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17 marzo 2025

El cultivo de la concentración


Por Robert Crosbie:  

Hace tiempo que la concentración, o sea el uso de la atención con coherencia y persistencia hacia alguna cosa que deseamos realizar, ha sido estimada como el medio más eficaz para alcanzar la expresión total de nuestros poderes y energías. Los antiguos utilizaban la expresión “enfocarse en un solo punto” para indicar el poder de concentrar toda la atención sobre un tema o un objeto, excluyendo cualquier otro pensamiento y sentimiento, durante el tiempo que fuera necesario. La verdadera concentración es muy difícil de alcanzar en nuestra civilización, porque la tónica principal de esta época es, de hecho, la distracción más bien que la concentración. Constantemente y en todas las direcciones se nos presentan a nuestra mente sujetos y objetos, una cosa tras otra, llamando nuestra atención, distrayéndola de eso en lo que estábamos concentrándonos. Así, nuestras mentes han adquirido la tendencia de saltar de una cosa a otra, a volar de una idea placentera o una desagradable y luego a permanecer pasivas. Normalmente permanecer pasivo es dormir, pero si llegara a ser anormal, conduciría a la locura. Cada uno puede probar por sí que nos hemos acostumbrado a esas distracciones y no somos capaces de concentrar nuestra mente sobre algo por un tiempo determinado. Si un individuo se sienta e intenta pensar en una cosa, en un objeto o sujeto, por solo cinco minutos, se dará cuenta que en unos segundos habrá vagado mentalmente muy lejos de eso sobre lo cual originalmente quería reflexionar.

Antes de alcanzar la concentración verdadera y pura, pudiendo utilizar la mente superior y sus poderes, debemos, primero, comprender lo que es el ser humano, su verdadera naturaleza y la causa de su condición presente. Pues los poderes que usamos en el cuerpo son transmitidos y extraídos de la naturaleza espiritual, pero están tan perturbados y limitados que no son poderosos. Debemos conocer nuestra mente y controlarla, o sea, la mente inferior, llamada en Teosofía Manas inferior, interesada sólo en los asuntos personales y físicos. Los sabios del pasado decían que este “órgano interno”, el principio pensante, es el gran generador de la ilusión, lo que perturba la concentración. No es posible alcanzar la concentración verdadera mientras que el dueño de la mente no sea capaz de colocarla donde desea, cuando quiera y por el espacio de tiempo deseado

Escrito está en La Voz del Silencio: “La mente es el gran Destructor de lo Real. Destruya el discípulo al Destructor”. El discípulo, que es el Ser Real, el hombre espiritual, debe obrar como tal. Tiene que poner fin a los cambios continuos de su principio pensante, llegando a la tranquilidad en aquel conocimiento hacia el cual la consideración de su verdadera naturaleza lo atrae. El objeto del desarrollo total es la realización de la verdadera naturaleza de cada uno y el uso de sus poderes. Lo que obstaculiza este proceso es el principio pensante. Nosotros somos los pensadores, pero no somos lo que pensamos. Si nuestra manera de pensar es equivocada, todos los resultados de nuestros pensamientos y acciones deben conducirnos a una conclusión errónea o parcial, en el mejor de los casos; pero si nos percatamos de que somos el pensador y el creador, el que desarrolla todas las condiciones en las cuales nos encontramos y enfrentaremos en un futuro, habremos alcanzado el punto de vista del hombre Real, el único al cual pertenece el poder de la concentración. 

Para alcanzar la concentración necesitamos comprender la clasificación de los principios humanos. Todos tenemos los mismos principios, las mismas substancias y el mismo espíritu en nuestro interior. Cada elemento que existe en todo sitio y en todo ser, está en nosotros. Así cada uno posee, aunque sean latentes, todos los poderes presentes en cualquier parte y en sí mismo. Provenimos todos de la misma Fuente y somos parte de un Gran y Único Entero, chispas y rayos de la Vida y del Espíritu infinito o Principio Absoluto.

El segundo principio es Buddhi, o la sabiduría adquirida de las vidas pasadas y de la presente. Es la esencia de todas nuestras experiencias previas. El principio siguiente es Manas, la mente Superior, el verdadero poder de pensar, el creador que no se involucra en la fase física de la existencia, sino del espíritu y la sabiduría adquirida. El conjunto de estos tres principios: Atma-Buddhi-Manas, constituye el Ser Verdadero y cada uno de nosotros es, en su naturaleza interior, esta triada. 

El Manas inferior es el aspecto transitorio de la mente Superior, o sea, la porción de nuestra atención, pensamientos y sentimientos, interesada en la vida física. Pero si nuestra facultad pensante se concentra sólo sobre el ser personal, el cuerpo, los poderes que moran en la Tríada, el Ser Real y la sabiduría pasada adquirida, no pueden penetrar aquella nube de ilusión. El Manas inferior es el principio del equilibrio, es el centro desde donde el ser encarnado se dirige hacia su naturaleza superior o desciende hacia la terrestre, compuesta por los deseos de la existencia sensoria. La vida alrededor de nosotros nos envía impresiones y energías continuas; mientras nuestras ideas, nuestros sentimientos y emociones nos exponen y conectan constantemente con éstas, por lo tanto la mente interior se halla siempre agitada, condición que obstaculiza la calma y la concentración absoluta. 

Luego tenemos el cuerpo astral, un aspecto del cuerpo real interior, que ha perdurado por todo el amplio pasado y deberá continuar por un largo futuro. El cuerpo astral es el prototipo, o la base, que sirve para la formación de lo físico, considerándolo desde el punto de vista de los poderes, es el cuerpo físico real. Sin éste, el cuerpo físico sería simplemente un conjunto de materia, un agregado de vidas inferiores. Los órganos o centros donde se han desarrollado los físicos, en armonía con las necesidades del pensador interno, moran en el cuerpo astral, que es la verdadera residencia de los sentidos reales del ser humano. El cuerpo astral dura un poco más que el físico, no muere junto a este último, siendo el vehículo en los estados inmediatos después de la muerte.

Tan pronto como comencemos a hacer un esfuerzo para controlar la mente y deseemos conocer y tomar la posición del ser interno, dicho esfuerzo y la posición asumida nos permitirán alcanzar el poder y la firmeza. Hemos despertado algo en el cuerpo astral. Los que previamente eran centros de fuerza alrededor de los cuales se formaban los órganos, ahora empiezan a desarrollarse como órganos astrales distintos, cuya construcción gradual ocurre dentro de nosotros hasta que, al final de nuestro esfuerzo, tengamos un cuerpo astral con los órganos físicos totalmente sintetizados y las vicisitudes de la vida no nos afectarán más, pues tendremos el poder de obrar del cuerpo astral. Esto, en su plano, es más completo y eficaz que nuestro instrumento físico en la esfera objetiva, teniendo un campo de acción más amplio, gracias a sus siete super-sentidos, mientras que físicamente solo tenemos cinco sentidos.

Tan pronto como empezamos a hacer el esfuerzo, surgen los obstáculos. Las viejas maneras de pensar y de sentir nos asaltan de cada lado, porque no somos todavía capaces de controlarlas y estamos sujetos a ciertos sentimientos y emociones que pueden destruir el cuerpo astral que estamos construyendo. La cólera es la primera y la más poderosa, posee un efecto explosivo y no importa cuanto hemos progresado en nuestro crecimiento, el choque interior incontrolable que proviene de la ira, destroza el cuerpo astral, así que debemos empezar nuevamente desde cero. La otra emoción enemiga es la vanidad, en todo tipo, concerniente a la realización de algo, nosotros, nuestras familias, nuestro país, etc. La vanidad tiende a crecer hasta que ya no ponemos atención en las palabras de nadie y somos demasiado engreídos para aprender alguna cosa. Entonces, la vanidad puede desintegrar el cuerpo interior aunque sea menos devastadora que la cólera. Otros obstáculos son la envidia y el miedo, pero este último es el menos peligroso porque puede disiparse mediante el conocimiento. El miedo es siempre el fruto de la ignorancia, tememos lo que ignoramos, pero, al desarrollar el conocimiento, el miedo desaparece. 

 Somos víctimas de estos miedos que tienden a destruir el instrumento mediante el cual podemos alcanzar la verdadera concentración que, sin embargo, es asequible. El poder y la naturaleza especial de la concentración es que, una vez alcanzada, podemos dirigir la atención sobre cada objeto o sujeto deseado, excluyendo todo lo demás por un cierto período de tiempo. Además podemos usar nuestro principio pensante, la mente, que es de fácil mutación, para transformarse en el objeto observado y en la naturaleza del asunto en el cual pensamos. Mientras la mente asume la forma del objeto, nosotros extraemos de esta forma todas las características que fluyen de ella y al final de nuestro examen tenemos una comprensión completa referente al sujeto o al objeto. Está claro que no podemos alcanzar una concentración tal mediante esfuerzos intermitentes, sino por medio de esfuerzos provenientes de “una posición firme,” teniendo presente la meta final. Todos los esfuerzos producidos de aquella manera serán productivos, cada esfuerzo que proviene del ser espiritual es importante por someter el cuerpo al principio pensante.

Aquel verdadero poder de concentración es campo de acción de otras cosas. Empezamos a abrir los canales que, de nuestro cerebro, alcanzan al cuerpo astral y de este último al ser interior, de modo que lo temporal tienda a convertirse en una parte de lo eterno. Todos los planos, desde el superior al inferior se sintetizan y todos los vehículos del alma que hemos desarrollado desde el pasado, se armonizan. Por lo tanto, tenemos que equilibrar en exacto acuerdo los instrumentos del alma, tarea posible sólo tomando la posición del ser espiritual y obrando como tal. 

