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21 abril 2025

Los Mahatmas Teosóficos, por H.P.B.

Lago Gokyo, Nepal
Por © Vyacheslav Argenberg / http://www.vascoplanet.com/, CC BY 4.0, https://commons.wikimedia.org

 Artículo publicado originalmente en inglés (“The Theosophical Mahatmas”) en la revista The Path, vol. I, diciembre de 1886, número 9. La traducción al castellano se basa en la aparecida en la revista Zanoni, marzo de 1922 -época II, número 3-.

 

"CON profunda pena, aunque no con sorpresa, pues hace años que estoy preparada para semejantes declaraciones, he leído en el Occult Word de Rochester, publicado por Mrs. I. Claver, Presidenta de la Sociedad Teosófica de aquel punto, un artículo, escrito por ella y por Mr. W. T. Brown. El repentino cambio de sentimiento es quizás natural en una señora que jamás ha tenido las oportunidades de que ha gozado Mr. Brown; así es que, cuando dice que después de «un gran deseo de ser puestos en comunicación con los Mahatmas Teosóficos, hemos llegado a la conclusión de que es inútil dirigir los ojos psíquicos hacia los Himalayas», pone de manifiesto un sentimiento de que indudablemente participan muchos teosofistas.

 Si las quejas son justificadas, y si es a los Mahatmas o a los teosofistas a quienes debe dirigirse el cargo, es cuestión que está por resolver. Pendiente durante algunos años, tiene que decidirse ahora, puesto que los dos querellantes declaran, bajo su firma, que nosotros (ellos) no necesitamos correr tras de Místicos Orientales que declaran su incapacidad para ayudarnos. Esta última frase debe examinarse seriamente, y yo reclamo el privilegio de hacer algunas observaciones sobre ella.

 Comienzo declarando que el tono de todo el artículo es el de un verdadero manifiesto. Sintetizado y expurgado de su exuberancia de expresiones bíblicas, llega a esta declaración retumbante: «Hemos llamado a su puerta, y no nos han contestado; les hemos pedido pan, y nos han negado hasta una piedra». La acusación es muy seria; pero ni es justa ni veraz, y esto es lo que me propongo demostrar.

 Como yo fui la primera que hizo pública en los Estados Unidos la existencia de nuestros Maestros, y declaré los nombres santos de dos miembros de una fraternidad, hasta entonces desconocida tanto en Europa como en América (salvo para algunos místicos e Iniciados), nombres venerados, sin embargo, en todo el Oriente, y especialmente en la India; cuya publicidad fue causa de la especulación vulgar y la curiosidad se sobrexcitasen, dando por resultado final el que el público los negase, creo que es deber mío recusar la aptitud del último para explicar la situación de las cosas, pues me considero como la principal culpable. Con esto podrá hacerse quizás bien a algunos e interesar a otros.

 Y no se crea que me presento como campeona o defensora de aquellos que con toda seguridad no necesitan de defensa alguna. Lo que me propongo es presentar hechos sencillos para que se juzgue la situación por sus propios méritos A las terminantes afirmaciones de nuestros hermanos y hermanas, de que han estado «viviendo de cortezas», y andando a caza de dioses extranjeros, sin que les fuera concedida la admisión, yo preguntaría a mi vez y bien claramente: ¿Estáis seguros de haber llamado a la puerta que debíais? ¿Estáis seguros de no haberos extraviado en vuestro camino, «deteniéndoos con frecuencia, durante vuestra jornada, en puertas extrañas, tras de las cuales están en acecho los más fieros enemigos de aquellos a quienes andáis buscando?». Nuestros MAESTROS no son «dioses celosos»; son simplemente santos mortales, más elevados, sin embargo, moral, intelectual y espiritualmente, que nadie en este mundo. Pero por santos que sean y por adelantados que estén en la ciencia de los Misterios, son hombres todavía y miembros de una Fraternidad, a cuyas leyes y reglas, sancionadas por el tiempo, son los primeros en mostrarse obedientes. Una de las primeras reglas exige que los que comienzan su jornada hacia Oriente, como candidatos a la notoriedad y favores de los guardianes de los Misterios, marchen por el camino recto, sin entretenerse en las encrucijadas y sendas transversales, para no unirse a otros Maestros, Profesores de la Ciencia de la Izquierda; se exige asimismo que se tenga confianza y que se den muestras de fidelidad y de paciencia, amén de otras varias condiciones. Si se falta a todo esto desde el principio hasta el fin, ¿qué derecho tiene ningún hombre para quejarse de que los Maestros no le ayuden? Ciertamente «Los Guardianes del umbral están dentro».

