03 octubre 2020

Reencarnación

La reencarnación representada en el arte hinduista. Wikipedia.


La reencarnación es una teoría aceptada por muchas personas hoy en día, a pesar de que en occidente la Iglesia la niegue desde el siglo VI. Según la RAE reencarnar es volver a tomar forma corpórea, referido a “seres o espíritus”. Supone, por tanto, aceptar que hay algo más allá de nuestra forma material física; es reconocer que no somos meros organismos vivos que vienen a este mundo de forma aleatoria; que nacen y mueren sin razón alguna, poco más que por puro azar o casualidad. A partir de ahí, hay que saber escudriñar la verdad de lo irreal, la lógica de la fantasía. Acudir al conocimiento divulgado por los Sabios de todas las edades es lo más seguro en este como en otros casos, y ahí aparece la Teosofía. 

Conocer la reencarnación tiene que ver con entender la muerte y al mismo tiempo la vida; está estrechamente relacionada con la Ley de la Retribución (Karma) y con los siete principios del ser humano. Cuando se vislumbra su lógica, una pieza más encaja en la comprensión de la existencia, y se entiende que “el hombre es de por sí su propio salvador y su propio destructor; y que él no tiene que acusar al Cielo ni a los Dioses, al Destino ni a la Providencia, de la injusticia aparente que reina en la humanidad”. (1) 

En La clave de la teosofía de H.P. Blavatsky, encontramos la siguiente cita de Alfred P. Sinnet: “(…) El alma humana, una vez lanzada en el flujo evolutivo como individualidad humana, pasa por periodos alternados de existencia física y relativamente espiritual. Pasa de un plano o estrato o condición de la naturaleza, a otro, bajo la guía de sus afinidades Kármicas, viviendo en encarnaciones, la vida que su Karma ha pre-ordenado. Modifica su progreso dentro de los límites de las circunstancias y, desarrollando un Karma nuevo por el abuso o el uso de las oportunidades, vuelve, pasando por la región intermedia de Kāmaloka, a la existencia espiritual (Dewachen), después de cada vida física, para descansar, vigorizarse y para realizar el gradual absorbimiento en su esencia (…) [Diálogos en la Logia de Londres de la Sociedad Teosófica”, número 7, octubre 1885]”. 

Se divide la presente compilación de citas en preguntas o supuestos para una mejor comprensión, y sus respuestas se extraen de las obras de Helena P. Blavatsky y William Q. Judge, quienes nos acercaron una porción de esa sabiduría antigua tan olvidada y malinterpretada, aún hoy: 


¿De dónde proviene esta teoría de la reencarnación? 

“Las doctrinas de la Teosofía son simplemente los ecos fieles de la Antigüedad. El ser humano es una Unidad sólo en su origen y en su final. (…) No existe ningún filósofo notable que no creyese en: 1) la reencarnación (metempsícosis), 2) la pluralidad de los principios humanos o que el individuo tenía dos Almas dotadas de naturalezas separadas y distintas; una: caduca, el Alma Astral y la otra: incorruptible e inmortal; 3) el Alma Astral no era el ser humano que representaba, “ni su espíritu, ni su cuerpo; sino su reflejo, en la mejor de las hipótesis.” Esto lo enseñaban los brahmines, los budistas, los judíos, los griegos, los egipcios, los caldeos, los herederos post-diluvianos de la Sabiduría pre-diluviana, Pitágoras, Sócrates, Clemente Alejandrino, Sinesio, Orígenes, los poetas griegos más antiguos y los gnósticos, que Gibbon muestra que son los seres más refinados, eruditos e iluminados de todas las edades (...). Sin embargo, el populacho fue el mismo en todas las eras: supersticioso, porfiado, proclive a materializar toda concepción espiritual, noble e idealista, rebajándola a su nivel y refractario a la filosofía”. (3) 

¿Qué es lo que reencarna? 