Podemos alcanzar la cumbre de la concentración no actuando de una manera egoísta. La concentración del cerebro-mente está al lado de la verdadera concentración, como una luz débil está al lado del sol. En primer lugar, la verdadera concentración es una posición asumida para unirse al Ser Superior. Esto es el Yoga más elevado. La verdadera concentración es la que concierne al Ser. Debemos alcanzarla antes de poder conseguir aquel estado donde poseemos el conocimiento eterno y completo de todo y antes de recuperar y usar, nuevamente, los poderes que pertenecen a la humanidad.


Extraído extraído del libro El filósofo amigo, de Robert Crosbie (The Theosophy Company).

17 octubre 2024

El poder de la sugestión, por Robert Crosbie.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay.

El poder de la sugestión significa cosas distintas a muchas mentes. Está ligado con la idea de la hipnosis, condición en la cual el operador es capaz de hacer a uno pensar, decir, actuar o imaginar cualquier cosa que elija. Esto es posible por la condición anormal en que se encuentra el sujeto. Generalmente, no se conocen las teorías y métodos que inducen a esta condición anormal, aunque algunos practicantes hayan encontrado varios métodos para inducir la hipnosis en algunas personas. 

 Aquí nos proponemos discutir la sugestión misma desde el punto de vista general y cómo afecta a nuestros semejantes. Las personas no se percatan de que actúan casi siempre bajo sugestión. Desde que nacemos, estamos rodeados de personas que nos sugieren que ciertas ideas son verdaderas y nosotros las seguimos. Existe poco pensamiento original, y esto es particularmente cierto en aquellas ideas en las que el público presta mayor atención, como en la religión, la política y ciencia. Adoptamos cualquier sistema de pensamiento que nos presentan y seguimos la sugerencia impartida sin intentar alcanzar su esencia. Tomamos por hecho la base sobre la cual yace, incluso en los asuntos más importantes de la vida. 

 Nuestra religión, por ejemplo, se dice que es una “revelación”. En la infancia aceptamos esto como un hecho, sin examinar lo que es o sobre lo que se basa. Nuestros poderes de pensamiento y acción basados en una sugestión falsa no están inhibidos, pero el resultado es que todas nuestras posibilidades de pensamiento y acción, nuestras creaciones mentales y toda la superestructura de nuestra existencia son falsas, porque pensar a partir de premisas falsas, nos conducirá inevitablemente a conclusiones falsas. 

 Esto es tan cierto como en el caso del sujeto hipnotizado. Se le ha puesto en una condición anormal, su mente está vacía, y el operador le presenta cierta idea y con ésta la sugestión de cómo actuar. Inmediatamente el sujeto la adopta, la pone en práctica y continúa siguiendo la dirección sugerida acumulativamente hasta que sea cambiada. 

 Aquellos que han nacido en una secta particular deben conocer esto. Tan pronto como empieza nuestro entendimiento, nos presentan ideas inculcándolas en nuestra mente como realidades absolutas. Procedemos según aquella base y mientras continuemos con ella, no podremos alcanzar ninguna conclusión o comprensión verdaderas. ¿Qué sabemos en nuestra infancia de la verdad o falsedad de estas ideas? Absolutamente nada. ¿Qué conocimiento tienen nuestros padres y nuestros maestros de las mismas? Absolutamente nada, simplemente nos pasaron las sugestiones que recibieron durante la niñez y que han obrado en ellos acumulativamente desde entonces. 

 Debemos aprender a no aceptar las afirmaciones, sin importar de donde provengan, simplemente porque nos las hacen. Debemos llegar a la esencia de lo que nos presentan, conocer sus principios aunque éstos sean claros. Si no son evidentes, ¿cómo pueden ser básicos? 

 La idea que existe un creador de este universo es común en el mundo occidental. ¿Qué sabemos de esto? Si es verdad que un ser creó el universo y todas sus criaturas en él, entonces no somos responsables. A esta idea la siguen otras como el ser humano vive aquí solo una vez, éste es su único nacimiento y de aquí desconoce a dónde va. Hemos seguido la sugestión que el ser humano solamente vive una vez, es fundamentalmente irresponsable de su estancia aquí y hemos construido nuestros pensamientos y acciones sobre esta base. ¿Nos hace esto más sabios y felices mientras que vivimos? ¿Produce paz y felicidad para los demás? ¿Terminamos nuestra existencia más sabios y mejores? Sabemos que al final de nuestra vida abandonamos los objetos terrestres que obtuvimos. 

 Pero esta tierra es solo una de las muchas que hay. ¿Qué pasa con los otros planetas y sistemas solares que llenan nuestro espacio? Basándonos en las sugestiones recibidas, ¿tenemos algún conocimiento vital acerca de estos o de la razón de su existencia? 

 Cuando nuestras impresiones religiosas cambian y recibimos otras sugestiones, ¿no nos las divulgan en la misma manera? Cualquiera que ésta sea, “Ciencia Mental”, “Nuevo Pensamiento”,  “Ciencia Cristiana”, la adoptamos y la seguimos de acuerdo con las direcciones recibidas y, ¿qué cosa realmente aprendemos? Nada. Terminamos nuestra vida encasillados en la ignorancia, no obstante todas las “revelaciones” dadas. ¿Qué cosa sabemos de sus bases? ¿Son verdaderas o solo parciales? Nunca nos piden que examinemos sus fundamentos para ver por nosotros mismos si son verdaderos o evidentes. No. Se nos pide que aceptemos lo que nos dan y que obremos de acuerdo a estas ideas. Eso es sugestión

 Nuestra vida municipal, nacional y política, está sujeta a la sugestión y pocos son los que intentan alcanzar la esencia de las cosas y comprender lo que es la naturaleza del ser, de tal modo que puedan saber por sí mismos para luego actuar con poder y comprensión. Al examinar la esfera en la cual vivimos, encontramos que estamos todos presos en el poder de la sugestión, en todas direcciones. 

 ¿Qué criterio deberíamos aplicar a cada sugestión que se nos presenta? Simplemente esto: si tenemos la verdad, tiene que explicar lo que anteriormente era un misterio y como estamos rodeados de misterios, la Verdad debe aclararlos todos. 

 Este poder de la sugestión tiene que ser empleado, aún sin importar cual sea la dirección que nos indican. Si la Verdad en la religión, en la ciencia y en la filosofía existen y es alcanzable, debe llegarnos por sugestión de Aquellos que saben. Si este proceso fuese imposible, y no pudiésemos alcanzarlo, sería inútil hablar de estos temas. Pero cuando nos sugieren la verdad, siempre se presenta un medio por el cual podemos verla y verificarla. Este medio no está en la autoridad o la aprobación de nadie, sino en el hecho de que podemos percibirla y examinarla personalmente. La autoridad final es el ser humano mismo

 Un Dios exterior es un ídolo. Debemos llegar a las partes más recónditas de nuestro ser y comprender que es nuestro mismo ser el que elige lo que debe aceptar o rechazar. El poder divino: la facultad de elección está en cada uno de nosotros. Cuando empezamos a comprender esto, obtenemos la primera clave de nuestra inmortalidad. Por lo tanto, nos percatamos de que Eso que vive y piensa en el ser humano es el Eterno Peregrino. Si se prefiere usar la palabra Dios, se puede decir: “Tantos hombres en la tierra, tantos Dioses en el cielo”. 

 Existen muchos seres inferiores a la humanidad y tal vez alguien pudiera admitir que hay seres superiores a ella. Ninguno de estos seres puede ser omnipresente; ninguno de ellos puede ser el Supremo. ¿Qué es lo omnipresente y supremo en cada ser, en el ser humano, en los seres inferiores y en los seres superiores a él? ¿No es quizá este Poder de percibir, pensar, elegir y actuar sobre el pensamiento, la elección y la inteligencia que el ser tiene? Ese Poder transciende todo ser y toda concepción, pues es el poder que yace en la raíz de la evolución y es la verdadera esencia de cada ser. Nadie está separado de y sin Aquello. Todos son rayos de y uno con Eso. No hay posibilidad de existencia separada de Aquello. 

 El ser humano yace en medio de una vasta y silenciosa evolución: la de la inteligencia y del Alma. Todos los seres inferiores al ser humano deben subir la escala del ser hasta nuestro estado, y cualquier ser más allá de lo humano debe haber pasado por nuestro estado y haberse elevado más en la escala. Son nuestros Hermanos Mayores, que han vivido en diferentes civilizaciones anteriores a la nuestra, muchas muchas edades antes que la nuestra, alcanzando un nivel de desarrollo superior al nuestro. Fueron ellos quienes adelantaron todo su conocimiento adquirido durante esa vasta evolución que precedió a la nuestra. 

 Estos Hermanos Mayores de la familia humana no son espíritus en el sentido común del término, ni son seres etéreos, “dioses” ni “ángeles”, son seres humanos, Mahatmas (Grandes Almas), seres perfeccionados desde el punto de vista, físico, mental, moral, psíquico y espiritual, que ocupan la posición que un día nosotros también alcanzaremos, cuando nos hayamos perfeccionado del mismo modo que Ellos, mediante esfuerzos auto-inducidos y auto-diseñados

 Estos Maestros nos apoyan con Su conocimiento y poder, con Su habilidad y esfuerzo para ayudarnos y guiarnos, representan la sugestión más grande y poderosa que el ser humano pueda recibir. Están dispuestos y preparados para ayudarnos cuando y donde estemos listos y dispuestos para recibir. Nunca piden; están siempre dispuestos a ofrecer a aquellos que quieran seguir las líneas indicadas, de modo que podamos llegar a ser como Ellos, y alcanzar el conocimiento mediante nuestros esfuerzos. 