Desde el momento en que un teosofista quiere convertirse en candidato, ya para el chelado (1), ya para la obtención de favores, debe tener en cuenta el pacto mutuo, tácita y formalmente estipulado entre ambas partes; y tal pacto es sagrado. Es un compromiso de siete años de prueba. Si durante este tiempo, no obstante las muchas faltas y equivocaciones del candidato (salvo dos que no es necesario especificar aquí) permanece ante cada tentación fiel al Maestro escogido o a los Maestros en general (en el caso de los candidatos laicos), y fiel también a la Sociedad fundada conforme a sus deseos y a sus órdenes, entonces el teosofista será iniciado, y se le permitirá en adelante comunicarse con su gurú sin reservas; y todas sus faltas, salvo las indicadas, pueden ser pasadas por alto pues corresponden a su Karma futuro, y por de pronto pueden dejarse a la discreción y juicio del Maestro. Él sólo tiene el poder de juzgar si durante aquellos largos años, a pesar de sus errores y pecados, deberá ser favorecido el chela con la comunicación de su gurú. Esto último, completamente enterado de las causas y motivos que han conducido al candidato a pecados de omisión y de comisión, es el único que puede juzgar la conveniencia de animarle o dejarle de animar; como que él únicamente tiene títulos para decidirlo, viéndose él mismo bajo la ley inexorable de Karma, de la cual nadie, desde el zulú hasta el arcángel más elevado puede escapar, y además, porque él tiene que asumir la gran responsabilidad de las causas creadas por él mismo.

 Así es que, la condición principal y la única indispensable que se exige al candidato o chela en el período de prueba es simplemente la fidelidad absoluta al Maestro escogido y a sus propósitos. Esto es una condición sine qua non. No por razón, como he dicho ya, de un sentimiento de celos, sino sencillamente porque, «rota la relación magnética existente entre los dos, el restablecerla representa una dificultad doble»; y no es justo ni propio que los Maestros empleen sus poderes en provecho de aquellos, cuya conducta futura y deserción final pronostican ellos con frecuencia de un modo bien claro. Y, sin embargo, ¡cuántos son los que, esperando lo que yo llamaría «favores anticipados», al considerar chasqueados, en vez de repetir humildemente mea culpa, acusan a los Maestros de egoísmo y de injusticia! ¡Acaso quebranten deliberadamente diez veces por año el lazo de conexión, y no obstante, esperan cada vez que se restablezca según las antiguas líneas!

Conozco yo a un teosofista, a quien no nombraré, si bien espero que se reconozca a sí mismo, joven, tranquilo, inteligente, místico por naturaleza, que en su mal aconsejado entusiasmo e impaciencia, cambió de Maestros y de ideas una media docena de veces en menos de tres años. Primero, él mismo se ofreció, fue aceptado a prueba y tomó el voto del chelado; cosa de un año después, se le ocurrió casarse, a pesar de que había tenido varias pruebas de la presencia corpóreas de su Maestro, y le habían sido concedidos varios favores. Habiendo fracasado sus proyectos de matrimonio, buscó «Maestros» bajo otros climas, y se convirtió en un Rosacruz entusiasta; después volvió a la Teosofía como un místico cristiano; luego, trató de nuevo de endulzar sus austeridades con una mujer; abandonó más tarde la idea, y se hizo espiritista; y habiendo vuelto a pedir que se le aceptase de nuevo como chela» (tengo yo su carta), a lo cual su Maestro permaneció silencioso, renunció a él por completo, para buscar, según sus propias palabras, a su «antiguo Maestro Esenio, y hacer experiencia con los espíritus en su nombre».

 La hábil y respetada editora del Ocult Word y su secretario, tienen razón; han escogido el verdadero camino, en el cual, con una pequeñísima dosis de fe ciega, pueden estar seguros de no encontrar decepciones ni disgustos, «Es muy agradable para algunos de nosotros» -dicen- «responder al llamamiento del Hombre de Tristezai, que no rechaza a nadie por indigno o porque no haya atesorado cierta porción de mérito personal». ¿Cómo lo saben ellos? A menos de que acepten el dogma cínicamente horrible y pernicioso de la Iglesia protestante, que enseña el perdón del más negro de los crímenes, con tal que el criminal crea sinceramente que la sangre de su «Redentor» le ha salvado en su última hora. ¿Qué es esto más que fe ciega antifilosófica? El emocionalismo no es la filosofía, y Buddha consagró precisamente su larga vida de sacrificio para arrancar de los hombres aquella superstición generadora de mal. ¿Por qué hablar de Budda, pues, al mismo tiempo? La doctrina de la salvación por el mérito personal y el olvido de sí mismo, es la piedra angular de la doctrina de Buddha. Los dos referidos escritores pueden haber ido, y es muy probable que hayan ido a «casa de dioses extranjeros»: pero no eran éstos nuestros MAESTROS.