“Este “Pensamiento” individualizado es lo que nosotros, los teósofos, llamamos el EGO real humano, la Entidad pensante encarcelada en un estuche de carne y huesos. Es seguramente una Entidad Espiritual, no Material y tales Entidades son los Egos que se encarnan, animando al conjunto de materia animal llamado humanidad y cuyos nombres son Mānasa o “Mentes” [también llamada alma humana]”. (2) 

“renacimiento o reencarnaciones periódicas para el Ego inmortal (…); ya que este Ego es la raíz de toda nueva encarnación, el hilo en el cual se enhebran, una después de la otra, las falsas personalidades o cuerpos ilusorios, llamados seres humanos, en los que la Mónada-Ego reencarna durante el ciclo de renacimientos”. (3) 

¿Por qué reencarnamos? 

“La filosofía enseña que la naturaleza nunca deja su trabajo inconcluso; si en la primera tentativa se frustra, vuelve a intentarlo. Cuando desarrolla un embrión humano, la intención es que este ser sea perfecto, desde el punto de vista físico, intelectual y espiritual. Su cuerpo debe crecer, madurar, declinar y morir; su mente debe expandirse, madurar y ser armoniosamente equilibrada; su espíritu debe iluminar e integrarse fácilmente con el ser interno. Ningún ser humano termina su gran ciclo o el “círculo de la necesidad”, hasta que todos estos pasos han sido realizados. (…) Nadie puede pasar más allá de este mundo (nuestra tierra) sin haber alcanzado la perfección “física, moral y espiritual.” ¿Cómo es factible todo esto sin una serie de renacimientos por los cuales es menester pasar para la perfección necesaria en cada esfera; ya que la evolución en el “círculo de la necesidad” jamás puede realizarse en una vida humana?”. (3) 

(…) Nosotros vagamente percibimos muchas verdades que una sola vida no nos da tiempo suficiente para asir y comprender, y esto es especialmente así cuando los hombres tienen que sostener gran lucha para sobrevivir. Nuestras facultades son pequeñas, sin desarrollo o débiles; una sola vida no da la oportunidad para alterar esto; nosotros percibimos otros poderes que tenemos latentes, que no pueden ser desarrollados en tan corto espacio de tiempo, y tenemos mucho más que una simple sospecha, de que el ámbito del campo de la verdad es mucho mayor que el reducido círculo en el cual estamos ahora confinados. (4) 

¿Qué ocurre al momento de morir? 

“En el momento solemne de la muerte, todo ser humano, aun cuando la muerte es repentina, ve desfilar toda su vida en los detalles más diminutos. Por un breve lapso, el ego personal se vuelve uno con el Ego individual omnisciente. Este instante es suficiente para mostrarle la cadena completa de causas que han estado trabajando durante su vida. Ve y se entiende a sí mismo como es, despojado del elogio y de sus ilusiones. Lee su vida como si fuera un espectador que mira en la arena que está abandonando. Siente y sabe la justicia de todo sufrimiento que ha experimentado”. (2) 

“… al final de la vida, cuando los ojos se cierran y aquellos que nos rodean declaran que hemos fallecido, cada pensamiento y cada circunstancia de la vida cruza relampagueante, pero de manera vívida dentro y a través de la mente”. (4) 

Estados tras la muerte: kama loka y dewachen (o devachán). 

Para comprender mejor lo que se va a exponer, es necesario conocer previamente la composición septenaria del ser humano: sus cuatro principios inferiores y perecederos y los tres superiores y eternos. 

“En orden cronológico, primero nos dirigimos al kāma loka —o la esfera del deseo— por la defunción del cuerpo, y entonces los principios superiores, o sea el verdadero hombre, entran en estado de Dewachen. 

(…) Primero: El cuerpo visible que con todos sus elementos es abandonado para su completa disgregación en el plano terrestre, en donde todos los rudimentos de que el mismo se compone, con el tiempo se dispersan entre las diferentes divisiones físicas de la naturaleza. 