 Si tomamos Su filosofía como la teosofia nos la presenta, si la consideramos como una teoría para ser examinada por sus méritos, nos daremos cuenta que nos explica el porqué existen muchas clases de personas, naturalezas diferentes e individuos que sufren más y otros que sufren menos. Explica porqué cada uno nace en un sitio particular, en una familia, nación y período, la desigualdad en la vida, cada misterio e injusticia. Esto capacitará al hombre a realizar su propia inmortalidad, a vivir una existencia consciente en el espíritu, aun cuando esté encarnado en un cuerpo en la tierra. Actualmente vivimos en la materia, pensamos que existimos en la materia y dependemos de ésta para sobrevivir. Pensamos en la materia. Nuestra religión, ciencia y filosofía son materialistas. Todo esto debido al mal uso del poder de la sugestión y de aceptar ideas de cualquier autoridad ciegamente, sin examinarlas y compararlas primero. Nosotros creemos, no sabemos. 

 No existe divinidad, sino aquella que se ha desarrollado del Espíritu único. Cada ser Divino es una evolución. Cuando se habla de la divinidad, esto significa la evolución de un ser. Toda inteligencia se basa en el Poder de percepción y esto existe en todos los grandes seres. La inteligencia es la extensión del poder de conocer. Esta idea elimina muchas sugestiones de las cuales tal vez hemos dependido. Sería mejor no depender de nada, salvo de nuestra facultad inherente de aprender y librarnos de las dificultades. Todos nuestros poderes nacen con nosotros, todas las experiencias anteriores están con nosotros, pero están saturadas con las sugestiones que recibimos desde pequeños, y por las ideas falsas que aún sostenemos. Solo la Verdad puede liberarnos y cada uno de nosotros puede descubrirla, seguirla y realizarla.

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Por Robert Crosbie. Publicado, póstumamente, en Theosophy Magazine, en julio de 1922.


16 octubre 2024

Consejos sencillos

 

Imagen de Almeida en Pixabay.


 "La tarea consiste en hacernos “más capaces para ayudar y enseñar a los demás”. Naturalmente, la personalidad se rebela, se deprime o ambas cosas. Podemos esperar esto y prepararnos para la reacción si somos sabios y confiamos en la enseñanza de los Maestros. Queremos saber, ser y adelantar; además, estamos conscientes de que toda pequeña aserción de las “ideas personales” es un obstáculo y que éstas y sus “sentimientos” particulares pueden ser fácilmente perturbados y heridos. Su “blandura” muestra su naturaleza frágil y deja constancia de que no vale la pena preservarlos, considerando lo que hemos aprendido y lo que debemos hacer para sacar adelante los grandes resultados. “Te preocupas por quienes no hay razón de lamentarse”, es un dicho real, que deberíamos considerar como una verdad. “La personalidad, expulsada de un baluarte, se refugia en cualquier otro disponible”; debemos velar sobre todo, a lo largo del camino. La justa actitud facilitará la batalla, entonces, al haberla asumido, “apunta la flecha en el blanco”. 

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 Debemos aprender que estamos tratando con mentes que necesitan ser guiadas, presentándoles ideas más amplias. Podemos decir mucho si adoptamos la manera adecuada y si mantenemos el sentimiento justo y bondadoso. De nada sirve fomentar la oposición, que se alimenta de manera muy marcada si usamos el ridículo. En cualquier esfuerzo por señalar las falacias, todo factor cuenta: una voz áspera e intransigente, unos modales bruscos, acompañados por palabras que expresan una actitud inamistosa, pueden fácilmente provocar un ataque de intolerancia. Indicar dónde un sistema de pensamiento es inadecuado no implica “demolerlo.” El lema de los Teósofos es: “No hay religión más elevada que la Verdad” y todas las filosofías deben poder sobrellevar el escrutinio crítico más rígido a la luz de tal apotegma o no tienen valor. Cualquier cosa debe poder sostenerse por sus propios méritos. Si esto ha sido indicado, si las palabras siguen las líneas del examen de los méritos y si el señalamiento de los deméritos se propone el alcance de la verdad, nadie puede criticarlo. A todos les gusta un análisis cándido y exento de prejuicios. 

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 El dogmatismo es la falla de muchos. A mi juicio lo engendra, en realidad, un sentimiento de inseguridad, mientras uno trata de convencerse a sí mismo y a los demás de la certeza de su conocimiento correcto. Por supuesto, existen otros tipos de dogmatismo, como el sustentar la propia opinión simplemente por ser la nuestra, una aserción egoísta. Según se dice, el dogma es eso que parece ser bueno y justo para uno; el dogmatismo, por lo usual arrogancia, es aserción. Siempre me lleva a la idea de la afirmación forzada de una declaración cuya prueba es inasequible. Se puede hablar de forma convincente acerca de lo que se considera verdadero, sin caer en el dogmatismo. Cuando estamos convencidos de la verdad del asunto que tratamos, no hay razón por la cual no deberíamos exteriorizar esta convicción de manera tan enfática según el caso; sin embargo, tampoco hay un motivo que nos induzca a exigir su aceptación. En lo que a nosotros nos concierne, no exigimos que se acepte la Teosofía; señalamos sus principios y sus aplicaciones. La Teosofía declara ciertos temas divulgados por hombres perfeccionados y con conocimiento de causa; sin embargo, no son declaraciones que deben ser creídas. Deja constancia que este conocimiento, que ellos adquirieron mediante la observación y la experiencia en muchos cuerpos, es alcanzable por todos los seres humanos, señalando la manera para hacerlo. La cordura de la afirmación del conocimiento, saca la declaración del campo del dogma. “La Conciencia es ubicua, no puede localizarse ni centrarse sobre o en algún sujeto particular; tampoco puede limitarse. Sólo sus efectos pertenecen a la región de la materia; siendo el pensamiento una energía que afecta a la materia en varias formas, mas la conciencia en sí no pertenece al plano de la materialidad”.

 La fe es, realmente, nuestra confianza en el hecho de que los Maestros existen y que sus enseñanzas son lo que estamos siguiendo. Si hasta la fecha nuestro estudio de su filosofía no ha engendrado esa confianza y si estuvimos estudiándola por mucho tiempo, hay poca esperanza para nosotros. Más, si tenemos esa confianza y nos hemos beneficiado de sus enseñanzas, podemos seguir adelante con plena certeza; pues podremos saber siguiendo las líneas que ellos trazaron. No es tanto una cuestión de lo que prometimos abstenernos hacer, es decir, nuestra intención de comportarnos así; sino saber el justo curso a seguir. Nadie nos obliga y nadie nos castiga; pero “nosotros” tenemos éxito o fracasamos según nuestro uso del consejo y de las sugerencias libremente dadas. ¿Dudamos de nuestra habilidad? Mientras tanto, jamás tendremos un gran éxito. Aprendemos a conocer nuestra habilidad usándola hasta el límite. No debemos preocuparnos por los errores; ya que podemos aprender de ellos si representan esfuerzos concienzudos e incesantes. Es puro egoísmo desear saber que cualquier curso aconsejado nos beneficiará; el consejo puede ser dado; pero el conocimiento es algo que se adquiere. No deberíamos buscar los resultados personales. Las cosas hay que efectuarlas porque es justo hacerlas y no porque nos traerán beneficio. Toda vacilación, temor y desaliento surgen de una actitud personal. Ésta debe ser cambiada y cada uno debe hacerlo por sí solo. Nadie puede alterarla para nosotros. El primer paso hacia este cambio es captar la necesidad de darlo. 

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 Muchas declaraciones de los Maestros son axiomas para aplicar; mientras, al mismo tiempo, están entretejidas con el tipo de razonamiento que puede adaptarse a la manera ordinaria de pensar. La mayoría de las personas imagina y acepta, como hecho, que existe sólo una forma de pensar: un razonamiento de premisas a conclusiones, esquematizando las cosas para encontrar la causa. Por medio de una infinitud de cuadriculaciones, llegan a imaginar, finalmente, que la Materia es todo y lo hace todo; no encontrando respuesta final alguna. La ciencia, la psicología y todos los otros esfuerzos que proceden de lo particular y estriban en éste, fracasan, debido a que no admiten la existencia de un conocimiento verdadero y pleno o que éste pudiera haber existido en tiempos anteriores. ¿Acaso la ciencia de cada período no afirmó que su conocimiento era el más elevado y el más glorioso existido y su civilización la más grandiosa? Si la ciencia y la psicología occidentales siguieran con sus tremendos esfuerzos a la luz del conocimiento de las eras, muy pronto la oscuridad espiritual e intelectual se disiparía, dando origen a una civilización capaz de expresar lo espiritual y lo intelectual en una verdadera vida física. ¿Qué es lo que nos obstaculiza? El orgullo intelectual nos traba, junto al efecto entorpecedor de las concepciones falsas de la religión que dan un enfoque materialista al pensamiento, convirtiendo la vida, el paraíso, el infierno y dios en algo material, “en ídolos de barro.” Es un prodigio que la vida sea soportable así como es; o sería un prodigio si no supiéramos que el ser humano es más que sus experiencias, sus concepciones o su filosofía y que no sigue, hasta las conclusiones lógicas, eso que adopta como su “religión”. 