 Dicen: «Le han negado tres veces», y proponen «con los pies ensangrentados y espíritu humillado, pedir que Jesús nos tome (a ellos) una vez más bajo sus alas», etc. El «Maestro Nazareno es seguro que les complacerá. Sin embargo, tendrán que vivir de cortezas y fe ciega». Pero en esto ellos son los mejores jueces, y nadie tiene derecho a inmiscuirse en sus creencias privadas. Quiera el cielo que en su resentimiento, no se conviertan un día en nuestros peores enemigos.

 Después de todo -y esto va dirigido a aquellos teosofistas que se hayan disgustados con la Sociedad en general- nadie les ha hecho jamás promesas imprudentes, y menos aún ni la Sociedad ni sus fundadores, han ofrecido a los «Maestros» como premio a los que mejor se conduzcan. Durante algunos años, se ha dicho a cada uno de los nuevos miembros que nada se le prometía, sino que todo tenía que esperarlo de su propio mérito personal. Al teosofista se le deja libre y árbitro de sus acciones. Siempre que se encuentre disgustado aha tentanda via, etc.; no existe el menor inconveniente en buscar por otro lado, a menos que uno mismo se haya ofrecido y se haya decidido a conquistar los favores de los Maestros.

A los de esta última clase me dirijo ahora y les pregunto: ¿Habéis cumplido vuestras obligaciones y compromisos? Vosotros, que quisierais echar toda la culpa sobre la Sociedad y los Maestros (que son la encarnación de la caridad, de la tolerancia, de la justicia y del amor universal), ¿habéis «llevado la vida» requerida y cumplido las condiciones que se exigen al que quiere convertir se en candidato? Aquel que en su corazón y en su conciencia sienta que así lo ha hecho; aquel que esté seguro de no haber faltado seriamente, de no haber dudado jamás de la sabiduría de su maestro, de no haber buscado en su impaciencia otro u otros Maestros para hacerse Ocultista con poderes, y de no haber hecho traición nunca a sus deberes teosóficos, ni aun en pensamiento, que se levante y proteste. Sin el menor temor puede hacerlo; no existe para ello castigo alguno, y no recibirá ni siquiera una censura, y menos aún el ser excluido de la Sociedad, que es la más amplia, la más liberal en sus opiniones, y la más católica de cuantas se conocen o están por conocer. Pero temo que mi invitación quede sin respuesta. Durante los once años de existencia de la Sociedad Teosófica, de los setenta y dos chelas regulares aceptados a prueba y de los centenares de candidatos laicos, sólo he conocido tres hasta la fecha que no hayan caído, y uno solamente que haya obtenido un éxito completo. Nadie obliga a nadie a hacerse chela; nada se promete, nada, excepto el mutuo compromiso entre el maestro y el que pretende llegar a ser chela. En verdad, en verdad, muchos son los llamados y pocos los escogidos; o más bien, pocos son los que tienen la paciencia necesaria para ir hasta el fin de las dificultades, si es que podemos llamar dificultad a la simple perseverancia y unidad de propósito. ¿Y qué diremos de la Sociedad en general, a excepción de la India? ¿Quién entre los muchos millares de miembros viven la vida? ¿Dirá alguno acaso que porque es vegetariano estricto (los elefantes y las vacas también lo son), o porque es todavía célibe, después de una juventud borrascosa en la dirección opuesta, o porque estudia el Bhagavatd-Gita o la «Filosofía Yoga» desde el principio hasta el fin, es teosofista «según el corazón de los Maestros?». Así como el hábito no hace al monje, así tampoco el pelo largo y una vaguedad poética en la frente, son suficientes para hacer un secuaz fiel de la Sabiduría Divina. Mirad en torno vuestro y contemplad la llamada Fraternidad UNIVERSAL. ¿En qué se ha convertido en Europa y en América, durante estos once años de prueba, la Sociedad fundada para poner remedio a los males escandalosos del cristianismo, para destruir el fanatismo y la intolerancia, la hipocresía y la superstición, y para cultivar el verdadero amor universal, extendiéndolo hasta los animales mismos? En una cosa solamente hemos logrado que se nos considere más que a nuestros hermanos los cristianos, los cuales según la expresión gráfica de Lawrence Oliphant, se matan unos a otros fraternalmente, y se baten como demonios por el amor de Dios; y esta cosa es, que hemos dado al traste con todos los dogmas, y tratamos precisamente en la actualidad de borrar hasta el último vestigio posible de la autoridad dogmática, aunque sea nominal. Pero en los demás sentidos, somos tan malos como ellos. Censuras, calumnias, poca caridad, guerra incesante de mutuos reproches; y todo de naturaleza tal, que el mismo infierno cristiano se consideraría orgulloso de ello. ¡Y suponer que todo esto es culpa de los Maestros! ELLOS no ayudarán a los que prestan auxilios a otros para su salvación y su liberación del egoísmo, por medio de puntapiés y de escándalos. ¡A la verdad, somos nosotros un ejemplo para el mundo, y compañeros propios de los santos ascetas de la Cordillera nevada!

