espiritual humana. La religión no surge fuera del hombre, como demuestra la acepción de la palabra que deriva del latín: religere, religar. La religión es la unión de cada ser humano y cada ser se remonta a Una Fuente del Todo. El verdadero conocimiento surgió dentro del ser humano mismo tan pronto como percibió su auténtica naturaleza. Conocer la naturaleza humana ha sido afirmado y reafirmado, de vez en cuando, por hombres perfeccionados procedentes de otros períodos evolutivos. Todas las formas religiosas son copias anémicas y distorsionadas de las declaraciones originales en las cuales estriban, es decir, las Tres Proposiciones Fundamentales de la Teosofía

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 Lo más importante sobre lo cual los estudiantes deben cuidar es el autoengaño. La versatilidad de Manas inferior en esta vertiente es indescriptible. Por lo tanto, debemos percatarnos de que nuestros motivos palmarios no sean máscaras para otros que subyacen en ellos. La realización de esto deberíamos considerarla seriamente, sin embargo, con alegría. Lo que hay que tomar lo más seriamente posible es la tarea y no “nosotros mismos”. Al asumir tal actitud adquiriremos discernimiento y fuerza, si jamás nos desesperamos y si jamás dudamos, manteniéndonos tranquilos, atentos, persistentes y alegres a lo largo de esta empresa. Nada es tan malo como pensamos que sea, ni jamás lo será. 

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 A veces, las personas acusan a los demás por ser intolerantes. Quizá tal acusación surja no tanto a causa de las declaraciones proferidas, sino por el tono y el sentimiento que éstas contienen y que las respaldan. Por lo usual, una persona puede declarar su creencia y comprensión, dando su razón por esto sin estimular el antagonismo. Esta es una cosa positiva hacia la cual esforzarnos. La tolerancia es buena si se comprende correctamente, sin embargo la rodean muchas ideas extrañas. Según algunos es intolerancia señalar cualquier error de declaración o de hecho a quienes tengan otros puntos de vista. Hasta la fecha, la Verdad jamás ha concordado con el error, tampoco el error concuerda con el error; la Verdad sólo concuerda con la Verdad. Por lo tanto, si creemos firmemente y estamos convencidos, por los hechos y la razón, que poseemos la Verdad, sería una tolerancia falsa detenerla en presencia del error. La Verdad existe en el mundo con el fin de destruir el error. El error es dogmático y no ama una investigación atenta. La Verdad ama toda averiguación posible, y, calma en su certeza, analiza todo según sus méritos, examinándolo mediante el parámetro de la Verdad. La mente ordinaria actual aún se encuentra bajo la influencia de la superstición, del dogma y de la autoridad, por lo tanto deberá quedarse en tal condición por algún lapso. Con frecuencia encontramos a quienes se han liberado de las formas antiguas para involucrarse en las inéditas del mismo error y, lo que es aún peor, arrastran a otros; no nos resta más que mantenernos en el camino recto que conocemos, dejando una traza que, quienes acabo de mencionar, pueden seguir en el futuro. No debemos preocuparnos si ahora no pueden ver. Su tiempo llegará, estando lo anterior contemplado en la inmensidad del tiempo. Debemos sólo seguir adelante con el Trabajo. 

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 A menudo el Discípulo, en ciertas etapas de su vida de estudiante, siente que ir a algún lugar con regularidad a solas contribuye a mantenerlo psíquicamente equilibrado. Es cierto que para el progreso no es algo positivo depender de cosas externas para el equilibrio. Pensar así perpetúa, simplemente, la dependencia y no puede desarrollar esa fuerza y percepción internas que son tan necesarias. Tal dependencia ocasiona la insatisfacción hacia la mayoría de las cosas externas y exige cambios periódicos, ninguno de los cuales produce algo duradero. Todo esto provoca una tensión nerviosa que es corrosiva y destructora, ocupa la mente con necesidades imaginarias, repercutiendo perjudicialmente en el cuerpo. 

 La verdadera fuerza yace en el interno y puede estimularse y usarse sólo cesando de pensar que cualquier cosa, en particular de carácter externo, sea necesaria para nosotros, en la acepción común del término. Tenemos nuestro lugar y nuestro deber que cumplir y ejecutar; las cosas externas son nuestras oportunidades temporales y seríamos sabios si las usáramos correctamente. Además, nos convendría asumir la actitud que “nosotros” no somos necesarios a los demás; si nos fuéramos, nos extrañarían sólo por un lapso relativamente breve y, finalmente, otras personas y otras cosas ocuparán, por completo, su atención. Mientras más pronto lleguemos a este estado, mejor, y sólo entonces, siendo autocentrados en el verdadero sentido y no “dependiendo de nada”, podremos darnos plenamente cuenta de nuestra naturaleza interna y prodigar el más grande servicio en el mundo humano. Todo lo anterior quiere decir que tendemos a exagerar nuestra importancia, lo cual es, precisamente, una actitud separatista, obstruyendo el verdadero conocimiento y la eficacia

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 No se puede hacer un trabajo teosófico eficaz hasta que en el mundo se encuentren personas capaces de ver la necesidad de ello y que estén dispuestas a prepararse más y más para cumplir con esta necesidad. El hecho de que ciertas personas encuentren tal oportunidad se debe a su karma, sin embargo, lo que hacen con esta oportunidad depende de la realización de su importancia. Una vez que percibimos algo de lo que el Movimiento Teosófico significa para el mundo, nos volvemos necesarios, no como personas, sino porque entendemos la situación y actuamos. Aceleramos el Movimiento proporcionalmente al trabajo que efectuamos por él y lo obstaculizamos en la medida que dejamos que sea él el que nos arrastra. Es cierto que si hubiéramos muerto y desaparecido o si fuéramos incapaces de entender el gran hecho de tal existencia de la Logia de los Maestros y su trabajo en el mundo, el gran Movimiento seguiría funcionando como los otros, quizá no muy sabia o eficazmente en muchos casos. Entonces, todo estudiante que se esmera por convertirse en un instrumento idóneo, es necesario para el trabajo en su plena capacidad de Alma, Mente y Cuerpo. ¡Es un hecho tremendamente importante para nuestras personalidades! Si nos empapáramos de la relevancia de lo antes dicho, aceptando “la batalla que sólo los soldados favorecidos por la suerte pueden emprender”, no vacilaríamos; pues al ver que la base de acción actual en el mundo es errónea, trabajaríamos con ésta hasta donde debemos; mientras nosotros pensamos y actuamos de una base muy distinta. Nuestros pensamientos son nuestros pensamientos; nuestras vidas son nuestras vidas y ambos lo hemos dedicado a nuestro trabajo. Habiendo puesto mano al arado y al ver el campo que necesita ser cultivado, podemos empujar hacia adelante con confianza y fe. ¿Acaso se necesita más poder? Esto llegará, si sólo abriéramos nuestros grandes corazones, haciéndolos trabajar. 