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 Después de una explosión de la personalidad y las reacciones resultantes, a veces un Discípulo toma la determinación que en el futuro no oscilará tanto. Esta no es la verdadera posición, pues él espera oscilar un poco. Por supuesto si espera oscilar, oscilará. Más valdría esperar dar en el blanco en lugar de fallar. Hay una gran diferencia en la posición psicológica y también en la calidad de la energía estimulada. Deberíamos cesar de dudar en nuestro poder de realización. Si dudamos, sería como lanzar una flecha con la cuerda del arco suelta; no hay fuerza ni dirección cierta. Cuando la cuerda del arco se jala y tensa, luego se suelta, la flecha no vacila, se dirige a donde se apuntó, acompañada por la fuerza ejercida durante el tirón. 

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 El sincero deseo de ayudar a los demás actúa como un gran canal de nuestra conciencia supersensorial. Más confianza en nuestra naturaleza interna y en el Poder concomitante, dará frutos. Lo interno es siempre el más perfecto, haciendo más obvias las aparentes imperfecciones e incapacidades de lo externo. Sin embargo, esta mera percepción estimula el esfuerzo necesario para afinar lo interno y lo externo. No podríamos pensar que somos perfectos o imperfectos si, en realidad, no transcendiéramos ambos. H.P.B. dice: “El adelanto del Ego es una serie de despertamientos progresivos”. Como no somos palos ni piedras; sino seres humanos, debemos “sentir” el éxito o el fracaso. Demostramos sabiduría cuando el éxito no provoca la “jactancia” y el fracaso la depresión. Deberíamos seguir de manera constante e invariable eso que nos parece ser justo. 

 Todo estudiante activo de Teosofía debe, a la larga, encontrar alguna “traba” teosófica. Estas son buenas como aparecen, pues: “si tropezamos” con algo, implica que nos descarriamos del camino recto y los “tropezones” son significativos sólo por señalarnos que hay que prestar atención a nuestra orientación. No los sentiríamos si no tuviéramos una “brújula” interna. El propósito de la vida es aprender y todo es aprendizaje. Por eso, estas cosas, aunque no sean alegres al momento, serán objeto de sonrisas después. Los griegos solían decir que cuando la tierra empezó a girar en el espacio, los Dioses se desternillaron al sólo verla girar. Así nosotros, siendo estos Dioses, podemos reírnos de las insensateces que experimentamos, siguiendo con el trabajo de promulgar las ideas correctas para quienes son receptivos. Debemos cultivar la actitud mental mencionada en el Bhagavad Gita: quedarse imperturbado ante cualquier cosa que es transitoria. Estas trabas son los medios mediante los cuales llegamos a tal actitud. 

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 A veces y quizás a menudo, sentimos nuestra debilidad mientras pensamos. La debilidad no es la de nuestro verdadero Ser, el Hombre interno; sino de eso en lo cual nos hemos apoyado: el falso ego. Si tenemos presente que ahora estamos trabajando con una porción de nuestros poderes, esa porción que necesita ejercicio y dirección adecuada a fin de asimilarla a lo que realmente sabemos y somos, deberíamos estar más contentos en esperar la eclosión completa. Nuestra perspectiva determina la clase y la calidad de nuestra acción. Al tener presente que los Maestros no sólo son Ideales, sino Hechos, y que todo lo que H.P.B. y W.Q.J. han escrito acerca de Ellos era para nuestra ayuda y aliento en nuestras luchas, esto nos acerca a Ellos, fortificándonos con el poder que fluye de tal confianza. 

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 El mejor método a seguir para tratar de auxiliar a nuestras amistades, consiste en ayudarles a ver sus obstáculos. Una manera de hacerlo es de forma indirecta: narrar una historia, por ejemplo, de un conocido que hizo esto o aquello. El relato no debe despertar la sospecha en la mente de quien estamos intentando ayudar. Se necesita sutileza; pero es factible y se puede hacer bien. En el caso de una mente obtusa, involucrada en sus asuntos, a veces es mejor tratarla de forma directa. El punto clave es no trabajar por una oportunidad, sino tomarla cuando ésta se presente. 

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 Algunos estudiantes jamás han desarrollado una base firme. Muchos, que aman llamarse Teósofos, asumen esta visión de las cosas: “Los principios son otro tanto buenos bajo cualquier nombre”. Esto es cierto, pero un soldado en el campo de batalla no es un ejército y un principio no es una filosofía omniabarcante. La Teosofía indica un hecho de importancia capital: los Maestros existen, siendo nuestros hermanos Mayores quienes, bajo el nombre de Teosofía han dado al mundo un registro de las Leyes que gobiernan a todos los constituyentes del Hombre y de la Naturaleza. Tomar algunas partes menores de esto y no dar a la humanidad el conocimiento del entero es ignorar el gran hecho mismo, un hecho tan tristemente necesario en el mundo y, al mismo tiempo, es impedir la divulgación del conocimiento. Tal acción encierra resultados kármicos perjudiciales, ya se haga consciente o ignorantemente. No es algo insignificante ponerse entre los Maestros y Su trabajo, obstruyéndolo. No nos cansaremos de repetir que la Teosofía es un registro del conocimiento y no es asimilable ni comprensible si la reducimos o la modificamos para que encaje con las ideas preconcebidas y los prejuicios del período o de la gente. La Teosofía es sui generis (única en su género) y debe ser tomada así si queremos beneficiarnos de ella. 

 A veces las personas dicen que las reuniones teosóficas son “frías” y tratan los principios filosóficos y su aplicación en el diario vivir, mientras encuentran más “devoción” en las reuniones de las varias sectas o cultos o aún en otros tipos de encuentros llamados “teosóficos”. Sería interesante saber lo que estas personas quieren decir por “devoción”. No cabe duda que, a menudo, se refieren a estas clases de reuniones donde hay “meditación”: una especie de reunión con oración en la cual se estimulan las emociones psico-religiosas. Los Maestros de Teosofía dicen: “La primera prueba del verdadero discipulado es la devoción para el bien ajeno”. Entonces, hay diferentes clases de “devoción”, algunas de las cuales se dirigen a la personalidad. Esta no es la verdadera meditación.

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 Algunos Teósofos no estudian; esto los hace débiles. A menudo son sinceros, pero no trabajan ni sienten el intenso deseo de hacer todo lo que pueden. Esto les causa una pérdida en todo aspecto. El trabajo no llegará sin el sentimiento; aún trabajar por resultados personales sería inútil si faltara el sentimiento. Existe sólo una manera de adelantar: cultivar el sentimiento que produce el trabajo. Esto robustece y mejora la naturaleza completa, inclusive las circunstancias de la vida. Otros estudiantes tienen el sentimiento de devoción, pero centran gran parte de ello en sí mismos. Deben olvidarse de sí mismos en el trabajo por los demás, dando todo su pensamiento, fuerza y esfuerzo a la Causa que ellos consideran ser verdadera. Esto incluirá la personalidad como medio, pero no como fin. 

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 ¿No es quizás cierto que una vez suprimido el yo personal, el Ser superior puede expresarse? Podríamos decir que se produce una inmersión en el gran Océano de la Vida, el SER; por lo tanto, la identificación con las ideas personales y los sentimientos se vuelve inexistente. Cuando estos momentos llegan, hay que tener cuidado con el panegírico personal; lo inferior se alimenta y se fortifica de esto y, muy a menudo, sin que nosotros nos apercibamos de ello, aún en los momentos en que estamos tratando de velar para que esto no suceda o pensamos que estamos vigilando. Tampoco es bueno hablar con los demás acerca de estas pruebas internas, ni siquiera con nuestras amistades, pues esto engendra autosatisfacción, tan sutil es la naturaleza personal. Debemos aprender a reconocer las cosas como son, cesando de evaluarlas a la luz de las opiniones o los sentimientos ajenos. Tampoco deberíamos sentirnos deprimidos. En otras palabras, deberíamos ser impermeables al desaliento de la naturaleza inferior, porque esto es lo que sentimos y no deberíamos exteriorizar la lucha que se está librando dentro de nosotros. 

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 La vida del Discípulo debe ser de constante alerta, no simplemente de los demás, sino principalmente de nosotros. A menudo, tendemos a separar nuestra vida Teosófica de la personal. Más no podemos circunscribir nuestros esfuerzos a nosotros mismos, incluyendo sólo las relaciones directamente ligadas a nuestro activo trabajo teosófico. Hay más probabilidades de atenuar nuestros esfuerzos en nuestra vida doméstica y en nuestras comunicaciones diarias, que en nuestras relaciones públicas de estudiantes. La vida doméstica y sus conexiones han sido el principal terreno de entrenamiento para la personalidad, por lo tanto tenderá a exteriorizar su disposición de forma más completa allí que en algún otro lugar. Tal expresión, aparte de lo que podríamos llamar una autoafirmación excesiva, puede manifestarse en pequeños métodos aparentemente inofensivos, por ejemplo: decir a los otros componentes del núcleo familiar lo que va a hacer acerca de asuntos que es inútil comunicar. Cuando uno se detiene a pensar, lo cual es necesario, se da cuenta de que tales acciones son simplemente los esfuerzos de la naturaleza personal por destacarse, tratando de atraer la atención hacia sí en todo modo: hablando, actuando, invocando la simpatía, dando directivas a los demás, hablándoles con menosprecio y las mil y una maneras a las que la personalidad recurre para mantenerse viva, ya que, cuando se suprime en una dirección, surge, astutamente, en alguna otra. “Ella” seguirá haciendo esto siempre que le dejemos una abertura. Lo antes dicho puede parecer muy restrictivo y difícil, pero en realidad no lo es. El sentimiento de “restricción” procede de la personalidad y no del Ego. Se sabe que algunos Discípulos que estaban tratando muy intensamente, llamaban la atención al hecho de que habían superado esto y suprimido aquello; ésta es la misma vieja personalidad llevando puestos nuevos atuendos. Es siempre mejor no hablar de sí mismo: “ya sea acerca de lo que uno come, bebe o se pone encima”. He aquí algunas buenas máximas a aplicar: “Jamás pidas a otro que haga por ti lo que puedes hacer”; “Sabes donde están tus cosas, agárralas por ti solo cuando las necesites”; “Haz para los demás lo que puedas con benevolencia; pero no esperes que los demás lo hagan por ti”; “Eres valioso sólo cuando eres útil y no cuando necesitas ayuda”. Estas se demostrarán eficaces si las pusiéramos en práctica. 