Unas palabras para concluir. Se me dirá: ¿Y quién es usted para encontrarnos culpables a nosotros? ¿Acaso usted, que tiene la pretensión de comunicarse con los Maestros, y de recibir diariamente sus favores, es tan santa, tan sin tacha y tan digna? A lo cual contesto: YO NO LO SOY. Imperfecta y llena de defectos, es mi naturaleza; muchos y garrafales son mis errores, y por esto mi Karma es mucho más pesado que el de cualquier otro teosofista. Lo es, y así debe ser desde el momento en que por tantos años permanezco en primer término, siendo el blanco de mis enemigos, y aun también de mis amigos mismos. Y, sin embargo, acepto la prueba con alegría. ¿Por qué? Porque sé que no obstante mis faltas, tengo extendida sobre mí la protección de mi Maestro. Y si la tengo, la razón es, sencillamente, la siguiente: durante más de treinta y cinco años, aún desde 1851, en que vi un Maestro corporal y personalmente por vez primera, «jamás le he negado una sola vez, ni he dudado de Él», ni siquiera en pensamiento. Jamás han brotado de mis labios censura ni murmuración alguna en contra suya, ni aún siquiera han penetrado por un instante en mi cerebro durante las crisis más penosas. Porque desde el principio sabía yo lo que me esperaba; pues se me dijo lo que jamás he cesado de repetir a los demás; esto es, que tan pronto como se entra en el sendero que conduce al Ashrum de los Maestros, únicos custodios de la Sabiduría y Verdad primitivas, el Karma, en vez de distribuirse por todo el tiempo que dura la vida, cae sobre uno con todo su peso y le aplasta. El que cree en lo que profesa y en su Maestro, permanecerá en pie y saldrá victorioso de la empresa; el que duda, el cobarde que teme no recibir lo que se le debe, y procura evitar la justicia, cae. En manera alguna escapará a Karma; pero perderá aquello por lo que se ha expuesto a sus visitas intempestivas. Por esto es por lo que, habiendo sido destrozada de un modo tan constante y tan cruel por mi Karma, que ha empleado a mis enemigos como armas inconscientes, he permanecido yo en pie. Estaba segura de que el Maestro no permitiría que pereciese, que siempre parecería a la hora oncena, y así lo ha hecho. Tres veces me ha salvado de la muerte; la última vez casi contra mi voluntad, cuando volví de nuevo al mundo frío y malvado por amor a Él, que es quien me ha enseñado todo cuanto sé, y ha hecho de mí lo que soy. Por lo tanto, yo llevo a cabo su obra y deseos, y esto es lo que me ha dado fuerza de león para resistir choques físicos y mentales, de los cuales uno solo habría hecho sucumbir a cualquier teosofista que hubiese dudado de la poderosa protección.

Mi único mérito y la sola causa de mi éxito en la Filosofía Oculta, consisten en mi devoción incondicional a Aquel, que es encarnación del deber mío, y en la creencia en la Sabiduría colectiva de aquella fraternidad de hombres santos, tan grande como misteriosa y real.

 Y ahora voy a repetir las palabras del Paraguru (el MAESTRO de mi Maestro), que éste ha enviado a manera de mensaje a los que desean hacer de la Sociedad un «Club de milagros», en lugar de una Fraternidad de Paz, Amor y Mutuo Auxilio. «Perezcan más bien la Sociedad y sus desgraciados Fundadores»; y yo digo, perezcan sus doce años de trabajos y sus mismas vidas, antes que ver lo que hoy día veo; a teosofistas sobrepujando a los políticos en su deseo de poder y autoridad personales; a teosofistas censurándose y calumniándose unos a otros como podrían hacerlo dos sectas cristianas; y, finalmente, a teosofista rehusando vivir la vida, y criticando después y lanzando reproches a los más grandes y más nobles de los hombres, porque sujetos por sus propias leyes, sabias y venerables, y fundadas en un conocimiento de la Naturaleza humana de millares y millares de años, aquellos Maestros se niegan a inmiscuirse en los asuntos de Karma, y a contestar a todo teosofista que les llama, sin pensar si merece o no respuesta.

 A menos que en nuestras Sociedades americanas y europeas se implanten reformas radicales, temo que dentro de poco sólo quede un centro de Teosofía en el mundo entero, o sea la India, aquel país de mi corazón. Todo mi amor y mis aspiraciones todas, se cifran en mis amados hermanos, los Hijos de la antigua Aryavarta, la patria de mi MAESTRO.