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 El justo tipo de lenguaje teosófico procede sólo de la práctica. No es simplemente el uso de una labia florida, sino que lo necesario es poseer ideas bien asimiladas, el fruto del estudio y la aplicación constantes. La lectura asidua de los artículos de W.Q.J. desarrolla la tendencia a presentar las ideas correctas de la forma más sencilla y tales ideas se convierten en un almacén mental al cual uno puede acudir cuando quiera. No es tan necesario entender los conceptos profundamente metafísicos de la Teosofía como lo es comprender las ideas fundamentales, pudiendo ponerlas en práctica en todo problema de la vida. Se constatará que los artículos de W.Q.J. contienen “el alfabeto, la gramática y la composición” o, en otras palabras, una base para las ideas justas, el justo pensar y la justa práctica. Es aconsejable leer diariamente sus escritos. Quien lo hace no podrá menos que embeberse, absorber, su espíritu, convirtiéndose en un expositor que es a la vez profundo, simple y convincente. 

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 La cuestión de la personalidad es tan vasta, cuya solución podría parecer como la elaboración de un complicado problema matemático. Sin embargo, las verdades más grandes son las más simples y si reflexionamos un momento en lo que no es la impersonalidad, quizá esto nos ayude a entender lo que es. 

 Algunos se expresan enfáticamente contra la personalidad. Esto no prueba que estén libres de su influencia. 

 Algunos dicen poco, más el efecto de lo que se expresó es implicar que ellos son impersonales. Parecen muy modestos, pero son simplemente astutos. 

 Algunos tienen miedo de hablar de la personalidad, pensando que hay que evitarla como un ogro. 

 Otros más predican la doctrina de la impersonalidad que sustrae todo lo humano de la vida, convirtiéndola en una negación fría. Esta doctrina es impaciente con la evolución, en cuanto todas las fallas deben desaparecer de un solo tajo. 

 La impersonalidad no implica no hablar; no es el silencio, la insinuación, la repulsión ni la negación, mas sobre todo no es una diplomacia que oculta la ambición. 

 La impersonalidad significa ser libre de la personalidad; pero nadie de nosotros lo alcanzará de inmediato; ya vamos bien si tratamos de vencerla con persistencia, aunque lentamente

 Para fines prácticos podemos decir que estamos moviéndonos a lo largo del sendero de la impersonalidad si estamos desarrollando un corazón de niño; si estamos aprendiendo a amar lo hermoso; si estamos volviéndonos más honrados, francos y simples; si estamos empezando a percibir el lado dulce de la vida; si queremos a nuestros amigos y amigas de manera mejor, extendiendo el círculo; si sentimos que nuestra simpatía está expandiéndose; si amamos trabajar por la Teosofía sin pedir posición ni recompensa; si no nos preocupamos mucho si somos personales o impersonales. 

 Esto es suficiente para el individuo. 

 En el caso de la Sociedad Teosófica de América, la impersonalidad implica no idolatrarse como una organización; esforzarse para que se haga más amplia y más libre; fundirse, más y más, en el espíritu vivo del movimiento -su ser superior; no despreciarla porque es una forma, ni ensalzarla porque tiene un alma; convertirla en menos doctrinal y más humana. 

12 de Julio, 1897".


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CONSEJOS SENCILLOS, extraído del libro El filósofo amigo, de Robert Crosbie (The Theosophy Company), con algunas correcciones de erratas y puntuación.

28 marzo 2022

Dos senderos para alcanzar la inmortalidad


 [Para entender la inmortalidad a la que hace mención el título de esta entrada, hemos de citar aquí los siguientes extractos del Glosario Teosófico, primero en cuanto a Nirvâna: “… según las explicaciones esotéricas, es el estado de existencia y conciencia absolutas en que el Ego del hombre [o mujer*] que, durante la vida, ha llegado al más alto grado de perfección y santidad, entra después de la muerte del cuerpo, y algunas veces, como en el caso de Gautama Buddha y otros, durante la misma vida”; y también en cuanto a Nirvânî: “`Positivamente (y esotéricamente) se define el Nirvâna como el supremo estado de bienaventuranza espiritual, como la inmortalidad absoluta por medio de la absorción del alma (del Espíritu, mejor dicho) en sí misma, pero conservando la individualidad…”.

*En la mayoría de los textos teosóficos, escritos en el siglo XIX, se utiliza la palabra “hombre” en el sentido de la primera acepción que recoge la RAE: “Ser animado racional, varón o mujer”.]

“Si un hombre no tiene ningún objetivo superior en la vida más que comer, beber y propagar su especie, si todas sus aspiraciones y deseos se centran en el deseo de vivir una vida feliz en el seno de su familia, no tiene nada de malo que siga los dictados de su naturaleza y esté satisfecho con lo que le tocó. Cuando se muera, su familia se lamentará, sus amigos dirán que era un buen compañero; le darán un entierro primera clase, y quizá escribirán en su lápida algo así como lo que vi alguna vez en cierto cementerio:

Aquí está la tumba de John McBride,

Vivió, se casó, y murió.

Y ése será el fin del Sr. John McBride, hasta que en otra encarnación se despierte de nuevo quizá como el Sr. John Smith, o Ramchandra Row, o Patrick O'Flannegan, para encontrarse, en el mejor de los casos, en el mismo plano en que se encontraba antes.

Pero si un hombre tiene propósitos superiores y metas de vida, si quiere evitar un ciclo interminable de reencarnaciones, si quiere hacerse dueño de su destino, entonces debe convertirse primero en dueño de sí mismo…”. (1)

 

“Esta filosofía reconoce dos senderos: ambos tienen un mismo fin, que es una gloriosa inmortalidad.

I.- Uno es el sendero firme y natural del progreso mediante esfuerzo moral y práctica de las virtudes. El resultado es una evolución natural, coherente y segura del alma, y se llega a una posición de firme equilibrio, manteniéndola. Ningún ataque inesperado podrá derribar ni sacudir esa posición. Ése es el método normal que el vasto conjunto de la humanidad sigue, y éste es el rumbo que Shankaracharya recomendó a todos sus sanyasis y sucesores. (2)

 

II.- El otro camino es el escalpado sendero del ocultismo, a través de una serie de iniciaciones. Sólo unas pocas naturalezas especialmente organizadas y peculiares son aptas para este sendero. (2)

“… un ocultista, … valiéndose de su conocimiento superior, adopta ciertos métodos de entrenamiento y disciplina que acelerarán tal proceso evolutivo, permitiéndole el alcance de la cumbre en un lapso relativamente breve, que en el caso de un individuo ordinario puede tardar mil millones de años. En definitiva, en unos pocos millares de años se aproxima a esa forma de evolución que la humanidad ordinaria, quizá alcance en la sexta o séptima rondas durante los procesos del Manvantara o progresión cíclica”. (3)

“El progreso o crecimiento oculto es efectivizado por el Adepto, a lo largo del sendero. El Adepto dirige, a través del chela, varias fuerzas ocultas que a éste le permiten obtener prematuramente, por así decirlo, un conocimiento sobre su naturaleza espiritual, así como poderes para los cuales no está moralmente calificado de acuerdo con el grado de su progreso.