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 El animal puede relacionar la causa y el efecto en algunas direcciones; sin embargo percibe poco nexo, si es que percibe alguno, entre los diferentes estados. Un gato que está afuera al frío maúlla porque quiere entrar en la casa; una vez que se ha calentado, saldrá de nuevo sin vacilar, no recordándose del estado que acababa de experimentar. Algunos seres humanos se acercan muy peligrosamente a un estado de existencia similar y todos caemos en esto, en alguna medida. La mayoría de las personas identifica el poder de percibir con la acción de la percepción, no captando, entonces, la comprensión y la aplicación correctas. “¿Qué los levantará del cuerpo vivo de esta muerte?”. La aflicción, el dolor, los sufrimientos y la pérdida. Mientras tanto, están unidos a sus ídolos y se les debe dejar en paz. “La Teosofía es para los que la quieren y nadie más”.

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 Si la Conciencia es la única Realidad, el Conocedor, el Sustentador y el Experimentador, entonces, cada condición o estado es, más o menos, una apariencia temporal. Todas las clasificaciones se refieren sólo a las acciones de la Conciencia, siendo el universo “conciencia personificada”, podríamos decir que es una creación de las formas, una construcción de lo grande mediante las combinaciones de lo pequeño. Recordarás que H.P.B. dijo: “Es obvio que la vida y la muerte, el bien y el mal, el pasado y el futuro son palabras vacías o, en las mejores de las hipótesis, lenguaje figurado. En realidad, son sólo cambios de estado. La verdadera vida está en la conciencia espiritual de esa vida, en una existencia consciente en el Espíritu y no en la materia”. Además, ella dijo que se había esmerado en vano por impartir esta idea a los teósofos en general, y que con tal idea básica todo lo restante se vuelve simple. Sin embargo, millares de teósofos que leen esta oración y otras numerosas análogas, no les encuentran sentido. La Conciencia es la causa y la base de todos los estados, nos demos cuenta o no. Es la única que es; ya sea que haya universos o no. Si tomamos la idea de que la Vista, que lo ve todo, no puede verse a sí misma y la aplicamos a la Conciencia, debemos admitir que la Conciencia no puede conocerse a sí misma, aunque conozca todo. ¿No es acaso la Conciencia Conocimiento mismo como abstracción? “Es la sabiduría misma, el objeto de la sabiduría y lo que es obtenible por la sabiduría. Preside siempre en los corazones de todos”. Es omnipresente y percibe, constantemente, el panorama cambiante de la existencia. “Establezco este universo con una porción de mí mismo y permanezco separado”. 

 A nuestra forma de conciencia la constituyen varios y distintos contactos con otras formas de conciencia. Basamos nuestras maneras de actuar en estas expresiones parciales, obteniendo su reacción en repeticiones constantes. Puesto que el Ser lo es todo, está en todo y todo está en el Ser, el Ser es el Testigo de todo. La percepción aparentemente separada en nosotros no es un Ser separado; si no el Uno y lo Mismo mientras aparece separado en todas las criaturas

 El conocimiento del Ser implica el Ser y el Conocimiento; sin el Ser no habría conocimiento; sin la existencia no habría conocimiento del Ser. “Lo Superior ve a través de los ojos de lo inferior.” Todas son expresiones parciales del Uno, vistas por el Uno y conocidas por el Uno. La individualización del ser no tiende a la separación; sino a la universalidad de la ideación y a la acción consiguiente. ¿Qué lo hace? El pensamiento. Toda experiencia es mediante la Conciencia y en ella; la Ideación se hace más y más universal. 

 “Cuando la irrealidad cesa de existir en el ser individual, está claro que él vuelve hacia lo universal; produciendo un rechazo hacia la imposición y otras características del ser individual”. 

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 En lo que concierne a nuestros estudiantes y compañeros, podemos equivocarnos en lo referente a su verdadera actitud hacia nosotros. A menudo es nuestra actitud hacia ellos, la que nos presenta una falsa concepción. Es cierto que todos tenemos defectos. Y un defecto de un género no es mejor que el defecto de otro tipo. Notamos los defectos de los demás, o lo que parecen ser tales, de la misma forma como ellos pueden captar los nuestros. Entonces, nos juzgamos mutuamente basándonos en los defectos percibidos. Esto es lo opuesto de ese respeto que deberíamos tener hacia los estudiantes compañeros, porque esto es lo que ellos son y todos trabajan para un propósito común. Por lo tanto, estamos dispuestos a admitir el terreno común, más al mismo tiempo afirmamos que no hay otros puntos de contacto, entonces, debe ser verdadero que permanecen malentendidos mutuos; de qué depende esto, cada uno tiene que analizarlo. Hay algo que lo causa. ¿Es el miedo, la duda, la ambición, el celo o qué más? Estas cosas debemos determinarlas y actuar sobre ellas a solas, a pesar de lo que algún otro pueda hacer o lo que se pueda haber pensado de él. Todo esto nos mantendrá tan ocupados a vigilar sobre nosotros mismos, que no tendremos tiempo ni inclinación de ofendernos por la conducta ajena. Mientras tanto, nos levantaremos a un nivel de discernimiento más elevado y mejor, obteniendo el poder de ayudar de manera mejor y más eficaz a aquellos que, en un tiempo, encasillamos. 

 Está escrito que a los estudiantes no se les elige por sus afinidades naturales mutuas, sino por razones muy distintas. Cada estudiante o discípulo tiene alguna expresión particular de los defectos raciales, que en superficie podrían suscitar la antipatía ajena, sin embargo, como tienen una raíz similar en cada estudiante, dichos defectos son tan parecidos que no se pueden distinguir. Así, cada uno tiene que extirpar la raíz y, cuando lo haya hecho, la naturaleza auténtica brillará, reflejándose en los demás. 

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 El deseo de saber “de dónde vino, dónde está y adónde” se dirige la humanidad deriva del “instinto religioso” general, la verdadera base de la religión se encuentra en la naturaleza espiritual humana. La religión no surge fuera del hombre, como demuestra la acepción de la palabra que deriva del latín: religere, religar. La religión es la unión de cada ser humano y cada ser se remonta a Una Fuente del Todo. El verdadero conocimiento surgió dentro del ser humano mismo tan pronto como percibió su auténtica naturaleza. Conocer la naturaleza humana ha sido afirmado y reafirmado, de vez en cuando, por hombres perfeccionados procedentes de otros períodos evolutivos. Todas las formas religiosas son copias anémicas y distorsionadas de las declaraciones originales en las cuales estriban, es decir, las Tres Proposiciones Fundamentales de la Teosofía

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 Lo más importante sobre lo cual los estudiantes deben cuidar es el autoengaño. La versatilidad de Manas inferior en esta vertiente es indescriptible. Por lo tanto, debemos percatarnos de que nuestros motivos palmarios no sean máscaras para otros que subyacen en ellos. La realización de esto deberíamos considerarla seriamente, sin embargo, con alegría. Lo que hay que tomar lo más seriamente posible es la tarea y no “nosotros mismos”. Al asumir tal actitud adquiriremos discernimiento y fuerza, si jamás nos desesperamos y si jamás dudamos, manteniéndonos tranquilos, atentos, persistentes y alegres a lo largo de esta empresa. Nada es tan malo como pensamos que sea, ni jamás lo será. 

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 A veces, las personas acusan a los demás por ser intolerantes. Quizá tal acusación surja no tanto a causa de las declaraciones proferidas, sino por el tono y el sentimiento que éstas contienen y que las respaldan. Por lo usual, una persona puede declarar su creencia y comprensión, dando su razón por esto sin estimular el antagonismo. Esta es una cosa positiva hacia la cual esforzarnos. La tolerancia es buena si se comprende correctamente, sin embargo la rodean muchas ideas extrañas. Según algunos es intolerancia señalar cualquier error de declaración o de hecho a quienes tengan otros puntos de vista. Hasta la fecha, la Verdad jamás ha concordado con el error, tampoco el error concuerda con el error; la Verdad sólo concuerda con la Verdad. Por lo tanto, si creemos firmemente y estamos convencidos, por los hechos y la razón, que poseemos la Verdad, sería una tolerancia falsa detenerla en presencia del error. La Verdad existe en el mundo con el fin de destruir el error. El error es dogmático y no ama una investigación atenta. La Verdad ama toda averiguación posible, y, calma en su certeza, analiza todo según sus méritos, examinándolo mediante el parámetro de la Verdad. La mente ordinaria actual aún se encuentra bajo la influencia de la superstición, del dogma y de la autoridad, por lo tanto deberá quedarse en tal condición por algún lapso. Con frecuencia encontramos a quienes se han liberado de las formas antiguas para involucrarse en las inéditas del mismo error y, lo que es aún peor, arrastran a otros; no nos resta más que mantenernos en el camino recto que conocemos, dejando una traza que, quienes acabo de mencionar, pueden seguir en el futuro. No debemos preocuparnos si ahora no pueden ver. Su tiempo llegará, estando lo anterior contemplado en la inmensidad del tiempo. Debemos sólo seguir adelante con el Trabajo. 