Segundo: El kāma rūpa, que se compone del cuerpo astral y de las pasiones y deseos, que de inmediato también comienzan a disgregarse sobre el plano astral. 

Tercero: El hombre verdadero, la suprema tríada Ātma-Buddhi-Manas, inmortal, ahora fuera de las condiciones terrestres y carente de cuerpo físico, comienza su función en Dewachen sólo como una mente cubierta con una vestidura muy etérea, la cual él descartará cuando le llegue la hora del retorno hacia la esfera terrestre”. (4) 

“El kāma loka, o la sede de los deseos, es la región astral que penetra y circunda la Tierra. Como sitio, kāma loka se encuentra en, sobre, y alrededor de la Tierra y su extensión alcanza a una distancia definida sobre la Tierra, pero las leyes ordinarias que aquí prevalecen no rigen allí, y las entidades que allí dentro residen, no están sujetas a las mismas condiciones que nosotros con respecto al espacio y al tiempo. Como un estado o condición, es metafísico, aunque lo metafísico, en este sentido, es relativo al plano astral. Se le ha llamado el plano del deseo porque se relaciona con el cuarto principio [kāma rupa, deseos y pasiones], y en él, la fuerza predominante es la del deseo exento y separado de la inteligencia. Kāma loka es una esfera astral intermedia entre la vida terrestre y la celeste. Sin duda alguna, este es el origen de la doctrina Cristiana del purgatorio (…). 

El hecho real tras de esta superstición, es que el alma puede ser retenida en kāma loka por la enorme fuerza de algún deseo aún no satisfecho y por lo que no puede liberarse de la vestidura astral y kámica, hasta que tal deseo no haya sido satisfecho por algún otro ser sobre la Tierra o por el alma misma. Pero si la persona era de pensamientos puros y elevados y de nobles aspiraciones, la separación de los principios en ese plano se completa con rapidez, permitiendo de esta manera que la tríada superior entre al plano de Dewachen

(…) La vida humana es muy variada en lo que toca al carácter y a otras potencialidades, y por cada una de estas características se provee el lugar apropiado después de la muerte, convirtiéndose de esta manera kāma loka en una esfera infinitamente variada. 

(…) El hombre astral en el plano de kāma loka es simplemente un cascarón sin alma y sin mente, sin conciencia así como también incapaz de actuar, a no ser que sea vivificado por fuerzas o poderes fuera de este. Tiene lo que aparenta ser una conciencia animal o automática debida enteramente a la muy reciente asociación con el Ego humano”. (4) 

“Hemos llegado ahora a la esfera del dewachen. Después de un cierto tiempo en kāma loka, el ser cae dentro de un estado de inconsciencia, el cual antecede a la transición hacia el próximo estado”. (4) 

“Después de la muerte, las cualidades mejores, más nobles y más puras de Manas o el alma humana, ascienden, junto a la Mónada divina, en Devachan, del cual nadie emerge o retorna, excepto en el momento de la reencarnación”. (3) 

“Entonces todo parece al ser tan real como nos parece este mundo. Simplemente el Ego tiene ahora la oportunidad de erigir para sí su propio mundo, sin ser obstaculizado por las vallas de la vida material. Su estado puede ser comparado al del poeta o del artista que, ensimismado en el éxtasis de su composición, o en el arreglo de colores, permanece insensible al transcurso del tiempo o a las cosas del mundo. 

