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15 junio 2023

¿En qué creen los teósofos?

 

Foto de Eberhard Grossgasteiger.

“La Teosofía nunca se ha planteado como dogma, sino como una relación de hechos reunidos a través de observación y experiencia, que cualquier persona puede aceptar o rechazar sin condena ni alabanza”.

 

CONTENIDO:

1.    El sendero del pensamiento independiente.

2.    La Sociedad Teosófica (original) no tiene ningún credo ni dogma.

3.    La Teosofía nunca se ha planteado como dogma.

4.    Las tres proposiciones fundamentales de la Doctrina Secreta:

(a) La existencia de un PRINCIPIO Omnipresente, Eterno, Sin Límites e Inmutable. Lo Absoluto.

(b) La Eternidad del Universo in toto, como plano sin límites; periódicamente “escenario de Universos innumerables, manifestándose y desapareciendo incesantemente”.

(c) La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema Universal. La peregrinación obligatoria para todas las Almas, a través del Ciclo de Encarnación (o de “Necesidad”), conforme a la Ley Cíclica y Kármica.

5.    La Teosofía en la historia.

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 1.    El sendero del pensamiento independiente.

“Sea como fuere, una vez que un estudiante abandona el antiguo y trillado camino rutinario, y entra en el sendero solitario del pensamiento independiente –hacia lo Divino– él es un Teósofo; un pensador original, un buscador de la verdad eterna con «inspiración propia» para resolver los problemas universales”.

2.    La Sociedad Teosófica (original) no tiene ningún credo ni dogma.

“La Sociedad, como organización, no tiene ningún credo, ya que los credos son sólo cascarones alrededor del conocimiento espiritual; y la realización de la Teosofía es el conocimiento mismo –la mismísima esencia de la indagación filosófica y teística. Siendo la representante visible de la Teosofía Universal, no puede ser más sectaria que una Sociedad Geográfica, la cual representa la exploración geográfica universal sin importarle que los exploradores sean de uno u otro credo. La religión de la Sociedad es una ecuación algebraica, en la cual, mientras no se omita el signo = de igualdad, a cada miembro se le permite substituir sus propias cantidades, que concuerden mejor con el clima y otras exigencias de su tierra natal, con las idiosincrasias de su pueblo, o incluso las suyas propias. No teniendo un credo aceptado, nuestra sociedad está muy dispuesta a dar y a tomar, a aprender y enseñar, por experimentación práctica, en oposición a la mera aceptación pasiva y crédula de dogmas impuestos por coacción. Está dispuesta a aceptar todo resultado sostenido por cualquiera de las escuelas o sistemas antes referidos, que pueda ser demostrado lógica y experimentalmente. Y viceversa, no puede aceptar nada por mera fe, sin importar quien haya hecho la afirmación.

La Sociedad, en su conjunto, mantiene que todos los pensadores e investigadores originales del lado oculto de la naturaleza, ya se trate de materialistas –aquellos que encuentran en la materia «la promesa y potencia de toda la vida terrestre», o de espiritualistas– esto es, aquellos que descubren en el espíritu la fuente de toda la energía al igual que de la materia, fueron y son, propia y correctamente, Teósofos. Porque para serlo, uno no necesita necesariamente reconocer la existencia de algún Dios especial o deidad. Uno sólo necesita adorar al espíritu de la naturaleza viviente, y tratar de identificarse con él. Reverenciar esa Presencia, la Causa invisible, la cual sin embargo siempre se está manifestando a sí misma en sus resultados incesantes; el intangible, omnipotente, y omnipresente Proteo; indivisible en su Esencia, que elude cualquier forma, y que sin embargo aparece bajo toda forma; que está aquí y allá y en todas partes y en ninguna; es TODO y NADA; es ubicuo y sin embargo es uno: es la Esencia que llena, une, limita y lo contiene todo; y que está contenida en todo. Pensamos que ahora podrá verse por qué, tales hombres, ya sean clasificados como Teístas, Panteístas o Ateos, están más cerca de los demás. Sea como fuere, una vez que un estudiante abandona el antiguo y trillado camino rutinario, y entra en el sendero solitario del pensamiento independiente –hacia lo Divino– él es un Teósofo; un pensador original, un buscador de la verdad eterna con «inspiración propia» para resolver los problemas universales.