En estas circunstancias, puede suceder que el chela pierda su equilibrio moral y caiga en el sendero dugpa [hechicero, adepto de la magia negra]. De esto no debe inferirse que la escuela ocultista del Sur de la India considere que el estado de Adepto y la iniciación sean un error o una usurpación violenta y peligrosa de las funciones de la naturaleza.

La jerarquía de los adeptos es estrictamente un producto de la naturaleza, igual que un árbol: tiene propósito y función claros e indispensables en el desarrollo de la raza humana. Esta función consiste en mantener abierto el sendero ascendente. La luz y la guía descienden a través de éste. Sin ellas, nuestra raza necesitaría dar cada paso valiéndose de ese método fatigoso e interminable que es el de la prueba y del error, avanzando en todas las direcciones hasta que la casualidad le mostrase el camino correcto. En realidad, la jerarquía de los Adeptos existe para proporcionar maestros religiosos al vulgo que marcha entre tropiezos.

Sin embargo, este sendero es peligrosísimo para quienes no tengan el talismán que les dará seguridad. Dicho talismán está constituido por perfecto desinterés, olvido y aniquilación del ego, consagración al bien de la humanidad y renunciamiento que no sea temporal sino sin término, y cuyo objeto sea iluminar religiosamente a la humanidad. Sin este talismán, aunque el chela (discípulo) haya progresado rápidamente durante un tiempo, llegará un punto en el cual su avance ascendente se detendrá y expresará lo que él valga realmente. Entonces, es probable que quien avanzó de manera lenta y constante por el sendero, sea el primero en fundirse en la luz del Logos.

Esta escuela recomendaba, como el mejor sendero para todos, consagrarse a la virtud, apartarse gradualmente de los más vulgares intereses materiales, retirar del mundo exterior y de sus intereses a las fuerzas vitales y dirigirlas hacia la vida interior del alma, hasta que el ser humano sea capaz de recogerse dentro de sí mismo, por así decirlo. Entonces, al girar y dirigirse hacia el Logos y la vida espiritual, y alejándose del plano material, ingresa primero en la vida astral, y luego en la vida espiritual, hasta que finalmente llega al Logos y alcanza el nirvana.

En consecuencia, lo más prudente es no buscar el sendero del discipulado. Si la persona es apta para este sendero, su propio karma la conducirá imperceptible e infaliblemente hacia éste, pues el sendero del ocultismo busca al chela y, cuando quien es apto aparezca, no dejará de encontrarlo”. (2)

“Que sepa desde el principio y que lo tenga siempre presente: que el verdadero Ocultismo o Teosofía es la “Gran Renunciación del yo” de forma incondicional y absoluta, tanto en el pensamiento como en la acción. Es el Altruismo y aquel que lo practica es catapultado fuera de las filas de las masas. Tan pronto como él ha dado su promesa de dedicarse al trabajo, “vivirá en favor del mundo y no de sí mismo”. Durante los primeros años de prueba, se le perdonan muchas cosas. Sin embargo, en cuanto se “acepte”, su personalidad debe desaparecer y él debe convertirse en una simple fuerza benéfica en la Naturaleza. Después de esto, lo esperan dos polos, dos caminos y ningún sitio intermedio de reposo. Debe ascender, fatigosamente, de peldaño en peldaño, a menudo a través de numerosas encarnaciones y ninguna pausa Devachánica, la escalera áurea que conduce al estado de Mahatma (la condición Arhat o Bodhisatva) o, al primer paso en falso, caerá resbalando a lo largo de la escalera, precipitándose al estado de Dugpa […]”. (4)

                                                                           *****

Al tratarse la idea del Nirvana, es conveniente conocer la postura de la verdadera Teosofía al respecto a la figura del Nirmanakaya, según la explicación que presentó HPB, por ejemplo en su obra La Clave de la Teosofía:

"PREG. ¿Qué puede decirnos de ellos? ¿Y qué significa este nombre para ustedes?

TEÓS. Es el nombre dado a los que, a pesar de que se merezcan el Nirvana y un ciclo de descanso, inducidos por la compasión a la humanidad y a los que han dejado en la tierra, renuncian al estado Nirvánico. El Nirvana no es el “Dewachen”, porque este es una ilusión de nuestra conciencia, un sueño feliz y los que están listos para el Nirvana deben haber perdido todo deseo o posibilidad por las ilusiones del mundo. Un adepto o Santo o cualquier nombre que quiera darle, cree que es un acto egoísta descansar en la beatitud, mientras que la humanidad gime bajo la carga de la miseria producida por la ignorancia. Por lo tanto renuncia al Nirvana y toma la decisión de permanecer invisible, en espíritu, sobre esta tierra. No tienen ningún cuerpo material, porque lo han dejado atrás, sin embargo se quedan con todos sus principios, hasta en la vida astral en nuestra esfera. Ellos pueden comunicarse y se comunican con pocos electos; pero seguramente no con los médiums ordinarios". 

Más clara aún se presenta la idea en este extracto del artículo "Mejorar el Mundo o Salvar el Mundo” (Lucifer de Julio y Octubre de 1889), de la misma autora: "Los Bodhisattvas quienes, habiendo cumplido con todas las condiciones del Budado, tienen el derecho de entrar al Nirvana y prefieren renunciar a este estado de beatitud inducidos por una piedad sin límite para el mundo que yace en la ignorancia y sufre, se convierten en Nirmanakayas. Toman la vestidura Sambhogakaya (el cuerpo invisible) a fin de servir a la humanidad, es decir: viven una vida sentiente después de la muerte y sufren mucho al ver las miserias humanas (que no tienen la libertad de aliviar; ya que son, en la mayoría de los casos, Kármicas)".


                                    *****                            *****                    *****

(1)  Del artículo “Castidad”, de F. Hartman, recogido en la obra Cinco Años de Teosofía.

(2)  Del artículo “Consciencia e inmortalidad”, por T. Subba Row.

(3)  Del artículo “¿Es el Deseo de Vivir Egoísta?”, por H.P.B., “Theosophist” de Julio 1884.

(4)  Del artículo “El Ocultismo Contrapuesto a las Artes Ocultas”, firmado por H.P.B. y publicado en la revista “Lucifer” de mayo 1888.

17 junio 2021

Iniciar el Sendero



“Entre miles de mortales, tal vez uno sólo se esfuerza hacia la perfección y, entre esos que así se esfuerzan, tal vez uno sólo me conoce a mí como Yo Soy".
   Bhagavad Gītā.


En todos los tratados místicos, sobre todo en la filosofía oriental, se habla del recorrido de un camino o sendero por el individuo en su desarrollo espiritual interno. Dicha idea viene acompañada de otras expresiones tales como renunciación, discernimiento, acción correcta, "matar el deseo", perseverancia, sacrificio, autocontrol, devoción, etc. Si nos quedamos en el significado superficial de todo lo anterior, la pregunta que cualquiera puede hacerse será la de por qué ingresar en dicho sendero cuando requiere tanto esfuerzo, o por qué renunciar a los placeres de la vida o a la forma de vida misma que uno entiende que es la correcta.