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 A menudo el Discípulo, en ciertas etapas de su vida de estudiante, siente que ir a algún lugar con regularidad a solas contribuye a mantenerlo psíquicamente equilibrado. Es cierto que para el progreso no es algo positivo depender de cosas externas para el equilibrio. Pensar así perpetúa, simplemente, la dependencia y no puede desarrollar esa fuerza y percepción internas que son tan necesarias. Tal dependencia ocasiona la insatisfacción hacia la mayoría de las cosas externas y exige cambios periódicos, ninguno de los cuales produce algo duradero. Todo esto provoca una tensión nerviosa que es corrosiva y destructora, ocupa la mente con necesidades imaginarias, repercutiendo perjudicialmente en el cuerpo. 

 La verdadera fuerza yace en el interno y puede estimularse y usarse sólo cesando de pensar que cualquier cosa, en particular de carácter externo, sea necesaria para nosotros, en la acepción común del término. Tenemos nuestro lugar y nuestro deber que cumplir y ejecutar; las cosas externas son nuestras oportunidades temporales y seríamos sabios si las usáramos correctamente. Además, nos convendría asumir la actitud que “nosotros” no somos necesarios a los demás; si nos fuéramos, nos extrañarían sólo por un lapso relativamente breve y, finalmente, otras personas y otras cosas ocuparán, por completo, su atención. Mientras más pronto lleguemos a este estado, mejor, y sólo entonces, siendo autocentrados en el verdadero sentido y no “dependiendo de nada”, podremos darnos plenamente cuenta de nuestra naturaleza interna y prodigar el más grande servicio en el mundo humano. Todo lo anterior quiere decir que tendemos a exagerar nuestra importancia, lo cual es, precisamente, una actitud separatista, obstruyendo el verdadero conocimiento y la eficacia

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 No se puede hacer un trabajo teosófico eficaz hasta que en el mundo se encuentren personas capaces de ver la necesidad de ello y que estén dispuestas a prepararse más y más para cumplir con esta necesidad. El hecho de que ciertas personas encuentren tal oportunidad se debe a su karma, sin embargo, lo que hacen con esta oportunidad depende de la realización de su importancia. Una vez que percibimos algo de lo que el Movimiento Teosófico significa para el mundo, nos volvemos necesarios, no como personas, sino porque entendemos la situación y actuamos. Aceleramos el Movimiento proporcionalmente al trabajo que efectuamos por él y lo obstaculizamos en la medida que dejamos que sea él el que nos arrastra. Es cierto que si hubiéramos muerto y desaparecido o si fuéramos incapaces de entender el gran hecho de tal existencia de la Logia de los Maestros y su trabajo en el mundo, el gran Movimiento seguiría funcionando como los otros, quizá no muy sabia o eficazmente en muchos casos. Entonces, todo estudiante que se esmera por convertirse en un instrumento idóneo, es necesario para el trabajo en su plena capacidad de Alma, Mente y Cuerpo. ¡Es un hecho tremendamente importante para nuestras personalidades! Si nos empapáramos de la relevancia de lo antes dicho, aceptando “la batalla que sólo los soldados favorecidos por la suerte pueden emprender”, no vacilaríamos; pues al ver que la base de acción actual en el mundo es errónea, trabajaríamos con ésta hasta donde debemos; mientras nosotros pensamos y actuamos de una base muy distinta. Nuestros pensamientos son nuestros pensamientos; nuestras vidas son nuestras vidas y ambos lo hemos dedicado a nuestro trabajo. Habiendo puesto mano al arado y al ver el campo que necesita ser cultivado, podemos empujar hacia adelante con confianza y fe. ¿Acaso se necesita más poder? Esto llegará, si sólo abriéramos nuestros grandes corazones, haciéndolos trabajar. 

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 El justo tipo de lenguaje teosófico procede sólo de la práctica. No es simplemente el uso de una labia florida, sino que lo necesario es poseer ideas bien asimiladas, el fruto del estudio y la aplicación constantes. La lectura asidua de los artículos de W.Q.J. desarrolla la tendencia a presentar las ideas correctas de la forma más sencilla y tales ideas se convierten en un almacén mental al cual uno puede acudir cuando quiera. No es tan necesario entender los conceptos profundamente metafísicos de la Teosofía como lo es comprender las ideas fundamentales, pudiendo ponerlas en práctica en todo problema de la vida. Se constatará que los artículos de W.Q.J. contienen “el alfabeto, la gramática y la composición” o, en otras palabras, una base para las ideas justas, el justo pensar y la justa práctica. Es aconsejable leer diariamente sus escritos. Quien lo hace no podrá menos que embeberse, absorber, su espíritu, convirtiéndose en un expositor que es a la vez profundo, simple y convincente. 

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 La cuestión de la personalidad es tan vasta, cuya solución podría parecer como la elaboración de un complicado problema matemático. Sin embargo, las verdades más grandes son las más simples y si reflexionamos un momento en lo que no es la impersonalidad, quizá esto nos ayude a entender lo que es. 

 Algunos se expresan enfáticamente contra la personalidad. Esto no prueba que estén libres de su influencia. 

 Algunos dicen poco, más el efecto de lo que se expresó es implicar que ellos son impersonales. Parecen muy modestos, pero son simplemente astutos. 

 Algunos tienen miedo de hablar de la personalidad, pensando que hay que evitarla como un ogro. 

 Otros más predican la doctrina de la impersonalidad que sustrae todo lo humano de la vida, convirtiéndola en una negación fría. Esta doctrina es impaciente con la evolución, en cuanto todas las fallas deben desaparecer de un solo tajo. 

 La impersonalidad no implica no hablar; no es el silencio, la insinuación, la repulsión ni la negación, mas sobre todo no es una diplomacia que oculta la ambición. 

 La impersonalidad significa ser libre de la personalidad; pero nadie de nosotros lo alcanzará de inmediato; ya vamos bien si tratamos de vencerla con persistencia, aunque lentamente

 Para fines prácticos podemos decir que estamos moviéndonos a lo largo del sendero de la impersonalidad si estamos desarrollando un corazón de niño; si estamos aprendiendo a amar lo hermoso; si estamos volviéndonos más honrados, francos y simples; si estamos empezando a percibir el lado dulce de la vida; si queremos a nuestros amigos y amigas de manera mejor, extendiendo el círculo; si sentimos que nuestra simpatía está expandiéndose; si amamos trabajar por la Teosofía sin pedir posición ni recompensa; si no nos preocupamos mucho si somos personales o impersonales. 

 Esto es suficiente para el individuo. 

 En el caso de la Sociedad Teosófica de América, la impersonalidad implica no idolatrarse como una organización; esforzarse para que se haga más amplia y más libre; fundirse, más y más, en el espíritu vivo del movimiento -su ser superior; no despreciarla porque es una forma, ni ensalzarla porque tiene un alma; convertirla en menos doctrinal y más humana. 

12 de Julio, 1897".


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CONSEJOS SENCILLOS, extraído del libro El filósofo amigo, de Robert Crosbie (The Theosophy Company), con algunas correcciones de erratas y puntuación.

27 julio 2024

Preguntas y respuestas sobre Manas.

 


Resumen: MANAS, el quinto principio. El primero del verdadero ser humano. Éste es el principio pensante y no es el producto del cerebro. El cerebro es solo su instrumento. Cómo les fue dada la luz de la mente a los hombres sin mente. Hombres perfeccionados de sistemas más viejos nos la dieron, así como ellos la obtuvieron de sus predecesores. Manas es el almacén de todos los pensamientos. Manas es el vidente. Si la conexión entre Manas y el cerero se rompe, la persona no puede percibir. Los órganos del cuerpo no perciben nada. Manas está dividido en el superior y el inferior. Sus cuatro peculiaridades. Buddha, Jesús y otros tenían Manas completamente desarrollado. Atma, el Ego Divino. La individualidad permanente. Esta individualidad permanente ha pasado a través de toda clase de experiencia en muchos cuerpos. Manas y la materia tienen ahora mayor facilidad de acción que en tiempos anteriores. Manas está encadenado por el deseo y esto hace que la reencarnación sea una necesidad.

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P. ¿Cómo podemos despertar la Intuición?