Y ella también está conectada con toda religión honesta, a saber: con una religión dispuesta a ser juzgada por las mismas pruebas y análisis que ella aplica a las otras. Esos libros, que contienen la verdad más evidente por sí misma, son para la Teosofía inspirados (y no revelados). Considera además que todos los libros, debido al elemento humano que contienen son inferiores al Libro de la Naturaleza; para leer y comprender el cual correctamente, deben estar sumamente desarrollados los poderes innatos del alma. Las leyes ideales sólo pueden ser percibidas por la facultad intuitiva; ellas están más allá del terreno de la argumentación y la dialéctica, y nadie puede comprenderlas o apreciarlas correctamente a través de las explicaciones de otra mente, aún cuando incluso esta mente afirme tener una revelación directa”. (1)

3.    La Teosofía nunca se ha planteado como dogma.

“En cuanto a ‘una presentación dogmática’, la Teosofía nunca se ha planteado como dogma, sino como una relación de hechos reunidos a través de observación y experiencia, que cualquier persona puede aceptar o rechazar sin condena ni alabanza. También podríamos etiquetar a las matemáticas -la única ciencia exacta que usamos- como ‘dogmática’ porque se plantea como un conjunto de hechos que el estudiante puede analizar, aplicar y probar por sí mismo. La Teosofía se encuentra exactamente en el mismo estado: es una presentación del Conocimiento adquirido a través de eones y no debe ser confundida con las especulaciones de algunos de sus estudiantes, quienes en el mejor de los casos están sujetos a sus prejuicios personales, predilecciones y debilidades. También debe entenderse claramente que todos los escritores o líderes teosóficos, excepto aquéllos que trajeron la Teosofía al mundo, son estudiantes de mayor o menor dominio de la ciencia y, por lo tanto, son susceptibles de ideas y aplicaciones erróneas. La única posibilidad de discernir tales errores reside en una comparación con la Ciencia como se presentó originalmente”. (2)

4.    Las tres proposiciones fundamentales de la Doctrina Secreta.

No hay dogma en Teosofía, pero la misma presenta una ciencia fruto la observación e investigación llevada a cabo desde tiempos inmemoriales; sobre esta ciencia o filosofía H. P. Blavatsky escribió multitud de artículos y varios libros, de los que destacan La Doctrina Secreta. En dicha obra, se recogen una serie de “conceptos fundamentales” respecto de los que H.P.B. dijo que “cuando el lector los haya comprendido claramente, y haya visto la luz que arrojan sobre todos los problemas de la vida, no necesitará mayor justificación a sus ojos, puesto que su verdad será tan evidente para él como la luz del sol”. He aquí las tres proposiciones fundamentales (3):

“(a) Un PRINCIPIO Omnipresente, Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda especulación es imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana, y sólo podría ser empequeñecido por cualquiera expresión o comparación de la humana inteligencia. Está fuera del alcance del pensamiento, y según las palabras del Mandukya es “inconcebible e inefable”.

Para que la generalidad de los lectores perciba más claramente estas ideas, debe comenzar con el postulado de que hay una Realidad Absoluta anterior a todo Ser manifestado y condicionado. Esta Causa Infinita y Eterna (obscuramente formulada en lo “Inconsciente” y en lo “Incognoscible” de la filosofía europea corriente), es la raíz sin raíz de “todo cuanto fue, es o ha de ser”. Hállase, claro está, desprovista de toda clase de atributos, y permanece esencialmente sin ninguna relación con el Ser manifestado y finito. Es la “Seidad” más bien que Ser (Sat en sánscrito), y está fuera del alcance de todo pensamiento o especulación.

Esta “Seidad” se simboliza en la Doctrina Secreta bajo dos aspectos. Por una parte, el Espacio abstracto absoluto, que representa la mera subjetividad, lo único que ninguna mente humana puede excluir de concepto alguno, ni concebir en sí mismo. Por otra parte, el Movimiento Abstracto absoluto, que representa la Conciencia Incondicionada. Los mismos pensadores occidentales han hecho ver que la Conciencia es inconcebible para nosotros sin el cambio, y lo que mejor simboliza el cambio es el movimiento, su característica esencial. Este último aspecto de la Realidad Una se simboliza también por el término “El Gran Aliento”, símbolo suficientemente gráfico para necesitar más explicación. Así pues, el primer axioma fundamental de la Doctrina Secreta es esta SEIDAD metafísica UNA y ABSOLUTA, simbolizada por la inteligencia finita en la Trinidad teológica.

(…)

Parabrahm (la Realidad Una, lo Absoluto), es el campo de la Conciencia Absoluta; esto es, aquella Esencia que está fuera de toda relación con la existencia condicionada, y de la cual la existencia consciente es un símbolo condicionado. Pero en cuanto salimos en nuestro pensamiento de esta, para nosotros, Absoluta Negación, surge el dualismo en el contraste de Espíritu (o Conciencia) y Materia, Sujeto y Objeto.

El Espíritu (o Conciencia) y la Materia, sin embargo, deben ser considerados no como realidades independientes, sino como los dos símbolos o aspectos de lo Absoluto (Parabrahm), que constituyen la base del Ser condicionado, ya sea subjetivo, ya objetivo.

Considerando esta tríada metafísica como la Raíz de la cual procede toda manifestación, el gran Aliento toma el carácter de Ideación precósmica. Él es la fons et origo de la fuerza y de toda conciencia individual, y provee de inteligencia directora al vasto plan de la Evolución cósmica. Por otra parte, la Substancia-Raíz precósmica (Mulaprakriti) es el aspecto de lo Absoluto que sirve de fundamento a todos los planos objetivos de la Naturaleza.