"Tal vez te preguntes que como el Universo está evolucionando debe llegar un momento en que este proceso de evolución debe cesar y comience la involución; y que cuando esta última haya hecho su curso, todo estará en Nirvana. Entonces, ¿para qué sirve molestarse con el estudio del Ocultismo, etc. si podemos llegar de todas formas a ese estado? Pero existen dos razones por las que deberíamos. La primera consiste en que no sabemos cuándo comenzará el proceso de la involución, quizás millones y miles de millones de años puedan pasar hasta que todo esté en Nirvana, y quién puede saber a través de cuántas transformaciones tendremos que pasar, porque como dije antes, la Materia nunca está quieta sino que está siempre cambiando sus formas. Un Ocultista práctico alcanza ese estado en un tiempo comparativamente corto. La otra razón es: cuando todo esté en Nirvana no seré yo quien alcance el Nirvana. Y aquí debo puntualizar que creo que un hombre puede alcanzar el Nirvana solamente en esta vida y no en otra. Si no llego al Nirvana un tiempo después de morir, tú naturalmente preguntarás, ¿a dónde iré finalmente? Mi respuesta es que si no mantengo mi Individualidad [personalidad] la pierdo. Mi Ego permanece, pero mi Individualidad [personalidad] se pierde. Pierdo algo que en el momento actual me provee la conciencia de que soy Dāmodar, que existo como tal. Si mi Alma Espiritual o Ego es puro y bueno probablemente se eterice y alcance el estado de Nirvana pero no será la Individualidad [personalidad] de Dāmodar la que alcance ese estado. Por lo tanto debo mantener esa Individualidad [personalidad] hasta alcanzar el estado de Nirvana. Y cómo hacerlo nos lo enseña el Ocultismo". (1) y (2)

"Que Él [el "Verdadero Hombre", nuestro componente imperecedero: la tríada de Atman, Buddhi y Manas] ha fracasado en llevar a cabo -como puede haberlo hecho- el propósito inicial de auto-sacrificio, es debido a las ilusiones que pertenecen a la existencia senciente, en la cual Él ha sido involucrado en establecer causas que inevitablemente bajo el karma lo mantienen fluctuando entre el Nacimiento, la Muerte, Kama Loka y Devachan en series continuadas. La liberación del renacimiento de la cual el Gita habla, se obtiene estableciendo causas nacidas del entendimiento de la verdadera naturaleza y misión del Hombre, y acción sobre la base de ese entendimiento mientras que está en un cuerpo. Una vez que la cadena de causación inferior es rota por Él, es libre de elegir, y más aún, ha puesto en juego en todos los planos la suma total de su conocimiento. De ahí en adelante, Su campo es la totalidad de la Naturaleza, visible e invisible; Él entonces vivirá una existencia consciente en el Espíritu, no en la Materia, y puede, mientras que está ocupando cuerpos de duración temporal, mantener y usar Su auto-conciencia espiritual, conocimiento y poder sobre ese plano de existencia, sin detrimento u obstáculo. Tales son los resultados de la "liberación del renacimiento"; en lugar de pérdida como muchos imaginan, significa ganancia inmensurable; la meta es digna de todo esfuerzo". (3) 

Leemos en el Glosario Teosófico que el término sánscrito "samâdhâna" significa "Aquel estado en que el yoguî no puede ya desviarse del sendero del progreso espiritual", por lo tanto, para lograr dicho hito se ha tenido primero que dar el primer paso y progresar gradualmente en el sendero desde lo más bajo: "Hay un momento en que incluso un Buda deja de ser un mortal pecador y da su primer paso hacia la budeidad." (4)

El recorrer el sendero, o incluso el mero acercamiento para empezar a iniciarlo, quizás se trate de la tarea más difícil a la que podamos aspirar en este mundo; sin embargo, otras personas ya han transitado ese camino y nos han dejado advertencias, consejos e incluso completas guías para iniciar ese arduo viaje. De H.P.B. encontramos estas palabras de advertencia al respecto:

"Si un ser quiere seguir las huellas de los filósofos herméticos, debe prepararse, antes, para el martirio. Debe abandonar el orgullo personal y todos los propósitos egoístas, estando listo para encuentros interminables con amigos y enemigos. Debe separarse, de una vez por todas, de cualquier recuerdo de sus ideas anteriores acerca de todo y de todas las cosas. Las religiones, el conocimiento y la ciencia existentes deben volverse, para él, en un libro vacío, así como lo era en los días de su infancia; ya que, si quiere tener éxito, debe aprender un nuevo alfabeto en el seno de la Madre Naturaleza, cada letra del cual le proporcionará un nuevo nivel de percepción y toda sílaba y palabra le ofrecerá una revelación inesperada". (5)

A continuación se expone una serie de citas concernientes directa o indirectamente al progreso espiritual, que han sido extraídas de la obra "El Bhagavad Gītā, Apuntes sobre El Bhagavad Gītā" (6), donde encontramos, aparte de la obra milenaria según la edición que efectuó W. Q. Judge, los comentarios que él mismo fue publicando en "The Path" de los siete primeros capítulos, así como de los restantes por Robert Crosbie:


Continuamos el Sendero en cada nueva vida por donde lo dejamos en la anterior.

KRISHNA: “… El hombre, cuya devoción ha sido rota por la muerte, va a las regiones de los justos [devachán], en donde mora por una inmensidad de años y desde donde renace otra vez sobre la tierra en una familia pura y afortunada; o más aún, en una familia de aquéllos que están espiritualmente iluminados. Pero este renacer en esta vida, en tales condiciones, es muy difícil de obtener. Y habiendo así nacido de nuevo, él se pone, una vez más, en contacto con aquel conocimiento que ya le perteneció en el cuerpo anterior, y de ahí en adelante él lucha con una diligencia aún mayor hacia la perfección, Oh hijo de Kuru. Porque en razón de sus prácticas pasadas, y aún inadvertidamente, él es guiado y en tal condición labora (…).” 


Desaliento, duda, asimilación e impulso.