H. P. BLAVATSKY.

 

(1) Chela: un discípulo aceptado por un Maestro".

 


15 junio 2023

¿En qué creen los teósofos?

 

Foto de Eberhard Grossgasteiger.

“La Teosofía nunca se ha planteado como dogma, sino como una relación de hechos reunidos a través de observación y experiencia, que cualquier persona puede aceptar o rechazar sin condena ni alabanza”.

 

CONTENIDO:

1.    El sendero del pensamiento independiente.

2.    La Sociedad Teosófica (original) no tiene ningún credo ni dogma.

3.    La Teosofía nunca se ha planteado como dogma.

4.    Las tres proposiciones fundamentales de la Doctrina Secreta:

(a) La existencia de un PRINCIPIO Omnipresente, Eterno, Sin Límites e Inmutable. Lo Absoluto.

(b) La Eternidad del Universo in toto, como plano sin límites; periódicamente “escenario de Universos innumerables, manifestándose y desapareciendo incesantemente”.

(c) La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema Universal. La peregrinación obligatoria para todas las Almas, a través del Ciclo de Encarnación (o de “Necesidad”), conforme a la Ley Cíclica y Kármica.

5.    La Teosofía en la historia.

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 1.    El sendero del pensamiento independiente.

“Sea como fuere, una vez que un estudiante abandona el antiguo y trillado camino rutinario, y entra en el sendero solitario del pensamiento independiente –hacia lo Divino– él es un Teósofo; un pensador original, un buscador de la verdad eterna con «inspiración propia» para resolver los problemas universales”.

2.    La Sociedad Teosófica (original) no tiene ningún credo ni dogma.

“La Sociedad, como organización, no tiene ningún credo, ya que los credos son sólo cascarones alrededor del conocimiento espiritual; y la realización de la Teosofía es el conocimiento mismo –la mismísima esencia de la indagación filosófica y teística. Siendo la representante visible de la Teosofía Universal, no puede ser más sectaria que una Sociedad Geográfica, la cual representa la exploración geográfica universal sin importarle que los exploradores sean de uno u otro credo. La religión de la Sociedad es una ecuación algebraica, en la cual, mientras no se omita el signo = de igualdad, a cada miembro se le permite substituir sus propias cantidades, que concuerden mejor con el clima y otras exigencias de su tierra natal, con las idiosincrasias de su pueblo, o incluso las suyas propias. No teniendo un credo aceptado, nuestra sociedad está muy dispuesta a dar y a tomar, a aprender y enseñar, por experimentación práctica, en oposición a la mera aceptación pasiva y crédula de dogmas impuestos por coacción. Está dispuesta a aceptar todo resultado sostenido por cualquiera de las escuelas o sistemas antes referidos, que pueda ser demostrado lógica y experimentalmente. Y viceversa, no puede aceptar nada por mera fe, sin importar quien haya hecho la afirmación.

La Sociedad, en su conjunto, mantiene que todos los pensadores e investigadores originales del lado oculto de la naturaleza, ya se trate de materialistas –aquellos que encuentran en la materia «la promesa y potencia de toda la vida terrestre», o de espiritualistas– esto es, aquellos que descubren en el espíritu la fuente de toda la energía al igual que de la materia, fueron y son, propia y correctamente, Teósofos. Porque para serlo, uno no necesita necesariamente reconocer la existencia de algún Dios especial o deidad. Uno sólo necesita adorar al espíritu de la naturaleza viviente, y tratar de identificarse con él. Reverenciar esa Presencia, la Causa invisible, la cual sin embargo siempre se está manifestando a sí misma en sus resultados incesantes; el intangible, omnipotente, y omnipresente Proteo; indivisible en su Esencia, que elude cualquier forma, y que sin embargo aparece bajo toda forma; que está aquí y allá y en todas partes y en ninguna; es TODO y NADA; es ubicuo y sin embargo es uno: es la Esencia que llena, une, limita y lo contiene todo; y que está contenida en todo. Pensamos que ahora podrá verse por qué, tales hombres, ya sean clasificados como Teístas, Panteístas o Ateos, están más cerca de los demás. Sea como fuere, una vez que un estudiante abandona el antiguo y trillado camino rutinario, y entra en el sendero solitario del pensamiento independiente –hacia lo Divino– él es un Teósofo; un pensador original, un buscador de la verdad eterna con «inspiración propia» para resolver los problemas universales.