(b.) La Eternidad del Universo in toto, como plano sin límites; periódicamente “escenario de Universos innumerables, manifestándose y desapareciendo incesantemente”, llamados “las estrellas que se manifiestan” y las “chispas de la Eternidad”. “La Eternidad del Peregrino” es como un abrir y cerrar de ojos de la Existencia por Sí Misma” (Libro de Dzyan). “La aparición y desaparición de Mundos, es como el flujo y el reflujo regular de las mareas”.

Esta segunda aserción de la Doctrina Secreta es la universalidad absoluta de aquella ley de periodicidad, de flujo y reflujo o, de decadencia y crecimiento, que la ciencia física ha observado y consignado en todas las esferas de la Naturaleza. Alternativas tales como Día y Noche, Vida y Muerte, Sueño y Vigilia, son hechos tan comunes, tan perfectamente universales y sin excepción, que será fácil comprender cómo vemos en ellas una de las Leyes absolutamente fundamentales del universo.

Enseña también la Doctrina Secreta:

(c) La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema Universal, siendo esta última un aspecto de la Raíz Desconocida; y la peregrinación obligatoria para todas las Almas, destellos suyos, a través del Ciclo de Encarnación (o de “Necesidad”), conforme a la Ley Cíclica y Kármica, durante todo el término de aquél. En otras palabras: ningún Buddhi puramente espiritual (Alma Divina) puede tener una existencia consciente independiente antes que la chispa que brotó de la Esencia pura del Principio Sexto Universal, o sea el ALMA SUPREMA, haya (a) pasado por todas las formas elementales pertenecientes al mundo fenomenal de aquel Manvantara, y (b) adquirido la individualidad, primeramente por impulso natural, y después por los esfuerzos propios conscientemente dirigidos (regulados por su Karma), ascendiendo así por todos los grados de inteligencia desde el Manas inferior hasta el superior; desde el mineral y la planta al Arcángel más santo (Dhyani Buddha). La Doctrina fundamental de la Filosofía Esotérica no admite en el hombre ni privilegios ni dones especiales, salvo aquellos ganados por su propio Ego, por esfuerzo y mérito personales a través de una larga serie de metempsicosis y reencarnaciones. Por esto dicen los hindúes que el Universo es Brahma y Brahmâ; porque Brahma está en todos los átomos del Universo, siendo los seis principios de la Naturaleza la expresión, o los aspectos diversamente diferenciados, del SÉPTIMO y UNO, única realidad en el Universo, sea cósmico o micro cósmico; y también porque las permutaciones psíquicas, espirituales y físicas del sexto (Brahmâ, el vehículo de Brahma) en el plano de la manifestación y de la forma, se consideran por antífrasis metafísica, como ilusorias y Mayávicas. Pues, aunque la raíz de todos los átomos individualmente, y de todas las formas colectivamente, es este séptimo principio o la Realidad una, sin embargo, en su apariencia manifestada, fenomenal y temporal, todo ello es tan sólo una ilusión pasajera de nuestros sentidos”. (3)

5. La Teosofía en la historia.

“Ammonio [Ammonio Saccas: Grande y eminente filósofo que vivió en Alejandría entre el segundo y tercer siglo de nuestra era. Fue el fundador de la Escuela neoplatónica de los filaleteos o “amantes, de la Verdad”.] tenía como meta y propósito el reconciliar a todas las sectas, pueblos y naciones bajo una fe común una creencia en un Poder Supremo, Eterno, Desconocido e Innominado, que gobierna al universo por medio de leyes inmutables y eternas.

Por medio de esa intuición superior adquirida por medio de la Theosophía –o Conocimiento de la Deidad, la cual conduce a la mente, del mundo de la forma, al del espíritu sin forma, el hombre en toda época y en todo país, a veces ha sido capacitado para percibir cosas en el mundo interior o invisible. De aquí, el «Samadhi» o Dyan Yog Samadhi de los ascetas hindúes; el «Daïmonion-photi», o iluminación espiritual, de los Neo Platónicos; la «Confabulación sideral de las almas», de los Rosacruces o filósofos del Fuego; e, incluso el trance extático de los místicos y de los mesmeristas y espiritistas modernos, son idénticos en naturaleza, aunque diferentes en cuanto a su manifestación. La búsqueda del «ser» más divino del hombre, tan frecuente y erróneamente interpretada como comunión individual con un Dios personal, era el objeto de todo místico. Y la creencia en su posibilidad parece haber sido contemporánea de la génesis de la humanidad cada pueblo dándole otro nombre. Es así como Platón y Plotino llaman «Trabajo Noético» a lo que los Yogis y los Srotriyas denominan Vidya. «Por medio de la reflexión, el conocimiento de sí mismo y la disciplina intelectual, el alma puede ser elevada a la visión de la verdad eterna, la bondad, y la belleza esto es, a la Visión de Dios y esto es la epopteia», decían los Griegos.