"Cada estudiante de Ocultismo, de Teosofía o de la verdadera religión, todas siendo una misma cosa, tendrá que pasar por las experiencias de Arjuna. Atraído por la belleza o por otra cualidad seductiva, para él, de este estudio, entra en su ejecución, pero pronto descubre que con ello despierta dos clases de fuerzas. Una de ellas consiste de todos sus amigos y parientes que no ven la vida como él la ve, quienes están comprometidos con el “orden establecido” y piensan que él es un tonto al dedicar su atención a cualquier otra cosa, mientras que la masa en general de sus conocidos y aquellos que encuentra en el mundo, instintivamente se alinean todos contra aquel que, al así comenzar una cruzada que empieza con sus propias faltas e insensateces, ha de terminar en una condenación de las de ellos, aunque si fuera sólo por la fuerza del ejemplo. Los otros adversarios son mucho más difíciles de enfrentar, porque ellos tienen su campo y su base de acción sobre el plano Astral y otros planos invisibles; éstas son todas sus tendencias y facultades inferiores, que hasta este momento han estado sólo al servicio de la vida material. Por la sola fuerza de gravedad moral, ellos vuelan hacia el otro lado, donde ayudan a sus amigos y parientes vivientes en la lucha de éstos contra él. Estas fuerzas del Astral tienen más eficiencia en producir desaliento que cualquier otra cosa. En el poema, se refiere a éstas en las palabras dirigidas por Arjuna a Kṛṣṇa: “Yo no puedo mantenerme en pie; porque mi entendimiento se halla como si me lo hubieran volcado y yo contemplo augurios desfavorables por todas partes”. 
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"Es cierto que, un terrible sentimiento sobreviene en cada caso y más vale que estemos preparados para ello. No podemos vivir siempre del entusiasmo por los goces celestiales. El rosado halo de la naciente aurora no le da, de hecho, la vuelta al mundo entero; y más bien persigue a las tinieblas. Entonces, estemos preparados para ello, no sólo en el primer estado, sino a lo largo de todo nuestro sendero de progreso hasta el sitial Sagrado; porque viene con cada pausa; con cada leve pausa, cuando vamos a tomar un nuevo aliento, dar otro paso y entrar a otra nueva condición".
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"Las primeras consecuencias del desaliento son las de hacernos sentir que la batalla que hemos invitado no debe llevarse a cabo y entonces nos sentimos casi abrumados con el deseo de rendirnos. Algunos se rinden tan sólo para empezar otra vez en una vida subsiguiente, mientras otros, como Arjuna, escuchan la voz de Kṛṣṇa y pelean intrépidamente hasta el final".
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"Al llegar a la conclusión de este primer capítulo, alcanzamos el primer abismo. Este no es el gran abismo, aunque, según nuestra experiencia, parece ser lo máximo. Nosotros estamos ahora frente a frente con nuestra propia desesperación y con su compañera, la duda. Muchos estudiantes de Teosofía han llegado, ante nuestros ojos, a alcanzar este punto —todos los estudiantes verdaderos lo alcanzan. Como un niño que por primera vez se aventura lejos de la vigilancia de sus padres, nos asustamos de todo aquello que nos parece nuevo y, arrojando nuestras armas, intentamos huir; pero, en la búsqueda de la teosofía no es posible retroceder, porque el abismo está detrás de nosotros. 
Hay en la naturaleza una ley que opera en todo estado ya sea moral o físico y que puede ser llamada de la ondulación y de la inhibición; mientras otras veces reaparece como vibración y, todavía, en otros casos, como de atracción y repulsión, pero todos estos cambios son sólo aparentes porque, en el fondo, es la misma ley. Entre los vegetales, esta ley o fuerza hace que la sabia fluya hacia arriba en el árbol por un camino y no permite que regrese en la misma dirección. En nuestra circulación sanguínea, encontramos que la sangre es impulsada desde el corazón y la naturaleza ha provisto pequeñas válvulas que no permiten que esa sangre retorne al corazón por el mismo camino que vino, sino que siga el camino que se le ha provisto. La ciencia médica y anatómica no están seguras de qué es lo que causa que la sangre pase por estas válvulas; de si es la presión desde atrás comunicada por el corazón o si es la presión atmosférica externa que suavemente conduce la sangre en su camino. Pero el ocultista no se encuentra limitado por estas deducciones empíricas. Él va directo al punto y declara que el impulso es del corazón y que el órgano, a su vez, recibe su impulso del gran corazón astral o el Ākāśa, del cual han dicho todos los místicos que tiene un doble movimiento o una vibración alternada, la sístole y la diástole de la naturaleza. 
Por lo tanto, en este sentido, la válvula en la circulación representa el abismo detrás de nosotros que no podemos brincar de nuevo [volver a atravesar]. Estamos dentro de la gran circulación general y compelidos, así, nos guste o no, a obedecer su impulso hacia adelante. 
Este lugar de desaliento de Arjuna es también la misma cosa que es mencionada en la obra “Luz en el Sendero” como un silencio que le sigue a la tormenta. En los países tropicales este silencio es muy evidente. Después que la tormenta ha estallado y ha pasado, hay una quietud, cuando la tierra y los árboles parecen como que han cesado momentáneamente de crear sus familiares, múltiples sonidos. Ellos están obedeciendo la ley general y comenzando el proceso de asimilación
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Nosotros entramos en este gran sendero de acción en el ocultismo mentalmente dispuestos hacia la victoria final. Esta actitud mental instantáneamente arroja todas las partes de nuestro ser en gran agitación, durante la cual las tendencias que son por naturaleza hostiles las unas a las otras, se separan y se alinean en lados opuestos. Esto crea una gran angustia y a menudo induce a la mente a vagar, añadiendo todavía más terror a nuestra sombría desesperación. Nosotros podemos entonces hundirnos y declarar que escaparemos a un bosque o a un monasterio, como se hacía una vez en Europa, de manera que podamos escapar de lo que parece ser terreno desfavorable para un conflicto. Pero hemos invocado una fuerza en la naturaleza y con ello establecido una corriente y una vibración que seguirá hacia adelante no importa lo que nosotros hagamos. Este es el significado del “vuelo de las flechas” que continúa después de que Arjuna se sentó en el asiento de su carroza".
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"Mientras quede la duda no habrá paz, ni certeza, ni esperanza de encontrarla en este mundo o en las próximas vidas, ni tampoco en las grandes vastedades de otros universos en los que podríamos vivir en edades futuras; pues el que está inclinado a la duda hoy, también dudará entonces y así seguirá mientras la rueda gire por millones de años que están aún delante de nosotros. 
Si seguimos el consejo del gran Príncipe, nuestro próximo paso será asumir, en vista de los hechos patentes de la evolución, que existen ciertos grandes Seres que hace mucho tiempo deben haber hollado el mismo camino y que poseen, ahora, el conocimiento y el poder de impartir todo lo que nosotros seamos capaces de captar". 


Ningún esfuerzo se pierde.

"En el verso 40 Kṛṣṇa hace alusión a este sistema como siendo uno de iniciación: 

“En este sistema ninguna iniciación se pierde, ni tampoco hay malas consecuencias y aún una pequeña dosis de esta práctica nos salva de un gran peligro; los propios esfuerzos no son destruidos ni son nocivos”.