(…) Los seres desesperadamente materialistas permanecerán en la esfera dewachánica en un estado de letargo o sueño, podríamos decir, porque carecen de fuerzas apropiadas y que correspondan a ese estado dewachánico, excepto de una forma muy vaga, y para tales seres puede decirse que no existe estado después de la muerte en cuanto a la mente concierne. (4) 

“En efecto: después de la muerte, el binomio inmortalidad y conciencia se convierte, para la personalidad terrenal del ser humano, simplemente en atributos condicionados, dependiendo enteramente de las condiciones y las creencias creadas por el alma humana misma durante la vida de su cuerpo. El Karma actúa incesantemente: en nuestra vida de ultratumba cosechamos sólo los frutos de lo que hemos sembrado en esta. (2) 

“¿y qué pasa con esos seres que dejamos atrás?, ¿los veremos allí? No los vemos allí de hecho, pero conscientemente nos hacemos sus imágenes tan plenas, completas y objetivas como en la vida terrestre, y desprovistas de todo lo que entonces juzgamos como imperfección. Vivimos entre ellos y los vemos crecer nobles y buenos en vez de mezquinos o malos”. 

Pero las entidades en dewachen no están enteramente desprovistas de poder para ayudar a los que quedaron sobre la Tierra. El amor, maestro de la vida, si es verdadero, puro y profundo, inducirá al bienaventurado Ego en dewachen a influir benéficamente sobre aquellos que quedaron en la Tierra, no sólo en la parte moral, sino también en la de circunstancia material. Esto es posible bajo una ley del universo oculto que no puede ser explicada ahora con provecho, pero el asunto puede mencionarse”. (4) 

“En Dewachen estamos con los seres que hemos perdido en la forma material y estamos más cerca de ellos ahora que cuando estaban vivos. Y esto no tan sólo en la fantasía de la entidad en Dewachen, como alguno podría imaginarse, sino en realidad. El amor puro y divino no sólo es la flor del corazón humano, sino que tiene sus raíces en la eternidad”. (2) 

“La última pregunta por considerar es, si a nosotros nos es posible o no desde esta esfera alcanzar a los que residen en dewachen, o si ellos pueden llegar a la nuestra. No podemos alcanzarlos ni influenciarlos, a menos que seamos Adeptos. 

Cuando el período completo asignado por las fuerzas del alma ha concluido en dewachen, los hilos magnéticos que atan el alma a la Tierra comienzan a ejercer su poder. El Ser despierta de su sueño, es velozmente guiado hacia un nuevo cuerpo, y, entonces, justo antes del nacimiento, el Ego ve por un instante todas las causas que le condujeron al dewachen y de regreso a la nueva vida a punto comenzar, y sabiendo que es todo justo y sólo el resultado de su propio pasado, el Ego no se lamenta, sino que otra vez toma su cruz... y otra alma ha regresado a la Tierra. (4) 

¿Realmente se conectan los médiums con los Espíritus de los fallecidos? 

“Lo que puede influir, y en realidad influye a los sensitivos y a los médiums desde esta esfera astral, son los cascarones anteriormente descritos [el hombre astral en el plano de kāma loka]. Sin alma y conciencia, estos cascarones astrales no son bajo ningún concepto los espíritus de nuestros difuntos. Ellos son ropajes y envolturas desechados por el hombre interno; son la parte crasa y terrestre descartada en el vuelo al devachan, y por eso siempre han sido considerados por los antiguos como demonios —nuestros demonios personales— por ser esencialmente astrales, terrestres y pasionales. En realidad sería sorprendente si este cascarón, después de haber sido por tantos años el vehículo del hombre verdadero, o Ego sobre la Tierra, no retuviera una memoria y conciencia automáticas. 

Existentes en la esfera de kāma loka (…) están los elementales o fuerzas de la naturaleza. Estas entidades son innumerables y sus subdivisiones son casi infinitas, siendo, en cierto sentido, como los nervios de la naturaleza. (…) Cuando un médium forma el canal (…) estos elementales establecen una conexión artificial con el cascarón astral de una persona fallecida, con la ayuda del fluido nervioso del médium y de otras personas que le rodeen; el cascarón se galvaniza y adquiere una vida artificial. A través del médium se establece entonces una conexión con las fuerzas físicas y psíquicas de todos los concurrentes. Viejas impresiones e imágenes latentes en el cuerpo astral transfieren las imágenes a la mente del médium, las viejas pasiones se encienden y se enardecen de nuevo. Numerosos mensajes y relatos son obtenidos por medio de este proceso, pero ni uno solo de esos mensajes es original; ni uno solo dimana del espíritu”. 