La Teosofía, es por lo tanto, la Religión de Sabiduría arcaica, la doctrina esotérica conocida alguna vez en todo país antiguo que haya merecido el título de civilizado. Todos los escritos antiguos nos enseñan a esta «Sabiduría» como una emanación del Principio divino; y la clara comprensión de ello es tipificada por nombres tales como el Buddha Indo, el Nebo Babilónico, el Thoth de Menfis, el Hermes de Grecia: también en la apelación de algunas diosas –Metis, Neitha, Athenea, la Sophia Gnóstica, y finalmente– los Vedas de la palabra «conocer». Bajo esta designación, todos los filósofos antiguos del Oriente y Occidente, los Hierofantes del antiguo Egipto, los Rishis de Aryavarta, los Theodidaktoi de Grecia, comprendieron todo conocimiento de las cosas ocultas y esencialmente divinas. La Mercavah de los Rabinos Hebreos, las sucesiones secular y popular, fueron designadas de esta manera, sólo como el vehículo, la cáscara que contenía el conocimiento esotérico superior. Los Magus de Zoroastro recibieron instrucción y fueron iniciados en las cuevas y logias secretas de Bactria; los hierofantes egipcios. Y griegos tenían sus aporrhêta, o di secretos, durante los cuales el Mystês llegaba a ser un Epoptês: un Vidente.

La idea central de la Teosofía Ecléctica era la de una Esencia Suprema única, Desconocida e Incognoscible –ya que «¿cómo podría uno conocer al conocedor?» inquiere el Brihadaranyalka Upanishad. Su sistema estaba caracterizado por tres rasgos notables: la teoría de la Esencia antes mencionada; la doctrina del alma humana –una emanación de dicha Esencia y por lo tanto de la misma naturaleza; y su Theurgia. Es esta última ciencia la que ha hecho que no sean comprendidos los Neo Platónicos en nuestra era de ciencia materialista. La Theurgia, siendo esencialmente el arte de aplicar los poderes divinos del hombre a la subordinación de las fuerzas ciegas de la naturaleza, sus seguidores fueron primero denominado magos –una corrupción de la palabra «Magh», que significa un hombre sabio, o erudito –y posteriormente ridiculizados. Los escépticos de hace un siglo habrían errado completamente si se hubiesen reído de la idea de un fonógrafo o de un telégrafo. Los ridiculizados y los «infieles» de una generación generalmente se convierten en los sabios y santos de la siguiente.

… la Teosofía y los Teósofos hayan existido desde que la primera luz vacilante del pensamiento naciente hizo que el hombre buscara instintivamente los medios de expresar sus propias opiniones independientes.

Ya había Teósofos antes de la era cristiana, no obstante que los escritores cristianos atribuyan el desarrollo del sistema Teosófico Ecléctico, a la primera parte del tercer siglo de su Era. Diógenes Laërtius considera que el origen de la Teosofía se remonta a una época que antecede la dinastía de los Ptolomeos, y menciona como su fundadora un Hierofante Egipcio llamado Pot-Amun; siendo este nombre copto, el cual significa un sacerdote consagrado a Amun, el dios de la Sabiduría. Pero la historia muestra que fue revivida por Ammonio Saccas, el fundador de la Escuela Neo-Platónica. Él y sus discípulos se llamaban a sí mismos «Philaletheians» –amantes de la verdad–; mientras que otros los denominaban «Analogistas», debido a su método de interpretar todas las leyendas sagradas, mitos y misterios simbólicos, por medio de una regla de analogía o correspondencia tal, que los acontecimientos que hubieren ocurrido en el mundo externo eran considerados como expresión de las operaciones y experiencias del alma humana”. (4)

 

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(1) ¿Qué son los Teósofos?, “The Theosophist”, Vol. 1. Número 1. Octubre, 1879.

(2) El Filósofo Amigo, Robert crosbie.

(3) La Doctrina Secreta, volumen I, Helena P. Blavatsky (páginas 14-18, versión original).

(4) ¿Qué es la Teosofía?, “The Theosophists”, Vol. I, Número 1, octubre de 1879.

 


08 julio 2021

"Ella, la esotérica. Madame Blavatsky, un esbozo de su carrera”, por William Quan Judge


Muy significativa debe haber sido una mujer que, por una razón u otra, ha mantenido al mundo -primero el de su infancia y después el de los dos hemisferios- hablando de ella, disputando sobre ella, defendiendo o atacando su carácter y motivaciones, o uniéndose u oponiéndose a la empresa que emprendió. Cuando falleció, el tráfico de telegramas entre los dos continentes era tan intenso como si hubiese muerto un emperador. Esta era Madame Petrovna Blavatsky, nacida bajo el poder del santo Zar en la familia de los Hahns, una parte de los cuales descendía del famoso cruzado, Conde Rottenstern, que agregó "Hahn", un gallo, a su nombre, porque esta ave le salvó la vida cuando un astuto sarraceno entró en su carpa para matarle.