Aun cuando no se proclame en los periódicos ni sea propagado aquí y allí a través de grandes Secretarios, Delegados y “Puertas de entrada”, ésta es la madre y la cabeza de todos los sistemas de iniciación. Es la progenitora de los místicos Rosacruces, quienes adoptaron el loto cambiándolo por una rosa y todos los otros cientos de sociedades de iniciación oculta no pasan de ser tenues e incompletas copias de este real sistema; pero, al contrario de aquellas, este jamás se ha disuelto. Es secreto, porque, estando fundamentado en la naturaleza y teniendo sólo verdaderos Hierofantes a su cabeza, su privacidad no puede ser penetrada sin tener la clave verdadera. Y esa llave, en cada grado, es el aspirante mismo. Hasta que ese aspirante no se haya convertido, de hecho, en el signo y en la llave, no puede entrar al grado que está arriba de él. Entonces, en su totalidad y en cada grado, el sistema se auto-protege. Por lo tanto, incluyendo todo otro sistema, éste es el más difícil de todos; pero, en alguna ocasión, ya sea en esta vida o en una edad subsiguiente, tenemos por fuerza que entrar en esta Logia; el intento de entrar bien podría hacerse ya de una vez".
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"Además, ninguno de nosotros y especialmente aquellos que han oído del Sendero o del Ocultismo o de los Maestros, puede decir confiadamente que no ha pasado ya a través de algunas iniciaciones con el conocimiento de ellas. Podríamos estar ya iniciados en algunos grados más altos que lo que sugieren nuestros actuales logros, y estamos pasando nuevas pruebas que nos son desconocidas. Es mejor que consideremos que sí lo estamos, pero siempre que nos aseguremos de eliminar todo orgullo de ese desconocido avance que pudiéramos haber cumplido. Habiendo llegado a esta conclusión, sabemos que esta larga vida es, en sí misma, otra iniciación, en la cual triunfamos o fracasamos a la medida en que aprendamos la lección de la vida. Algunos, sé yo, no se apresurarán a adoptar este punto de vista, porque desean que la Ley trabaje de la manera que ellos le señalen; quieren recibir una señal, una contraseña, un pergamino, o alguna prueba maravillosa, a las cuales ellos estarían dispuestos a someterse en algún momento o lugar determinados. Pero no es así como las cosas funcionan y todo estudiante verdadero lo sabe. Si todas las pequeñas circunstancias de la vida no son comprendidas, si ellas aún tienen el poder de encender la antorcha de la ira o atizar el fuego de la lujuria, ningún tiempo fijo o fecha o torneo de justa le serán ofrecidos por los Maestros de esta Logia. Estas fechas, ocasiones y pruebas mayores son dadas y tienen su sitio para ser superadas, pero ello pertenece a aquel día cuando uno haya levantado la arcada del logro perfecto, excepto la piedra angular; a la cual se le encuentra o se le pierde en la prueba señalada. 
Llegando hasta la puerta misma de esta Logia, está el Sendero del que hablaba recientemente y conduciendo hacia ese Sendero hay muchos caminos. Mejor que intentemos entrar al Sendero en esta encarnación que esperar por vidas subsiguientes
Hay mucho estímulo en las palabras de Kṛṣṇa a Arjuna en este segundo capítulo: “En este sistema los esfuerzos de uno no son destruidos ni son nocivos; aún una pequeña porción de este deber libra al hombre de gran temor”. Esto se refiere a la Ley del Karma. Todo punto de progreso ganado nunca se pierde realmente. Aun cuando nosotros muriéramos en un momento cuando nuestras vidas no estén inmaculadas, el verdadero nivel de nuestro desarrollo no sería rebajado, porque, al reasumir un cuerpo mortal en alguna vida futura sobre esta tierra, recogemos el hilo de continuidad exactamente donde lo habíamos dejado. En un capítulo posterior, Kṛṣṇa dice que nosotros: “nos ponemos en contacto con el conocimiento que perteneció a nosotros en un cuerpo anterior y, desde ese momento en adelante, luchamos con mayor diligencia hacia la perfección".

Acción correcta con desapego a los resultados.

"Kṛṣṇa, entonces, le dice a Arjuna que, siendo imposible permanecer en el mundo sin ejecutar acción alguna, la práctica correcta es la de realizar aquellas acciones (deberes de la vida, ya sean en la guerra o en la paz) que están ahí para ser hechas y hacerlas con un corazón desapegado a los resultados; y debería sentirse satisfecho de hacer lo que se considera como la voluntad del Señor interno, por la sola razón de que hay que efectuarlo. Él lo resume con estas palabras: 
“Pero aquel que, frenando sus sentidos por medio de su corazón y que, estando libre de apego a los resultados de su acción, emprende la devoción activa a través de los órganos de la acción, ese es digno de encomio".
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"Una profunda reflexión sobre esta respuesta dada por el Gran Señor de los Hombres nos mostrará que el reino sobre el que se extiende la influencia de la pasión es mucho más amplio de lo que habíamos supuesto al comienzo. Muchos estudiantes creen que la libertad puede ser rápidamente obtenida tan pronto como ellos empiezan a estudiar el Ocultismo o comienzan la investigación de su ser interno, de lo cual lo externo es sólo una revelación parcial. Ellos entran en este estudio llenos de esperanzas y, al encontrar en ello un gran alivio y entusiasmo, piensan que la victoria ya está prácticamente lograda. Pero el enemigo del cual se ha hablado, esa obstrucción, esa mancha, está presente dentro de un mayor número de factores que componen el ser de lo que parece. 
Kṛṣṇa hace referencia a las tres cualidades o guṇas de Sattva, Rajas, y Tamas. La primera es de la naturaleza de la verdad, pura y luminosa; la segunda participa de la verdad en un grado menor, es de la índole de la acción y tiene también en ella la cualidad del mal; la tercera, Tamas, es enteramente mala, y su peculiaridad esencial es la indiferencia, correspondiendo a la oscuridad y tinieblas en las que ninguna acción de una cualidad pura es posible. 
Estas tres grandes divisiones, llamadas Guṇas en el idioma Sánscrito, incluyen todas las combinaciones de lo que nosotros llamamos “cualidades”, ya sean éstas morales, mentales o físicas. 
Esta pasión o deseo de la que se habla en el capítulo está compuesta de las dos últimas cualidades, Rajas y Tamas. Tal como dice Kṛṣṇa, es indomable. No es posible, como enseñan algunos, el traer un deseo de esta índole a nuestro servicio. Ha de ser matado. Es inútil tratar de usarlo como ayuda, porque su tendencia se dirige más hacia Tamas, o sea, desciende, en lugar de ir más hacia la otra dirección. 
Aquí se muestra que envuelve al conocimiento mismo. Está presente, ya sea en un grado mayor o menor, en cada acción. De ahí la dificultad encontrada por todos los hombres que se disponen al cultivo de lo más elevado que hay en ellos. 
Al principio estamos inclinados a suponer que el campo de acción de esta cualidad es solamente el de los sentidos; pero Kṛṣṇa enseña que su imperio alcanza más allá de todo esto e incluye el corazón y el intelecto también. El alma encarnada, deseosa de conocimiento y de libertad, se encuentra continuamente enlazada por Tamas que, gobernando también en el corazón y la mente, es capaz de manchar el conocimiento y, por lo tanto, asombrar y desconcertar al luchador. 
Esta fuerza tiene preponderancia particularmente entre los sentidos. Y estos últimos incluyen todos los poderes psíquicos tan deseados por aquellos que estudian el Ocultismo. Por lo tanto no implica, necesariamente, que un hombre sea espiritual o que conozca la verdad solo porque sea capaz de ver a través de grandes distancias o de percibir los habitantes que residen en el mundo astral o de oír con el oído interno. En esta parte de la economía humana la cualidad tenebrosa es peculiarmente poderosa. Es más posible que el error esté presente allí que en ningún otro campo y a menos que el vidente sea dueño de sí mismo, no consigue conocimiento valioso, pero es muy probable que caiga, al final, no sólo en errores mucho más grandes, sino también en gran maldad". 