(…) En ciertos casos, que serán citados, se encuentra funcionando detrás una inteligencia que es total e intensamente perversa, a la cual todo médium está expuesto, lo cual explica por qué tantos de esos médiums han sucumbido al mal, según ellos mismos han confesado. (…) son conocidos como magos negros. Habiendo centralizado su conciencia en el principio de kāma, conservado su intelecto y habiéndose divorciado del Espíritu, ellos son en realidad los únicos seres malditos que conocemos. (4) 

“Cuando los cuerpos astrales, los restos y las escorias del ser mortal que ha desencarnado, aparecen, no son los individuos que pretenden ser; sino sólo sus simulacros”. (3) 

Suicidios, muertes por accidente o violentas. 

“Por lo tanto un suicida, o persona que muere a consecuencia de un accidente o es asesinada a manos de un hombre o por mandatos de las leyes humanas, no ha llegado a la conclusión natural de la cohesión entre sus elementos constituyentes, y es precipitado hacia el kāma loka simplemente en un estado de muerte parcial. 

Allí los principios sobrevivientes tienen que permanecer hasta que la conclusión del período real y natural de la vida se haya completado, bien sea ese período un mes o sesenta años. 

Sin embargo, los diversos niveles o sub planos del kāma loka proporcionan los medios para todas las variedades de cascarones recién mencionados. Algunos de ellos se pasan todo el período en un gran sufrimiento, otros en una especie de sueño ilusorio, cada uno de acuerdo con su responsabilidad moral”. (4) 

¿Seguimos evolucionando una vez muertos? 

“La muerte no es la gran fuente de información o la productora del conocimiento. Es simplemente el gran telón que baja sobre la escena para levantarse al próximo instante. El conocimiento completo debe alcanzarse en el ser humano trino: cuerpo, alma y espíritu. Una vez obtenido, el individuo pasa a otras esferas que nosotros ignoramos y que son infinitas. Al vivir lo más posible, se proporciona al Ser una más larga oportunidad”. (5) 

“El mero hecho de morir no es de por sí suficiente para producir el desarrollo de facultades o la eliminación de las tendencias e inclinaciones erróneas. Si damos por sentado que al entrar al cielo de inmediato adquirimos todo conocimiento y toda pureza, entonces ese estado después de la muerte queda reducido a un nivel de inacción y la vida misma, con toda su disciplina, queda privada de todo significado”. (4) 

¿Por qué no recordamos nuestras vidas pasadas? 

“Reencarnación significa que este Ego obtendrá un cuerpo nuevo, un cerebro nuevo y una memoria nueva. Por lo tanto, sería absurdo esperar que esta memoria recordara eso que nunca grabó”. (2) 

“Muchas personas, sin embargo, recuerdan que han vivido antes. Los poetas lo han cantado así; los niños lo saben bien, hasta que el constante vivir en un ambiente de incredulidad ahuyenta el recuerdo de sus mentes, por el momento; pero todos están sujetos a las limitaciones impuestas al Ego por el nuevo cerebro en cada vida terrenal. Esta es la razón por la cual no somos capaces de retener las imágenes y escenas del pasado, bien sean de esta o de vidas anteriores. El cerebro es el instrumento para la memoria del alma, y siendo nuevo en cada vida pero con una cierta capacidad, el Ego puede únicamente usarlo en la nueva vida con arreglo a su capacidad. Esa capacidad será plenamente utilizada o no, sólo de acuerdo con los propios deseos y conducta previa del Ego, porque esas vidas pasadas habrán aumentado o disminuido su poder para vencer las fuerzas de la existencia material. 