En la vida de Madame Blavatsky no hubo circunstancia o época prosaica. Eligió nacer en esta vida en Ekaterinoslaw, Rusia, en el año 1831, cuando reinaba la muerte y la desolación a causa de la peste y el cólera. La niña era tan delicada que después de haber nacido la familia decidió bautizarla inmediatamente con los ritos de la iglesia católica griega. Esto no era lo común, sin embargo, considerando la suerte que siempre acompañó a Helena, la ceremonia resultó ser más significativa y alarmante que nunca. Todos los parientes acudieron sosteniendo velas encendidas, sin embargo faltaba uno y una niña, tía de la infante Helena, sustituyó al ausente, y le dieron también una vela. La niña, cansada por el esfuerzo, se sentó en el suelo sin que los demás se dieran cuenta, mientras los padrinos renunciaban al mal para el bien de la bebé, escupiendo en el suelo por tres veces. La niña mientras estaba sentada encendió accidentalmente la sotana del sacerdote oficiante, dando lugar a una pequeña conflagración en la que muchos de los presentes sufrieron quemaduras graves. Así, entre el azote de la muerte, Madame Blavatsky fue presentada al mundo, bautizada en las llamas por los sacerdotes de una iglesia cuyos falaces dogmas ella se esforzaría tanto en exponer a lo largo de su vida.

Tuvo conexiones con los regentes rusos. En 1881 su tío, el General Fadeef, Consejero de Estado de Rusia, dijo que como hija del Coronel Pedro Hahn, era nieta del General Alexis Hahn von Rottenstern Hahn del viejo linaje de Meckleburg, que se asentó en Rusia; a su vez, del lado de su madre, era hija de Helene Fadeef y nieta de la Princesa Helena Dolgorouky. Sus ancestros maternos pertenecían a las familias más antiguas de Rusia, los directos descendientes del Príncipe o Gran Duque Rurik, el primer regente de Rusia. Varias damas de la familia pertenecían a la casa imperial, volviéndose zarinas por casamiento. Una de ellas, una Dolgorouky, se casó con el abuelo de Pedro el Grande y otra se desposó con el Zar Pedro II. Mediante tales conexiones resultó natural que Madame Blavatsky conociera personalmente a muchos nobles rusos. En París encontré tres príncipes rusos y un famoso general que narró acerca de la infancia de Helena y los eventos maravillosos relacionados con ella. En Alemania conocí al príncipe Emile de Wittgenstein, de una de las numerosas familias ruso-alemanas; él mismo era un primo de la Emperadora de Rusia y ayudante de campo del zar, quien me dijo que era un viejo amigo de familia de Helena, de la que había oído hablar mucho en los primeros años, pero lamentaba no haber podido volver a verla después de una breve visita en la casa de su padre. Sin embargo, se unió a su famosa Sociedad Teosófica por correspondencia y después de la guerra en Turquía Helena le dijo, en una carta, que no sufriría daño alguno durante la campaña y así resultó.

En su niñez era la maravilla del vecindario y el terror de las criadas. Rusia rebosa de supersticiones y presagios y Helena, habiendo nacido en el séptimo mes y entre el trigésimo y el trigésimo primer día, las nodrizas y las sirvientas creían que tenía poderes y virtudes que nadie más poseía. Dichos supuestos poderes la volvieron el centro de la atención de todos en su temprana infancia. Se le concedieron libertades que no se otorgaban a nadie más y tan pronto como llegó a la edad del entendimiento, las nodrizas le dieron el papel principal en una ceremonia mística rusa que se llevaba a cabo en los jardines de la casa alrededor del 30 de julio, con el propósito de propiciar el demonio hogareño. La educación recibida fue fragmentaria y muy inadecuada, motivo por el cual sus amigos terminaron creyendo, en las postrimerías de su vida, que tenía poderes psíquicos o que en verdad la asistían esos seres invisibles que, según sus afirmaciones, eran sus ayudantes; hombres que vivían en la tierra y sin embargo eran los depositarios de sentidos desarrollados que trascendían tiempo y espacio. En su juventud no la limitó convencionalismo alguno, cabalgó cualquier corcel cosaco usando la silla de montar de hombre. Posteriormente, pasó mucho tiempo con su padre y su regimiento en el campo, donde, con su hermana, se convirtió en la favorita de los soldados. En 1844, cuando tenía 14 años, su padre la llevó a Londres y París, donde hizo algunos avances en música, y antes de 1848 regresó a casa.