Y ella también está conectada con toda religión honesta, a saber: con una religión dispuesta a ser juzgada por las mismas pruebas y análisis que ella aplica a las otras. Esos libros, que contienen la verdad más evidente por sí misma, son para la Teosofía inspirados (y no revelados). Considera además que todos los libros, debido al elemento humano que contienen son inferiores al Libro de la Naturaleza; para leer y comprender el cual correctamente, deben estar sumamente desarrollados los poderes innatos del alma. Las leyes ideales sólo pueden ser percibidas por la facultad intuitiva; ellas están más allá del terreno de la argumentación y la dialéctica, y nadie puede comprenderlas o apreciarlas correctamente a través de las explicaciones de otra mente, aún cuando incluso esta mente afirme tener una revelación directa”. (1)

3.    La Teosofía nunca se ha planteado como dogma.

“En cuanto a ‘una presentación dogmática’, la Teosofía nunca se ha planteado como dogma, sino como una relación de hechos reunidos a través de observación y experiencia, que cualquier persona puede aceptar o rechazar sin condena ni alabanza. También podríamos etiquetar a las matemáticas -la única ciencia exacta que usamos- como ‘dogmática’ porque se plantea como un conjunto de hechos que el estudiante puede analizar, aplicar y probar por sí mismo. La Teosofía se encuentra exactamente en el mismo estado: es una presentación del Conocimiento adquirido a través de eones y no debe ser confundida con las especulaciones de algunos de sus estudiantes, quienes en el mejor de los casos están sujetos a sus prejuicios personales, predilecciones y debilidades. También debe entenderse claramente que todos los escritores o líderes teosóficos, excepto aquéllos que trajeron la Teosofía al mundo, son estudiantes de mayor o menor dominio de la ciencia y, por lo tanto, son susceptibles de ideas y aplicaciones erróneas. La única posibilidad de discernir tales errores reside en una comparación con la Ciencia como se presentó originalmente”. (2)

4.    Las tres proposiciones fundamentales de la Doctrina Secreta.

No hay dogma en Teosofía, pero la misma presenta una ciencia fruto la observación e investigación llevada a cabo desde tiempos inmemoriales; sobre esta ciencia o filosofía H. P. Blavatsky escribió multitud de artículos y varios libros, de los que destacan La Doctrina Secreta. En dicha obra, se recogen una serie de “conceptos fundamentales” respecto de los que H.P.B. dijo que “cuando el lector los haya comprendido claramente, y haya visto la luz que arrojan sobre todos los problemas de la vida, no necesitará mayor justificación a sus ojos, puesto que su verdad será tan evidente para él como la luz del sol”. He aquí las tres proposiciones fundamentales (3):

“(a) Un PRINCIPIO Omnipresente, Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda especulación es imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana, y sólo podría ser empequeñecido por cualquiera expresión o comparación de la humana inteligencia. Está fuera del alcance del pensamiento, y según las palabras del Mandukya es “inconcebible e inefable”.

Para que la generalidad de los lectores perciba más claramente estas ideas, debe comenzar con el postulado de que hay una Realidad Absoluta anterior a todo Ser manifestado y condicionado. Esta Causa Infinita y Eterna (obscuramente formulada en lo “Inconsciente” y en lo “Incognoscible” de la filosofía europea corriente), es la raíz sin raíz de “todo cuanto fue, es o ha de ser”. Hállase, claro está, desprovista de toda clase de atributos, y permanece esencialmente sin ninguna relación con el Ser manifestado y finito. Es la “Seidad” más bien que Ser (Sat en sánscrito), y está fuera del alcance de todo pensamiento o especulación.

Esta “Seidad” se simboliza en la Doctrina Secreta bajo dos aspectos. Por una parte, el Espacio abstracto absoluto, que representa la mera subjetividad, lo único que ninguna mente humana puede excluir de concepto alguno, ni concebir en sí mismo. Por otra parte, el Movimiento Abstracto absoluto, que representa la Conciencia Incondicionada. Los mismos pensadores occidentales han hecho ver que la Conciencia es inconcebible para nosotros sin el cambio, y lo que mejor simboliza el cambio es el movimiento, su característica esencial. Este último aspecto de la Realidad Una se simboliza también por el término “El Gran Aliento”, símbolo suficientemente gráfico para necesitar más explicación. Así pues, el primer axioma fundamental de la Doctrina Secreta es esta SEIDAD metafísica UNA y ABSOLUTA, simbolizada por la inteligencia finita en la Trinidad teológica.

(…)

Parabrahm (la Realidad Una, lo Absoluto), es el campo de la Conciencia Absoluta; esto es, aquella Esencia que está fuera de toda relación con la existencia condicionada, y de la cual la existencia consciente es un símbolo condicionado. Pero en cuanto salimos en nuestro pensamiento de esta, para nosotros, Absoluta Negación, surge el dualismo en el contraste de Espíritu (o Conciencia) y Materia, Sujeto y Objeto.

El Espíritu (o Conciencia) y la Materia, sin embargo, deben ser considerados no como realidades independientes, sino como los dos símbolos o aspectos de lo Absoluto (Parabrahm), que constituyen la base del Ser condicionado, ya sea subjetivo, ya objetivo.