Si se vive de acuerdo con los dictámenes del alma, el cerebro puede finalmente volverse permeable a la memoria de aquélla; pero si la clase de vida que se lleva es opuesta a ese precepto, entonces más y más nubes obscurecerán esa reminiscencia. Pero como el cerebro no tomó parte alguna en la última vida pasada, este es en general incapaz de recordarla. Esta ley es muy sabia, porque seríamos muy desdichados si las acciones y escenas de nuestras vidas anteriores no fuesen ocultadas a nuestra contemplación, hasta que por disciplina pasemos a ser capaces de enfrentarnos al conocimiento de las mismas”. (4) 

¿Es beneficioso recordar vidas pasadas? 

“Los relatos de otras encarnaciones son inútiles y no son dignos de confianza, al final no nos beneficiarán; podrían conducirnos a la vanidad y a la tristeza, razón por la cual deben evitarse. Aún no he conocido ningún caso que no haya tenido consecuencias negativas debido a la confianza y al interés depositado en estos relatos. Además, los únicos Adeptos que conocí, rehúsan revelar la vida previa de uno. 

Es una regla en ocultismo el no concentrarse en las relaciones de las vidas pasadas, la cual es parecida a la regla que se opone al relatar del propio progreso en la vida superior con respecto a la actual existencia”. (5) 

¿Cada cuánto tiempo reencarnamos? 

“Según se nos dice, esto depende del grado de espiritualidad y de mérito o demérito de la última encarnación. El tiempo ordinario oscila entre 10 y 15 siglos, como ya le dije [se queda en el estado Dewachánico el Ego encarnante]”. (2) 

“(…) tales reencarnaciones tienen lugar sólo después de 1.500, 2.000 y hasta 3.000 años de vida Devachánica”. (3) 

“(…) para cada Ego varía la duración de su permanencia en los estados Post-Mortem. Los Egos no reencarnan con los mismos intervalos, sino que emergen de esos estados de reposo después de la muerte en proporciones y números diversos, y siempre que ocurre un gran número de muertes por motivos de guerra, peste o hambre, hay de inmediato una precipitación de almas hacia la encarnación, bien sea en el mismo lugar, o en cualquier otro sitio o raza.” (5) 

¿Qué es lo que regula la duración o las cualidades especiales de estas encarnaciones? (2) 

“Karma, la ley universal de justicia retributiva”. (2) 

¿Podemos reencarnar en un mineral o un animal? 

“(…) tan pronto como Manas, el Pensador, ha arribado a la escena, nunca más retorna a las formas inferiores; primero porque no lo desea, y segundo porque no puede. Porque así como la sangre en el cuerpo está impedida, por válvulas, de retroceder y congestionar el corazón, de la misma manera, en el vasto sistema de circulación universal, la puerta se cierra detrás del Pensador impidiéndole su retroceso. 

La reencarnación, como doctrina que aplica al hombre real, no enseña en absoluto la transmigración a reinos de la naturaleza inferiores al humano”. (4) 

“una vez que el ser humano se ha desarrollado de todo tipo de formas inferiores: minerales, vegetales y animales, alcanzando la forma humana, jamás puede volverse en un animal, excepto moralmente; por lo tanto, la creencia exotérica es una metáfora”. (3) 

Herencia genética vs reencarnación. 

“Hay personas que alegan que la teoría de la Herencia invalida la teoría de la Reencarnación. Nosotros alegamos que es prueba de ella. La herencia, al proporcionamos un cuerpo físico en cualquier familia provee el ambiente apropiado para el Ego [se refiere en todo este contexto al “Ego reencarnante”, también llamado Mente, Alma, etc.]. El Ego sólo encarna en una familia que, o bien responde completamente a su naturaleza toda, o le ofrece la oportunidad para la realización de su evolución, y que además está vinculada con el Ego por razón de sus encarnaciones pasadas o por causas mutuamente creadas. Así, pues, el niño malvado puede nacer en una familia actualmente buena, porque los padres y el niño están indisolublemente vinculados por acciones pasadas. Esa es una oportunidad de redención para el niño y la ocasión de castigo para los padres. Esto señala la herencia corporal como un régimen de la naturaleza que gobierna los cuerpos que debemos habitar, al igual que las casas y edificios de una ciudad revelan la mentalidad de sus constructores. 