El nombre de Blavatsky, que preservó hasta la muerte, lo obtuvo casándose, en 1848, con el General Nicephore Blavatsky, el gobernador de Erivan, en el Cáucaso. Tal matrimonio, como cualquier otro evento en su vida, fue muy rocambolesco. Su abrupta manera de ser indujo a sus amigas a decir que el viejo Blavatsky nunca se casaría con ella y, por bravata, declaró que sí podría y así fue, él le propuso matrimonio y ella aceptó. Luego se dio cuenta del horrible hecho que en Rusia el casamiento no se podía invalidar. Estaban casados, sin embargo, el asunto culminó en Madame Blavatsky rompiendo el candelero sobre su cabeza y abandonando, precipitadamente, la casa para nunca volverlo a ver. Una vez que su determinación era evidente, su padre la asistió en una vida de viajes que comenzaron a partir de esa fecha, regresando a Rusia sólo en 1858. Mientras tanto se fue a América en 1851, a Canadá, a Nueva Orleans, a México a la India y de nuevo a los Estados Unidos en 1853. Entonces, sus parientes no supieron de sus paraderos hasta 1858, cuando su regreso fue como otros eventos en su historia: era una noche invernal y en su casa en Rusia se festejaba una boda, los huéspedes habían llegado y, repentinamente, alguien tocó el timbre violentamente, interrumpiendo la cena; en la puerta estaba Madame Blavatsky, sin que nadie supiera de su llegada.

A partir de este momento, la familia y muchos amigos atestiguan, por carta y por artículos en el Rebus, un diario famoso en Rusia y en otros, una serie constante de maravillas totalmente inexplicables usando las teorías del malabarismo. El carácter de dichos prodigios era tal que cientos de amigos la visitaban desde lejos para ver a la maravillosa Madame Blavatsky. Muchos eran incrédulos, muchos creían que era magia y otros acusaban el asunto de fraude. La nobleza supersticiosa de Gooriel y Mingrelian vinieron en multitudes, hablando constantemente al respecto y llamándola una maga. Venían a ver las maravillas narradas por otros; venían a verla mientras estaba sentada, absorta, tranquilamente en la lectura, mientras a su alrededor las mesas y las sillas se movían y los golpes que procedían de cada dirección parecían contestar las preguntas. Entre los varios testigos estaba el hermano, que dudaba de sus poderes. En el medio del cuarto había una pequeña mesa de ajedrez, muy liviana, al punto que un niño podía levantarla y un hombre romperla. Una persona le preguntó si podía por su voluntad fijarla al suelo, ella dijo que primero la examinaran y estaba suelta. Entonces, mientras se encontraba a cierta distancia, pidió que “probaran de nuevo.” Se dieron cuenta de que sus fuerzas no eran capaces de moverla; sin embargo, su hermano, seguro de su gran fuerza, supuso que este “truco” podía ser fácilmente desvelado, abrazó la pequeña mesa y, sacudiéndola y jalándola como mejor pudo, no logró nada, excepto hacerla gemir y crujir. Así, con la pared y los muebles emitiendo golpes, objetos que se movían, mensajes acerca de eventos lejanos que llegaban por medio aéreo, la familia y el vecindario estaban en constante excitación. La misma Madame Blavatsky dijo que éste era un periodo durante el cual dejaba que sus fuerzas psíquicas se expresaran para poder aprender a entenderlas y a controlarlas plenamente.

Sin embargo, el espíritu inquieto surgió de nuevo y ella fue en busca, una vez más y según me escribió: “de hombres y mujeres que quiero preparar para el trabajo de un gran movimiento filosófico y ético que espero empezar posteriormente”. Se fue a Spezzia en un barco griego donde se manifestaron las circunstancias naturales, el buque explotó a causa de la pólvora que cargaba. Sólo unos pocos se salvaron y Madame Blavatsky estaba entre ellos, lo cual la condujo al Cairo, en Egipto, donde en 1871 dio comienzo a una sociedad con el objetivo de investigar el espiritismo a fin de exponer sus falacias, si es que las tenía y de colocar, si fuera posible, sus hechos en una base firme, científica y razonable. Sin embargo, sólo duró dos semanas; en aquel entonces Madame Blavatsky escribió: “Es un cúmulo de ruinas, majestuosas y sugestivas como las de las tumbas faraónicas”.

Fue en los Estados Unidos donde empezó realmente el trabajo que la hizo conocer en Europa, Asia y América; a los ojos de quienes detestan los reformadores, tenía mala fama, sin embargo era grande y célebre para aquellos que se vieron beneficiados por su obra. Antes de 1875 estaba investigando, de nuevo, lo que el espiritismo afirmaba en Estados Unidos. En las cartas que enviaba a casa decía que, después de haber analizado el asunto, declaraba falsas las afirmaciones según las cuales es posible comunicarse con los muertos, mostrando en su lugar que los fenómenos exhibían un gran cambio psico-fisiológico que estaba ocurriendo aquí y si se le concedía continuar en nuestra presente civilización materialista, causaría un gran desastre moral y físico.

En 1875 comenzó, en Nueva York, la Sociedad Teosófica, asistida por el Coronel H.S. Olcott y otros, declarando que los objetivos de la misma eran la constitución de un núcleo de hermandad universal, el estudio de las religiones y ciencias antiguas y la investigación de las leyes psíquicas y recónditas que afectan al hombre y a la naturaleza. Claro está que no había propósito egoísta en eso, ni deseo de acumular dinero. Madame Blavatsky recibía fondos de fuentes rusas y de otros lugares hasta que se interrumpieron por haberse convertido en ciudadana americana, además, su trabajo voluntario a favor de la Sociedad le impedía producir obras literarias para las revistas rusas, muy sedientas de sus escritos. Tan pronto como la Sociedad Teosófica tuvo inicio, ella dijo al autor de este artículo, que se debía escribir un libro para el uso de la misma. Entonces, dio inicio a Isis sin Velo, a favor del cual trabajó, sin interrupción, día y noche hasta asegurarse una editorial.