Considerando esta tríada metafísica como la Raíz de la cual procede toda manifestación, el gran Aliento toma el carácter de Ideación precósmica. Él es la fons et origo de la fuerza y de toda conciencia individual, y provee de inteligencia directora al vasto plan de la Evolución cósmica. Por otra parte, la Substancia-Raíz precósmica (Mulaprakriti) es el aspecto de lo Absoluto que sirve de fundamento a todos los planos objetivos de la Naturaleza.

(b.) La Eternidad del Universo in toto, como plano sin límites; periódicamente “escenario de Universos innumerables, manifestándose y desapareciendo incesantemente”, llamados “las estrellas que se manifiestan” y las “chispas de la Eternidad”. “La Eternidad del Peregrino” es como un abrir y cerrar de ojos de la Existencia por Sí Misma” (Libro de Dzyan). “La aparición y desaparición de Mundos, es como el flujo y el reflujo regular de las mareas”.

Esta segunda aserción de la Doctrina Secreta es la universalidad absoluta de aquella ley de periodicidad, de flujo y reflujo o, de decadencia y crecimiento, que la ciencia física ha observado y consignado en todas las esferas de la Naturaleza. Alternativas tales como Día y Noche, Vida y Muerte, Sueño y Vigilia, son hechos tan comunes, tan perfectamente universales y sin excepción, que será fácil comprender cómo vemos en ellas una de las Leyes absolutamente fundamentales del universo.

Enseña también la Doctrina Secreta:

(c) La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema Universal, siendo esta última un aspecto de la Raíz Desconocida; y la peregrinación obligatoria para todas las Almas, destellos suyos, a través del Ciclo de Encarnación (o de “Necesidad”), conforme a la Ley Cíclica y Kármica, durante todo el término de aquél. En otras palabras: ningún Buddhi puramente espiritual (Alma Divina) puede tener una existencia consciente independiente antes que la chispa que brotó de la Esencia pura del Principio Sexto Universal, o sea el ALMA SUPREMA, haya (a) pasado por todas las formas elementales pertenecientes al mundo fenomenal de aquel Manvantara, y (b) adquirido la individualidad, primeramente por impulso natural, y después por los esfuerzos propios conscientemente dirigidos (regulados por su Karma), ascendiendo así por todos los grados de inteligencia desde el Manas inferior hasta el superior; desde el mineral y la planta al Arcángel más santo (Dhyani Buddha). La Doctrina fundamental de la Filosofía Esotérica no admite en el hombre ni privilegios ni dones especiales, salvo aquellos ganados por su propio Ego, por esfuerzo y mérito personales a través de una larga serie de metempsicosis y reencarnaciones. Por esto dicen los hindúes que el Universo es Brahma y Brahmâ; porque Brahma está en todos los átomos del Universo, siendo los seis principios de la Naturaleza la expresión, o los aspectos diversamente diferenciados, del SÉPTIMO y UNO, única realidad en el Universo, sea cósmico o micro cósmico; y también porque las permutaciones psíquicas, espirituales y físicas del sexto (Brahmâ, el vehículo de Brahma) en el plano de la manifestación y de la forma, se consideran por antífrasis metafísica, como ilusorias y Mayávicas. Pues, aunque la raíz de todos los átomos individualmente, y de todas las formas colectivamente, es este séptimo principio o la Realidad una, sin embargo, en su apariencia manifestada, fenomenal y temporal, todo ello es tan sólo una ilusión pasajera de nuestros sentidos”. (3)

5. La Teosofía en la historia.

“Ammonio [Ammonio Saccas: Grande y eminente filósofo que vivió en Alejandría entre el segundo y tercer siglo de nuestra era. Fue el fundador de la Escuela neoplatónica de los filaleteos o “amantes, de la Verdad”.] tenía como meta y propósito el reconciliar a todas las sectas, pueblos y naciones bajo una fe común una creencia en un Poder Supremo, Eterno, Desconocido e Innominado, que gobierna al universo por medio de leyes inmutables y eternas.

Por medio de esa intuición superior adquirida por medio de la Theosophía –o Conocimiento de la Deidad, la cual conduce a la mente, del mundo de la forma, al del espíritu sin forma, el hombre en toda época y en todo país, a veces ha sido capacitado para percibir cosas en el mundo interior o invisible. De aquí, el «Samadhi» o Dyan Yog Samadhi de los ascetas hindúes; el «Daïmonion-photi», o iluminación espiritual, de los Neo Platónicos; la «Confabulación sideral de las almas», de los Rosacruces o filósofos del Fuego; e, incluso el trance extático de los místicos y de los mesmeristas y espiritistas modernos, son idénticos en naturaleza, aunque diferentes en cuanto a su manifestación. La búsqueda del «ser» más divino del hombre, tan frecuente y erróneamente interpretada como comunión individual con un Dios personal, era el objeto de todo místico. Y la creencia en su posibilidad parece haber sido contemporánea de la génesis de la humanidad cada pueblo dándole otro nombre. Es así como Platón y Plotino llaman «Trabajo Noético» a lo que los Yogis y los Srotriyas denominan Vidya. «Por medio de la reflexión, el conocimiento de sí mismo y la disciplina intelectual, el alma puede ser elevada a la visión de la verdad eterna, la bondad, y la belleza esto es, a la Visión de Dios y esto es la epopteia», decían los Griegos.