(…) 

La herencia provee la morada y también impone esas limitaciones de capacidad cerebral o corpórea, que son a menudo como un castigo y otras veces como una ayuda, pero que jamás afectan al Ego. (…) Las limitaciones impuestas al Ego por cualquier herencia de familia, son las consecuencias exactas de las vidas anteriores de ese mismo Ego. (…) La transmisión de características y tendencias por mediación de los padres y del cuerpo, es exactamente el método elegido por la naturaleza para proporcionarle al Ego encarnante el alojamiento apropiado en el cual puede proseguir su trabajo. Cualquier otro método sería imposible y subversivo al orden natural”. (4) 

Relación de la nueva encarnación con el Karma. 

“El sufrimiento alcanza a casi todos los hombres y un gran número de ellos vive una vida de sufrimiento desde la cuna hasta la sepultura; por eso se alega que la reencarnación es injusta porque nosotros sufrimos debido a las malas acciones cometidas por otra persona en otra vida. Esta objeción se basa en la noción errónea de que el ser en la otra vida era otra persona; pero en realidad es el mismo ser e identidad en todas las vidas. Cuando retornamos, nunca ocupamos el cuerpo de ninguna otra persona ni asumimos los actos de otros seres, sino que somos cada uno como un actor que desempeña muchos papeles en el escenario, el mismo actor interiormente, aunque la los atavíos y los versos recitados difieran en cada nueva obra”. (4) 

“Pero a la verdad, no hay un sólo accidente en nuestras vidas, ni un infortunio, ni una desgracia, cuya causa no pueda ser atribuida a nuestras propias acciones en esta o en otra vida… (…) la Humanidad ha cerrado los ojos a la gran verdad de que el hombre es de por sí su propio salvador y su propio destructor; y que él no tiene que acusar al Cielo ni a los Dioses, al Destino ni a la Providencia, de la injusticia aparente que reina en la humanidad". (1) 

¿Cómo evitar nuevos renacimientos? 

“Sin embargo, hay una manera de evitarla. Buda la enseñó en su doctrina de la pobreza, la continencia de los sentidos, la indiferencia perfecta hacia los objetos de este valle terrenal de lágrimas, la libertad de la pasión y la frecuente intercomunicación con Atma, la contemplación del alma. La causa de la reencarnación es la ignorancia de nuestros sentidos y la idea de que el mundo tiene alguna realidad, cualquier cosa, excepto la existencia abstracta. De los órganos de los sentidos deriva la “alucinación” que llamamos contacto: “del contacto, el deseo; del deseo, la sensación (que es también una ilusión de nuestro cuerpo); de la sensación, el apegarse a los cuerpos existentes; de este apego, la reproducción; de la reproducción, la enfermedad, el decaimiento y la muerte. 

(…) he aquí algo más que lo demuestra: “Entonces, al igual que las revoluciones de una rueda, existe una sucesión regular de muerte y nacimiento, cuya causa moral es el apego a los objetos existentes; mientras la causa instrumental es Karma (el poder que controla el universo, impulsándolo a la actividad), mérito y demérito. Por lo tanto, el deseo más grande de todos los seres que anhelan liberarse de los dolores de la ristra de nacimientos, consiste en buscar la destrucción de la causa moral, el apego hacia los objetos existentes o el deseo malvado”. (3, cita de Isis Develada). 



(1) La Doctrina Secreta, Vol. I, Helena P. Blavatsky. 

(2) La clave de la teosofía, Helena P. Blavatsky. 

(3)  Artículo “Teorías acerca de la Reencarnación y los Espíritus”, Helena P. Blavatsky. 

(4) El Océano de la Teosofía, William Q. Judge. 

(5) “Cartas que me han ayudado”, William Q. Judge.