Mientras tanto muchas personas afluían a su vivienda en Irving Place, luego, en la calle 34 y finalmente en la calle 47 y la Octava Avenida. Los periódicos rebosaban de sus supuestos poderes o de ridículo hacia las posibilidades humanas que ella y su sociedad afirmaban. Un diario prominente de Nueva York escribió lo siguiente de ella: “Una mujer dotada de las características significativas de un Cagliostro, que cada día se le juzga de modo distinto por varias personas, como sucedía en los días del famoso Conde. Quienes apenas la conocen, la tildan de charlatana; a quienes la conocen mejor les hace pensar que es letrada, mientras sus íntimos creían completamente en su poder o quedaban atónitos”. Isis sin Velo suscitó mucha atención y todos los diarios neoyorquinos lo reseñaron, diciendo, cada uno, que exhibía una inmensa investigación. Lo extraño es que la escritora no tenía biblioteca alguna donde llevar a cabo su búsqueda, ni poseía apuntes de investigación o lectura previa. Muchos, entre los que me encuentro, podemos afirmar lo anterior como testigos oculares durante la producción de este libro. Lo escribió todo directamente y sin embargo rebosa de referencias a libros que se podían encontrar en el Museo Británico y en otras grandes bibliotecas; además, cada referencia era correcta. Entonces, en cuanto a este libro o tenemos una mujer capaz de almacenar en su memoria una masa de hechos, fechas, números, títulos y temas imposibles para cualquier otro ser humano o su declaración de que la asistían seres invisibles es exacta.

En 1878 Isis sin Velo ya se había publicado y Madame Blavatsky informó a sus amigos que tenía que ir a la India, para comenzar allí el idéntico movimiento de la Sociedad Teosófica. En diciembre del mismo año, ella, el Coronel Olcott y dos personas más, zarparon rumbo a la India, deteniéndose en Londres un tiempo. Una vez en Bombay encontraron tres o cuatro hindúes que querían conocerlos porque habían oído hablar del asunto. Alquilaron un lugar en la parte nativa de la ciudad; pronto Madame Blavatsky y el Coronel Olcott dieron comienzo a la revista The Theosophist, que tuvo amplia difusión en la India y en occidente.

Tanto en Bombay como después en Adyar y Madrás, Madame Blavatsky trabajó sin tregua, editando su revista y anudando una inmensa correspondencia con las personas en cada parte del mundo interesadas en la teosofía; además, discutía y charlaba con hindúes letrados que la visitaban constantemente. Los fenómenos también tuvieron lugar muy a menudo en la India; después, la sociedad para el descubrimiento de nada acerca del mundo psíquico, los investigó, llegando a la conclusión de que esta mujer sin fortuna, que nadie conocía antes en la India, pudo, de alguna manera inexplicable, armar una vasta conspiración que se ramificó sobre todo el territorio indio, incluyendo hombres de cualquier rango y mediante la cual pudo producir los pretendidos fenómenos. Muchos aceptan esta conclusión; sin embargo es absurda para quien conoció a Madame Blavatsky y para quien conoce la India, con su profusión de idiomas diferentes, que ella desconocía. Los hindúes creyeron en ella y decían que podía explicarles sus escrituras y filosofías mientras los brahmanes habían perdido la clave o la habían ocultado; además, gracias a sus esfuerzos y al trabajo de la sociedad fundada a través de ella, los jóvenes indios estaban salvándose del profundo materialismo, la única religión que occidente puede dar a un hindú.

En 1887 Madame Blavatsky regresó a Inglaterra donde dio inicio a otra revista llamada Lucifer, dando así un impulso inmediato al movimiento en Europa. También ahí, como en Nueva York y en India, escribió y habló, sosteniendo una correspondencia incesante con las personas de todo el mundo. Editaba el Lucifer y escribía más libros para su amada sociedad, nunca poseyó recursos y lo único que recibió del mundo en general fue un abuso totalmente inmerecido. La Clave de la Teosofía y La Doctrina Secreta, el gran libro de texto para los teósofos, se escribieron en Londres. También La Voz del Silencio se escribió en Europa y es para los teósofos devotos. Aquí su destino fue escribir, escribir y escribir, día y noche. A pesar de ser el blanco de abusos, logró anudar muchas amistades devotas, no siendo una mujer de medias medidas. Quienes la conocieron u oyeron hablar de ella resultaron ser siempre o amigos leales o acérrimos enemigos.