R. La Intuición significa “Conocimiento y comprensión directos”; es un poder que todo ser humano tiene, ya sea latente u operativo, en algún grado. Está más allá o por encima de la facultad de razonar; lo que obstruye su operación es nuestra tendencia a depender de nuestros poderes de razonamiento, basados como lo están sobre nuestro conocimiento común, superficial e incompleto. Este conocimiento común está basado en nuestras personalidades en torno a su relación con el mundo externo, y no toma en cuenta la naturaleza espiritual del Hombre*, que es el verdadero Vidente y Pensador. Para despertar la Intuición, los falsos puntos de vista del Hombre y la Naturaleza, tan generalmente sostenidos, tienen que ser reemplazados por el conocimiento que la Teosofía imparte acerca de éstos. No solo tiene que ser obtenida la percepción mental, sino que todos nuestros Pensamientos deben de estar basados sobre este correcto conocimiento. Entonces nos sostenemos como el Pensador inmutable e Inmortal, que observa todas las apariencias como expresiones cambiantes de seres consientes, y que puede ver más allá de cualquiera y de todas las expresiones hasta la naturaleza espiritual esencial de toda entidad. Cada una y toda manifestación física, psíquica o de cualquier forma, es una expresión de adentro hacia afuera; el "ojo del Espíritu" no está limitado a, ni engañado por, la manifestación, apariencia o expresión, sino que con esa “visión interna", dirigida sobre toda la naturaleza interior y exterior del ser a quien se observa —por decirlo así— tiene una comprensión completa del propósito y el valor de la apariencia o la expresión. Esto no es un razonamiento de premisas a conclusiones, sino que es un conocimiento directo e instantáneo de todos los hechos y factores, al igual que sus expresiones contingentes en todos los planos. La perfección de esta facultad divina sólo se puede obtener cuando el aspirante no está ligado a, ni perturbado por, ninguna cuestión externa sea ésta cual fuere, y cuando él tenga ese conocimiento adicional que implanta el vivir la vida superior. Un Maestro escribió una vez: "Mientras más trabaja uno impersonalmente por sus compañeros los hombres y se despoja a sí mismo del ilusorio sentido de aislamiento personal, así está más libre de Maya y así se acerca más a la Divinidad".

 

P. Si el Percertor nota todos los cambios y es constante a través de todos los cambios, ¿por qué es que Él no conoce el cambio que trae la muerte de la existencia física?

R. Todos somos Perceptores; la pregunta es, ¿qué es lo que ahora percibimos o conocemos de los cambios que anteceden al nacimiento? Cada uno lo puede contestar por sí mismo. Si nosotros éramos conscientes del cambio llamado "nacimiento", ¿cómo es que llegamos a olvidarlo? La respuesta es, naturalmente, que las condiciones que fueron producidas por el "cambio" han absorbido de tal manera nuestras percepciones que las nuevas condiciones son mientras tanto "nuestra vida". Nosotros somos conscientes durante el estado por el que pasa el cuerpo llamado dormir, ¿pero somos conscientes del "cambio" del estado de despertar? Nosotros somos todos Perceptores, es verdad, pero dos grandes clases de Perceptores, a saber, aquellos que son conscientes de todos los cambios y aquellos que no lo son. La Vida del Perceptor es continua y no depende del físico, astral u otras expresiones de él. Mientras que está en el cuerpo él está ocupado con el mundo físico objetivo; cuando abandona el cuerpo, sigue ocupado con los pensamientos, sentimientos y deseos de ese mundo físico y continúa así hasta que la fuerza de éstos se desvanece; él está continuamente rodeado por y ocupado con un mundo de su propia creación, y en su concepción sigue siendo la misma persona que durante la vida; sigue siendo la misma persona cuando entra en la condición Devachánica, solamente que en ese estado, él se encuentra en la condición de felicidad la cual, mientras estaba viviendo, representó para él el estado más elevado, más noble y más divino que se pueda desear. Tales son los estados de todos aquellos quienes mientras están en el cuerpo físico no saben, no conocen, ni realizan, ni expresan su verdadera naturaleza espiritual. Estos son los efectos de la última vida vivida. Es muy diferente el caso de alguien que durante cualquier vida ha unificado y purificado la mente inferior a la Divina Tríada; vive él una existencia consciente en Espíritu, no en la materia, aún mientras esté ocupando cuerpos de duración temporal; conoce el propósito y el valor de cada encarnación terrestre, y gustosamente abandona sus condiciones limitantes cuando ese propósito ha sido realizado; lo que llamamos "muerte" para él no es más que un alivio bienvenido, porque entonces puede reasumir su vida espiritual y su actividad sin estorbos. Sus renacimientos desde ese tiempo en adelante serán conscientes y asimismo escogidos, y con el apropósito de ayudar a aquellos a quienes aún están perdidos en las nubes de la ilusión; él ya no tendrá Kama Loka, ni Devachan, ni ninguna predilección o ilusión por la existencia física; para él no existe la muerte ni el sentido de ella, ya que vive en completa consciencia todo el tiempo.

 

P. ¿Podría tal ser estar consciente en el cuerpo?

R. Estaría consciente todo el tiempo, ya fuera entrando en un cuerpo, viviendo en él, o abandonándolo temporal o totalmente.

 

P. En la página 67, se dice que la mente es dada a las mónadas sin mente por otras que han pasado por el mismo proceso. No establece cómo ocurre esto.

R. Sin duda alguna, mucho de lo que debía haberse dicho ha sido omitido, en cuanto a la enseñanza oculta; una de las razones es que con nuestro conocimiento y concepciones presentes, no podría ofrecerse alguna explicación que nosotros pudiéramos entender, y la otra es que en toda la enseñanza Teosófica hay un esfuerzo para despertar la Intuición por medio de presentar principios universales, procesos y analogías, los cuales el estudiante debe aplicar y así encontrar respuesta a sus preguntas. Hay una antigua máxima oculta que dice: "Tal como es arriba, es abajo"; lo contrario es también verdadero, “así como es abajo, es arriba", ya que "abajo" es una expresión transformada y condicionada de "arriba". Tomando esto en consideración y recordando que todos los seres son septenarios en naturaleza, y que en el caso de seres inferiores al Hombre el principio de Manas está latente, y debe en el curso de la evolución ser energizado y encendido por aquellos que se habían convertido en seres Manásicos activos en periodos previos de evolución; tomando todos estos hechos en consideración, podemos encontrar dentro de nuestra experiencia aquello que nos daría una idea de cómo la "mente" es dada a los "sin-mente". Al tomar cualquier ejemplo dentro de nuestra experiencia, debemos entender que la palabra "mente", como está usada en el texto, se refiere al principio Manásico, activo y operativo, y la palabra “sin-mente” se refiere al mismo principio, ni activo ni operativo, sino latente. Ahora tomemos el caso de un infante nacido en el mundo —en cuanto a lo que concierne en este plano de percepción y expresión, el niño está "sin-mente"; aquellos que son sus padres o guardianes van despertando por grados a la acción del poder latente de comprensión, la mente, y dan al niño tanto de su conocimiento como esa mente en crecimiento sea capaz de recibir. ¿Qué no podemos concebir que a una humanidad incipiente en sus estados primarios de instrucción se le haya dado el conocimiento por grados por aquellos con “mente”? ¿Y no es verdadero que mientras nosotros, como humanidad incipiente fuimos así instruidos en aquellos periodos tempranos, estamos aún en la necesidad de una instrucción más adelantada, y que la estamos recibiendo a través del sacrificio y esfuerzo de aquellos que dieron la Teosofía al mundo en general?

 

P. ¿Es Manas un principio inmutable?

R. Manas es el tercer principio de la Tríada —Atma-Buddhi-Manas, lo cual constituye el Ego como un principio sí es inmutable; sus posibilidades de manifestación son interminables.

 

P. La Doctrina Secreta establece en efecto que aquellos con mente entraron en y dieron alma a los "sin-mente'; esto implica contacto más bien que instrucción, ¿no es así?

R. Implica ambos, ya que la instrucción requiere alguna clase de contacto, psíquico, mental o físico. La analogía se puede encontrar en el caso del infante: el cuerpo del infante es una entidad sin mente; el ego encarnante es una entidad manásica que necesita la ayuda de egos ocupando cuerpos con el objeto de tener un conocimiento del mundo físico tal como existe al momento del nacimiento, y hasta el grado que su Karma lo permita. Por otra parte, la responsabilidad de los padres o guardianes es grande en el sentido de que las percepciones en ciernes deben ser correctamente guiadas; esto ocurre especialmente con los padres Teosofistas.

  

P. ¿Entonces "alumbrar” es una cuestión de pensamiento?

R. En ocultismo Pensamiento es el plano de Acción. Todas las cosas fluyen del Pensamiento; de acuerdo a la naturaleza y a la clase del pensamiento así será la acción. El pensamiento correcto está acompañado por el sentimiento correcto, y la voluntad de llevarlo a cabo. Así cuando nosotros pensamos en alguna cosa, hay Voluntad y Sentimiento presentes en algún grado. Todos los seres humanos piensan, estando fundados sus pensamientos sobre su ignorancia o sobre su conocimiento; por lo tanto, el término "una cuestión de pensamiento" sería desconcertante para aquellos que se imaginan que por medio del pensamiento "ellos pueden agregar una medida más a su desarrollo mental", o evadir su karma. Todas las cosas dependen del carácter del pensamiento, el motivo, y el conocimiento que se tenga. "Alumbrar" significa el despertar de la facultad pensante, lo cual es probablemente a lo que la pregunta se refería.

 

P. ¿No son "pensamiento" e "intelecto” uno y lo mismo?

R. Depende sobre lo que nosotros consideremos acerca del significado de las palabras. Todos piensan y por lo tanto usan el "pensamiento", pero nosotros no consideramos a todos como intelectuales. Desde el punto de vista teosófico la "intelectualidad" pertenece al cerebro-mente y denota una facilidad en la técnica mental, no una percepción y comprensión del alma. La intelectualidad per se es dura, fría y mecánica, pero como un instrumento usado por el verdadero Hombre interno, es de un inmenso valor; en el primer caso es una expresión orgullosa de la personalidad; en el segundo es un instrumento del alma que está sirviendo a los intereses más elevados de la humanidad. En el Gita, una nota al calce describe a Buddhi como el intelecto más elevado, en otras palabras "intelección divina"; su opuesto sería Kama, el intelecto más bajo, o aquel que está basado sobre los deseos personales y la existencia física. La palabra “pensamiento” es abstracta y universal, y por lo tanto no tiene los significados condicionados que la palabra “intelecto” presenta.