Encontrar lo divino en todas las cosas.

"El discípulo debe aprender a hacer todo acto teniendo lo Divino a la vista, así como lo Divino en todas las cosas. 
[...]
Es ver a Kṛṣṇa en todas las cosas y todas las cosas en él. Al final tendremos que hacer todo esto porque Īśvara, el espíritu en cada uno de nosotros, no es nadie más que Kṛṣṇa; por lo tanto pensemos en Él y luchemos; mientras estamos enredados en este denso bosque de la existencia, pensemos en Él, el León nuestro guardián, el Sabio nuestro guía, el Guerrero nuestra segura defensa y escudo".
...

"Si intentamos, como lo señala Kṛṣṇa, encontrar lo divino en todas las cosas, muy pronto aprenderemos a no juzgar por las apariencias, y si seguimos el consejo que se nos da en este capítulo, de hacer nuestro deber sin esperanza de recompensa y sin el sólo deseo de resultados que tenemos a la vista, entonces el fin será la paz".
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"Y aún en la alta meta que es la aspiración al discipulado bajo un maestro y hasta en el mismo Adeptado, nos encontramos con la misma dificultad. Esta aspiración es loable por encima de la mayor parte de las cosas que podemos formularnos, pero cuando fríamente nos preguntamos, después que la aspiración ha sido formada: “¿Por qué tengo esta aspiración; por qué quiero estar próximo al Maestro?”, nos vemos obligados a admitir que el motivo que impulsa la adquisición de la aspiración estaba manchado por el egoísmo. Podemos fácilmente probar esto con solo inquirir dentro de nuestra propia conciencia si tuvimos esa aspiración para nosotros mismos o para la gran masa de la humanidad, ya sean ricos o pobres, despreciables o nobles; y si seríamos capaces de sentirnos contentos si nos dijeran súbitamente que nuestro hondo anhelo le ha dado beneficio a otros y que nosotros hemos de esperar unas diez vidas más. Podríamos estar seguros de que la respuesta es que estaríamos muy apesadumbrados. En el doceavo verso del poema encontramos el remedio a esta dificultad, así como con la dificultad misma, porque claramente dice allí: “El recto ejecutante de la acción, abandonando el fruto de la misma, logra el descanso a través de la devoción; el errado ejecutante de la acción, apegado al fruto de aquello, permanece atado por causa del deseo"
Estas instrucciones resultarán bien difíciles para todos aquellos que viven para sí mismos y que en ningún grado menor han comenzado a creer que ellos no están aquí por sus propios beneficios. Pero cuando sentimos que no hay separación entre nosotros y ninguna otra criatura y que nuestro Yo Superior nos conduce a través de todas las experiencias de la vida hasta el final de que nosotros habremos de reconocer la unidad de todo, entonces, en vez de actuar continuamente en modo contrario a los objetos de ese Yo Superior, tratamos de adquirir la recta creencia y aspiración. Ni debemos tampoco ser detenidos, como son algunos, por la extrema dificultad de eliminar el deseo egoísta por el progreso. Esa será la labor durante muchas vidas y debemos comenzarla voluntariamente tan pronto como nos es conocida, en vez de esperar a que se nos imponga forzosamente a través del sufrimiento y de múltiples derrotas. 
El error común cometido por los estudiantes de Teosofía, así como por los estudiantes que están fuera del movimiento, es rectificado en este capítulo. Es el hábito de muchos decir que, si estas doctrinas son seguidas al pie de la letra, el resultado sería un ser a quien no le importa nada sino la calma que viene con la extinción en el Supremo Espíritu, esto es: el egoísmo extremo. Y los escritores populares contribuyen a esta ridícula impresión, como lo podemos ver en los numerosos artículos sobre el tema. Entre esos escritores, el sólo seguir de la “idea del engrandecimiento personal”, es el veneno de la era actual, tal como lo piensan los ocultistas, pero que resulta ser la principal belleza a los ojos de aquellos a quienes me estoy refiriendo. Kṛṣṇa lo pone bien claro en el verso veinticinco: 
“La disolución en el Espíritu Supremo es ganada por el sabio de recta visión cuyos pecados han sido agotados, que ha cortado de un tajo todas las dudas, cuyos sentidos y órganos están bajo control, y que es devoto al bienestar de todas las criaturas”.


Tener fe, constancia.