La Doctrina Secreta trajo a la sociedad a la señora Annie Besant, momento en que Madame Blavatsky comenzó a decir que sus labores estaban llegando al fin, en cuanto había una mujer dotada de la valentía de los antiguos reformadores y capaz de sostener el movimiento en Inglaterra sin tregua (1). Se envió La Doctrina Secreta al señor Stead del Pall Mall Gazette para reseñarla, sin embargo, ninguno de sus críticos se sintió a la altura del trabajo, por eso le pidió a la señora Besant si podía hacerlo. Ella aceptó, la reseñó y después quiso encontrar la autora. Poco después se unió a la Sociedad Teosófica, investigando, primero, el carácter de Madame Blavatsky en su integridad y luego entregando sus fuerzas a los teósofos. Entonces se dio comienzo a una sede general en Londres que todavía existe, ahí transitó Madame Blavatsky, consciente de que la sociedad por la cual se había prodigado, finalmente era una entidad capaz de luchar por sí sola.

En su último momento mostró haber entregado su vida a una idea, plenamente consciente de que para el mundo era utópica, sin embargo, según ella, era necesaria para la raza. Imploró a los amigos para que su encarnación, a punto de terminar, no fuese un fracaso, es decir, que el movimiento comenzado y sostenido con gran sufrimiento, no se viniera abajo. En su vida no hizo dinero ni lo pidió. Escritores venales, hombres y mujeres malévolos dijeron que ella hizo lo posible para quitarles el dinero a los ingenuos, sin embargo, los amigos íntimos saben muy bien que ella rechazó el dinero una y otra vez. Sus amigos le hubieran dado todo lo que quisiera si lo tomara, pero nunca tomó ni pidió nada. En cambio, su filosofía y elevados ideales indujeron a otros a tratar de ayudar a los necesitados. Un rico teósofo, impulsado por tal aliciente, le dio 5 mil dólares para que fundara un club de jóvenes trabajadoras en Bow, Londres. Un día, después de que la señora Besant había organizado las cosas para la casa y el resto, Madame Blavatsky, por anciana y enferma que estuviese, fue al club para abrirlo en nombre de la Sociedad Teosófica.

El propósito y el objetivo de su vida, consistía en disipar los grilletes que el clericalismo había forjado para la mente humana. Deseaba que todos los seres humanos supiesen que son Dios en verdad y, como seres humanos, deben cargar con sus pecados, pues nadie más puede hacerlo. Por eso trajo a occidente las antiguas doctrinas orientales de karma y reencarnación. Dijo que, en el caso de karma, siendo la ley de justicia, cada uno tiene que responder por sí mismo, mientras en cuanto a la reencarnación, la respuesta ocurre en la tierra donde estas acciones tuvieron lugar. También deseaba que la ciencia regresara a su verdadera base, donde la vida y la inteligencia se admiten existir e influenciar cada átomo en el universo. Por lo tanto, su objetivo era hacer una ciencia religiosa y una religión científica, para que el dogmatismo de cada una desapareciera.

A partir de 1875, dedicó su vida al incansable esfuerzo de atraer a la Sociedad Teosófica a quienes podían trabajar altruistamente a fin de propagar una ética y una filosofía que tendiesen a la realización de una hermandad humana, mostrando la real unidad y la esencial no separación de cada ser. Sus libros se escribieron con el declarado objetivo de proveer el material para el progreso intelectual y científico a lo largo de esas líneas. Las teorías del origen, los poderes y el destino del hombre que presentó, entresacadas de antiguas fuentes indias, nos colocan sobre un pedestal superior al que ofrece la religión o la ciencia, en cuanto proporciona, a cada uno, la posibilidad de desarrollar los poderes divinos internos, convirtiéndonos, finalmente, en colaboradores de la naturaleza.

Puesto que cada uno debe morir, no vamos a decir que su transición ha sido una pérdida; sin embargo, si no hubiese vivido y hecho lo que hizo a favor de la humanidad, no hubiera tenido el impulso y las ideas hacia el bien que eran su misión darlas y proclamarlas. Hoy en día hay una profusión de hombres y mujeres devotos, que se dedican a purificar su vida y a hacer más dulce la ajena, que hacen remontar sus esperanzas y aspiraciones a la religión-sabiduría resucitada en occidente mediante los esfuerzos de Madame Blavatsky y que reconocen, con gratitud, que sus más queridas posesiones son el resultado de su vida fatigosa y de auto-sacrificio. Si ellos a su vez viven rectamente y hacen el bien, ilustrarán la doctrina que ella enseñó cada día y practicó cada hora.


William Q. Judge.

Artículo publicado originalmente en el New York Sun, el 26 de Septiembre de 1892. (Ver AQUÍ una copia de la publicación original, en la web www.loc.gov).

 

(1) Lamentablemente, bajo la dirección de A. Besant, la S.T. acabó dando la espalda a la verdadera Teosofía. Para más información ver el artículo ¿De la Sociedad Teosófica a un culto anti-Blavatsky y pseudocatólico? del blog Desafiando al Kali-Yuga