La Teosofía, es por lo tanto, la Religión de Sabiduría arcaica, la doctrina esotérica conocida alguna vez en todo país antiguo que haya merecido el título de civilizado. Todos los escritos antiguos nos enseñan a esta «Sabiduría» como una emanación del Principio divino; y la clara comprensión de ello es tipificada por nombres tales como el Buddha Indo, el Nebo Babilónico, el Thoth de Menfis, el Hermes de Grecia: también en la apelación de algunas diosas –Metis, Neitha, Athenea, la Sophia Gnóstica, y finalmente– los Vedas de la palabra «conocer». Bajo esta designación, todos los filósofos antiguos del Oriente y Occidente, los Hierofantes del antiguo Egipto, los Rishis de Aryavarta, los Theodidaktoi de Grecia, comprendieron todo conocimiento de las cosas ocultas y esencialmente divinas. La Mercavah de los Rabinos Hebreos, las sucesiones secular y popular, fueron designadas de esta manera, sólo como el vehículo, la cáscara que contenía el conocimiento esotérico superior. Los Magus de Zoroastro recibieron instrucción y fueron iniciados en las cuevas y logias secretas de Bactria; los hierofantes egipcios. Y griegos tenían sus aporrhêta, o di secretos, durante los cuales el Mystês llegaba a ser un Epoptês: un Vidente.

La idea central de la Teosofía Ecléctica era la de una Esencia Suprema única, Desconocida e Incognoscible –ya que «¿cómo podría uno conocer al conocedor?» inquiere el Brihadaranyalka Upanishad. Su sistema estaba caracterizado por tres rasgos notables: la teoría de la Esencia antes mencionada; la doctrina del alma humana –una emanación de dicha Esencia y por lo tanto de la misma naturaleza; y su Theurgia. Es esta última ciencia la que ha hecho que no sean comprendidos los Neo Platónicos en nuestra era de ciencia materialista. La Theurgia, siendo esencialmente el arte de aplicar los poderes divinos del hombre a la subordinación de las fuerzas ciegas de la naturaleza, sus seguidores fueron primero denominado magos –una corrupción de la palabra «Magh», que significa un hombre sabio, o erudito –y posteriormente ridiculizados. Los escépticos de hace un siglo habrían errado completamente si se hubiesen reído de la idea de un fonógrafo o de un telégrafo. Los ridiculizados y los «infieles» de una generación generalmente se convierten en los sabios y santos de la siguiente.

… la Teosofía y los Teósofos hayan existido desde que la primera luz vacilante del pensamiento naciente hizo que el hombre buscara instintivamente los medios de expresar sus propias opiniones independientes.

Ya había Teósofos antes de la era cristiana, no obstante que los escritores cristianos atribuyan el desarrollo del sistema Teosófico Ecléctico, a la primera parte del tercer siglo de su Era. Diógenes Laërtius considera que el origen de la Teosofía se remonta a una época que antecede la dinastía de los Ptolomeos, y menciona como su fundadora un Hierofante Egipcio llamado Pot-Amun; siendo este nombre copto, el cual significa un sacerdote consagrado a Amun, el dios de la Sabiduría. Pero la historia muestra que fue revivida por Ammonio Saccas, el fundador de la Escuela Neo-Platónica. Él y sus discípulos se llamaban a sí mismos «Philaletheians» –amantes de la verdad–; mientras que otros los denominaban «Analogistas», debido a su método de interpretar todas las leyendas sagradas, mitos y misterios simbólicos, por medio de una regla de analogía o correspondencia tal, que los acontecimientos que hubieren ocurrido en el mundo externo eran considerados como expresión de las operaciones y experiencias del alma humana”. (4)

 

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(1) ¿Qué son los Teósofos?, “The Theosophist”, Vol. 1. Número 1. Octubre, 1879.

(2) El Filósofo Amigo, Robert crosbie.

(3) La Doctrina Secreta, volumen I, Helena P. Blavatsky (páginas 14-18, versión original).

(4) ¿Qué es la Teosofía?, “The Theosophists”, Vol. I, Número 1, octubre de 1879.