"Tener fe, es el de mantener una convicción de la verdad de aquello sobre el cual uno ha fijado su fe. En el mundo hay muchas “fes”, algunas han sido adoptadas debido a la ignorancia, a la credulidad y a la superstición; otras, porque ellas son atractivas a los deseos de sus seguidores; otras, igualmente, por las verdades parciales que contienen. Pero eso que falta en todas ellas es “conocimiento”, porque una convicción mantenida en la ignorancia no hace más que perpetuar la ignorancia y los resultados de esta; una convicción mantenida por el deseo, sólo perpetúa los deseos y sus resultados; y una convicción mantenida por las verdades parciales perceptibles, indica un poco de conocimiento, pero no lo suficiente para distinguir el error que está siempre entremezclado con las verdades parciales. La “fe” de que habla Kṛṣṇa es aquella que está fundamentada en el auto-conocimiento o el conocimiento del Yo como siendo Todo y estando en Todo. Una confianza puesta sobre ese Yo Supremo y una identificación del Yo de uno con Eso, presenta una base incambiante e incambiable de la cual puede ser percibida la Verdad en relación al Hombre y a toda la Naturaleza. “La verdadera fe” puede sólo existir cuando está fundada sobre el recto saber y conocimiento".
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"El Sendero de cada Arjuna y de cada uno de nosotros, no es más que eso; es primeramente un reconocimiento de que el verdadero conocimiento tiene que existir y un deseo ardiente de obtener ese conocimiento. Entonces, viene una búsqueda por la fuente de tal conocimiento; en esa búsqueda yace el peligro para el buscador. Él encontrará muchos maestros, cada uno con una pretensión de poseer ese conocimiento. Al paso que no tiene aún los medios para determinar lo verdadero de lo falso, aceptará ignorantemente ese maestro o enseñanza que estén de acuerdo con sus propias ideas y deseos. Éste, desafortunadamente, es el curso de la mayor parte de los buscadores. Pero también habremos de encontrar a otros que examinan cuidadosamente las bases fundamentales de las enseñanzas ofrecidas y que acepten sólo aquellas cuyas proposiciones fundamentales pueden ser aplicadas, universalmente, de manera que su verdad se hace auto-evidente". 
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"La constancia se gana por un empeño persistente de llegar a ser constante, firme y determinado. 
“Y si después de una práctica constante, eres todavía incapaz, sígueme por las acciones hechas por mí; porque haciendo obras por mí, lograrás la perfección”. Las obras a las que se refiere esto son especiales, diseñadas y ejecutadas a nombre del Supremo y todas tendientes hacia la eliminación de “la idea personal” de separatividad. 
“Pero, si aún no estás a la altura de esto, entonces, por autorestricción, ofréceme a mí todo lo que hagas, tanto tus éxitos como tus fracasos, abandonando así en mí el fruto de cada acción. Pues, el conocimiento es mejor que la práctica constante, la meditación es superior al conocimiento, la renunciación del fruto de la acción es superior a la meditación; y la emancipación final es el resultado inmediato de tal renunciación”. Se ha dicho que la Fuente de todos los seres es Una; que el objetivo es Uno; pero que el Sendero varía con cada peregrino. Por lo tanto, cada peregrino se encuentra en un punto de su evolución o desarrollo en el que uno u otro de los pasos aquí presentados está al alcance. Cada uno de estos pasos es aquí mostrado como conducente a la dirección de la meta, pero el aspirante ha de verlos solamente como pasos, siendo la condición para su éxito de que él por siempre mantenga a la vista su meta: la unión con el Yo Superior. 
“Dominarse a sí mismo”, significa mantener bajo control el yo personal. “Ofrece todas tus obras, tus fracasos y éxitos igualmente, en mí, abandonando en mí el fruto de cada acción”, esto no necesita mayor explicación; porque esa misma instrucción ha sido dada tan frecuentemente en los capítulos anteriores de la Gītā, por ejemplo: “La libertad viene de la renuncia al propio interés en el fruto de las acciones de uno”. El propio interés es siempre un asunto del modo de pensar; es imposible que tengamos apegos por una cosa acerca de la cual no pensamos; ni sentir antipatía hacia una cosa en la cual no pensamos, por lo tanto, si nos encontramos a confrontar cosas que requieren ser hechas, debemos hacerlas, sin importarnos que ellas prometan triunfo o fracaso para nosotros. Kṛṣṇa dice que la emancipación es el resultado inmediato de tal renunciación y, por lo tanto, coloca la completa renunciación como el logro de la meta. La renunciación es superior a la meditación, porque es por meditación sobre el fin que se tiene en vista que la renuncia nos llega; la meditación es superior al conocimiento, porque el recto conocimiento produce recta meditación; el conocimiento es mejor que la constante práctica, porque la práctica genera conocimiento." 

Evitar el centrarnos en lo fenoménico.

"Ahora, como entonces, las cosas más incidentales de la verdadera práctica del ocultista son consideradas, comentadas y buscadas. Lo fenoménico o el poder de producirlo constituyen el fin y objetivo de los esfuerzos de estos buscadores. Pero busquemos lo que busquemos, no encontraremos, entre ellos, un conocimiento real, una experiencia real, ni la verdadera iniciación. Estando en el sendero equivocado e ilusionados por una falsa luz, ellos no pueden hacer más que confundir, frustrar y engañar a aquellos que han puesto toda su confianza en ellos". 


"Los pares de opuestos".

"El estudiante ha de alzarse a sí mismo más allá de “la influencia de los pares de opuestos”. Él ha de ver que estos son sólo los medios y modos necesarios para darle una más y más amplia percepción, y él tiene por fuerza que darse cuenta que él es el Percibidor y ninguna de sus percepciones. Y a medida que se eleva por encima de esas influencias, encontrará otros como él y aún otros más adelantados que son de una naturaleza divina que aman y que comprenden; que poseen lo que aparece para otros como virtudes, pero que para ellos son sólo las acciones con el conocimiento espiritual que las dirige; que comprenden que los vicios de los hombres son debidos a la ignorancia y no a una maldad innata; y que, por tanto, tienen paciencia, poder y fortaleza, compasión universal, modestia y mansedumbre. Ellos saben que eso que crea la maldad puede ser convertido en aquello que hace el bien; que eso que crea la destrucción, puede ser convertido en aquello que es constructivo; que aquello que crea la separatividad y  egoísmo, puede ser convertido en eso que crea la unidad y el altruismo. Y sabiendo esto, toda la naturaleza es de ellos, cada poder y elemento en ella no son sino sus instrumentos; y no es que las relatividades del bien y del mal puedan o deban ser destruidas, sino que la identidad espiritual de todos los seres habrá de ser realizada en cada nivel o grado, concentrándose sólo en ese tipo de pensamiento y de acción capaz de producir un progreso armonioso hacia la perfección. 

El verdadero discernimiento distingue entre el bien, el mal, y las naturalezas entremezcladas. Sabe que todos los seres humanos son inherentemente perfeccionables y que las imperfecciones existen sólo en la naturaleza inferior adquirida; que mientras esta naturaleza adquirida se exhibe en acciones, su raíz yace en tendencias estimuladas por conceptos limitados y erróneos. El esfuerzo, por lo tanto, no ha de ser gastado en clasificaciones de bien y mal relativos, ni tampoco ha de haber condenación de ningún ser por cualquiera que sea el estado en que ese ser se encuentre; las causas que han conducido a cada estado se muestran, la base correcta para el pensamiento y las acciones es dada, las marcas sobre el “pequeño sendero antiguo” que conducen más allá del bien y del mal relativos, son señaladas, y el peregrino es pacientemente ayudado en cada paso del camino".

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(1) De la obra: "Dāmodar K. Māvalankar. Tras los pasos de un chela indo, Antología de escritos". Compilado y Traducido por integrantes del Centro de Estudios de la Teosofía Original. Esperia Editorial Teosófica, 2014.

(2) El texto fue publicado, entre otras, en la revista que editaba W. Q. Judge "The Path", y en una nota a pie de página se indicó en relación al uso de la palabra individualidad que "Esta palabra es usada para significar las personalidades; la persona en cualquier nacimiento. Desde que la carta fue escrita [1881] individualidad es muy usada queriendo decir la parte indestructible. – Editor, The Path".

(3) Del libro: “Respuestas a preguntas sobre el Océano de la Teosofía”, Robert Crosbie, editorial The Theosophy Company, 1996. 

(4) "Ella, estando muerta, aún habla", H.P. Blavatsky. The Path, 1892.

 
(5) "La Búsqueda Del Ocultismo" es un artículo que H.P.B. escribió para la revista "The Spiritual Scientist".

(6) Nos hemos basado en la edición de Esperia Editorial Teosófica, 2016: "La Bhagavad Gītā y Apuntes sobre La Bhagavad Gītā", con cambios menores en la puntuación y traducción del inglés.