 

P. ¿Qué no puede la auto-consciencia espiritual ser obtenida después de la muerte cuanto el alma es liberada de la lucha de la vida?

R. Los estados después de la muerte no son más que los efectos de la última vida que se vivió; ellos, por lo tanto, presentan una continuación de esa vida en sus diferentes grados, y un intervalo entre las vidas; la única base que el fallecido tiene para poder trabajar es lo que fue obtenido y sostenido durante la vida en el cuerpo; la auto-consciencia espiritual y la liberación de la necesidad de renacer sólo se puede obtener mientras estamos ocupando un cuerpo.

 

P. El capítulo menciona a Manas como el principio que acarrea la memoria del día a la noche y de la noche al día, y de una vida a otra. Yo había entendido que este principio era Buddhi.

R. El Hombre es una Tríada; los tres principios que componen la Tríada son llamados Atma-Buddhi-Manas; no hay Manas sin Buddhi, ni Buddhi sin Atma. Si nosotros no materializamos demasiado la idea, podremos concebir a Buddhi como una especialización de Atma, y Manas como una especialización de Buddhi. Buddhi es el Ego Espiritual; Manas es la Mente Humana Superior, el aspecto creativo manifestante del ser. Buddhi es el almacén de la Sabiduría, y Manas es el que lo usa. Como la memoria implica acción y Manas es el aspecto empleado en la acción, es correcto decir que Manas acarrea la memoria de aquello que instituyó y experimentó.


P. Los animales aparentemente tienen memoria; ¿es esto la acción de Manas en ellos?

R. Los animales no han llegado a la autoconsciencia, por lo tanto, Manas está latente en ellos; lo que poseen es instinto, o un hábito establecido, el cual se repite a sí mismo bajo condiciones y estimulación apropiada. El hábito es la memoria en las células y órganos del cuerpo; los animales, especialmente los superiores, tienen una memoria fuertemente marcada de esta clase, pero todavía está muy lejos de la clase humana en cuanto a su recolección, remembranza y reminiscencia.

 

P. En la página 59 se establece que el cuerpo interno del hombre [en su acepción de "ser animado racional"] está formado de pensamiento.

R. Sin duda alguna esta aserción fue formulada —como muchas otras en el libro— con el objeto de hacer que los estudiantes piensen. La palabra "pensamiento" se puede usar en dos formas: una, la abstracta —el poder de pensar— sin ningún ejercicio de la facultad, y "pensamiento" con respecto a una o muchas cosas. Ha sido expuesto que Pensamiento es el plano de Acción; todas las acciones fluyen del pensamiento; también, está claro que no puede haber pensamiento a menos que haya algo sobre lo cual pensar. Cualquier cuerpo, interno o externo, está formado de substancia, los estados superiores son más sensibles al poder de pensamiento que los inferiores, y nosotros podemos concebir que un estado de substancia tan homogéneo en su naturaleza pueda responder instantáneamente a cualquier pensamiento proyectado por el Pensador, el Verdadero Hombre; los estados más concretos de sustancia, desde luego requieren pensamiento persistente y concentrado para que pueda efectuar cambios, especialmente en lo que nosotros llamamos "materia" de la cual nuestros cuerpos físicos están compuestos. Debemos también recordar que todo estado y plano de substancia está compuesto de vidas homogéneas, o aquellas que han llegado a estar más o menos diferenciadas; cada una de esas vidas en un centro de conciencia, cualquiera que sea su particular expresión diferenciada; este centro de conciencia es el mismo que el centro de conciencia del Hombre y se puede llamar "Pensamiento" en el sentido abstracto. Es a través de este poder inherente de percibir por parte de todas las vidas, que la dirección o el impulso puede ser dado o recibido. Cuando consideremos todas estas cosas, podremos obtener alguna concepción de lo que estaba en la mente del Maestro cuando escribió la aserción a la cual nos hemos referido.


P. ¿Es el habla un producto de la Mente?

R. ¿Qué otra cosa puede ser? El deseo de comunicarse con otros debe haber sido despertado primero en la mente; entonces los medios por los cuales eso pudiera llevarse a cabo tenían que ser trabajados por medio de sonidos teniendo significados acordados —todos surgiendo de la calidad del deseo por la Mente.

 

P. ¿Por qué es que cuando nosotros estamos despiertos podemos recordar el estado de vigilia, conocerlo y compararlo con el estado del sueño y, sin embargo, en el estado del sueño no podemos recordar el estado de vigilia?

R. Cuando alguien dice "yo soñé", él está en el estado de vigilia y está rodeado por las condiciones externas que llegan a conformar ese estado de conciencia; está por lo tanto comparando el estado en el cual él mismo se encuentra con otro estado cuyos alrededores no están entonces presentes o evidentes. Por otro lado, en el estado del sueño, todo lo que formó su estado de vigilia está ausente de sus percepciones, y él está rodeado por un mundo de su propia creación, el cual, mientras tanto es objetivo y real para él; sus percepciones están "despiertas" en el sueño e inmersas en él, así es que no tiene nada ante sí para comparar los estados de vigilia y del sueño. Si él pudiera hacer comparaciones, el estado del sueño cesaría de inmediato y entonces estaría despierto. Hay muchas clases de los así llamados "sueños", los más elevados de ellos son recolecciones de la actividad y del verdadero despertar del Hombre Interno, pero estos ordinariamente no pueden ser traducidos a términos de conciencia corpórea.

 

P. ¿Cómo puede Manas Inferior estar unido a Manas Superior?

R. En realidad no hay más que un solo Manas; lo que es llamado Manas Inferior es un aspecto temporal del Manas Uno, conectado con, y condicionado por, la existencia física bajo la reacción Kármica. En esta relación produce la ilusión de separación, de la cual fluye el deseo y el egoísmo. La ignorancia de nuestra naturaleza espiritual real y egoica produce una base separada y personal de pensamiento y acción que producen sus resultados kármicos. Conocimiento y entendimiento de nuestra naturaleza real, junto con pensamiento y acción basados sobre ella consistente y persistentemente, hacen uno a Manas otra vez; el "ser" temporal inferior desaparece. La Voz del Silencio dice, "El ser de la Materia y el Ser del Espíritu nunca pueden encontrarse; no hay lugar para ambos".

 

P. ¿Tienen los Egos un lenguaje universal?

R. No lo tienen en el sentido ordinario del término, esto es, algún modo especial de hablar o un modo de comunicación común a todos los egos. Está más cercanamente descrito como una comunicación de ideas y experiencias por medio de imágenes. En La Doctrina Secreta "Kriyasakti" está descrito como “el poder misterioso del pensamiento el cual nos da el poder de producir estados fenoménicos externos y perceptibles por su propia energía inherente". Este es un poder egoico el cual no tiene necesidad de lenguaje en nuestro sentido, esto es, sonidos y correspondientes signos, pero puede usar una “imagen viviente” exhibiendo todas las cualidades contenidas en la idea que representa. De esta cuestión surge un punto importante: tenemos que aprender el “lenguaje” del Ego Interno, para que así podamos hacer una traducción apropiada en términos de nuestro pensamiento. Porque en todos los tiempos el "lenguaje" del plano en el cual el Ego flota cada noche es un extraño para el cerebro que usamos; en este plano superior un sonido puede ser pintado como un color o una figura; un evento histórico no solamente se puede demostrar con una imagen, sino como una luz o una sombra, etcétera. Necesitamos ser capaces no solamente de percibir y registrar en la memoria física estas impresiones, sino que también entender sus significados; esto es sólo posible haciéndonos porosos, por decirlo así, a las influencias del Ser superior, y por medio de vivir y de pensar en tal forma que sea la más deseable para producir el objetivo del alma. Esto dirige sin errar a la virtud y al conocimiento, porque los vicios y las pasiones eternamente obscurecer nuestra percepción de lo que el Ego trata de decirnos. La dificultad se encuentra en nuestra propia vida diaria y en los términos del habla, pensamiento y sentimiento, los cuales forman la base de nuestras existencias personales.

 

(…)

P. En la página 72 se habla de la memoria presentando imágenes a Manas-Inferior y, por lo tanto, Manas Superior es obscurecido. Por favor explíquelo.

R. Manas-Inferior es ese aspecto de Manas el cual está conectado con, e interesado en, la existencia física; el cerebro astral-físico es el instrumento de registro y expresión de las memorias de la vida física, el almacén, por decirlo así, de las experiencias personales. Cuando la persona no está ocupada activamente en pensamiento y acción con algún sujeto u objeto, el cerebro astral-físico presenta imágenes de escenas pasadas, pensamientos y sentimientos; aquí está la causa de la mayoría de los sueños. Aun cuando se está despierto y activo, ahí descansa sobre nuestra actividad mental este stratum de memoria de la personalidad la cual le da color a lo que pensamos, decimos y hacemos. En todas las formas, en la generalidad de los seres humanos, este resurgimiento automático obscurece la acción de la Mente Superior, el Ego Real.

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Respuestas a preguntas sobre El Océano de la Teosofía (Capítulo VII). Robert Crosbie. (Según traducción por estudiantes de la Logia Unida de Teósofos de la Ciudad de México -ed. The Theosophy Company, 1996-, con pequeñas alteraciones y con letra negrita añadida).


*En muchos escritos teosóficos del siglo XIX se utilizaba la acepción de la palabra hombre como "Ser animado racional, varón o mujer" (RAE). Nota aclaratoria a la publicación de esta entrada, no incluida en la versión original ni en la traducida antes mencionada.