22 febrero 2021

Lo Absoluto.

hay Una Realidad Absoluta anterior a todo Ser manifestado y condicionado

 La primera de las tres proposiciones fundamentales que sirven de asiento a la obra “La Doctrina Secreta” es la que establece:

“Un PRINCIPIO Omnipotente, Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda especulación es imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana, y sólo podría ser empequeñecido por cualquiera expresión o comparación de la humana inteligencia. Está fuera del alcance del pensamiento, y según las palabras del Mândûkya es “inconcebible e inefable” (…) Una Realidad Absoluta anterior a todo Ser manifestado y condicionado.” (Doctrina Secreta, Volumen I)

Estas pocas líneas presentan una de las ideas básicas del sistema filosófico de la Teosofía, aunque su comprensión, aún teórica, no sea fácil, y es que se trata de acercarnos a lo que muchos denominan Dios. Pero H.P.B. dejó claro que no se trata del concepto de Dios al que se refieren la mayoría de las religiones, antropomorfo y limitado, sino el “principio eterno y sin paralelo, es que no es ni espíritu, ni materia, ni sustancia y ni pensamiento, sino el contenedor de todos estos, el contenedor absoluto”.

A continuación se citan otras explicaciones que al respecto expuso Blavatsky en algunas de sus obras:

“Para que la generalidad de los lectores perciba más claramente estas ideas, debe comenzar con el postulado de que hay Una Realidad Absoluta anterior a todo Ser manifestado y condicionado. Esta Causa Infinita y Eterna, obscuramente formulada en lo “Inconsciente” y en lo “Incognoscible” de la filosofía europea corriente, es la Raíz sin Raíz de “todo cuanto fue, es o ha de ser”. Hállase, por de contado, desprovista de toda clase de atributos, y permanece esencialmente sin ninguna relación con el Ser manifestado y finito. Es la “Seidad”, más bien que Ser, Sat en sánscrito, y está fuera del alcance de todo pensamiento o especulación.

(…)

Parabrahman, la Realidad Una, lo Absoluto, es el campo de la Conciencia Absoluta; esto es, aquella Esencia que está fuera de toda relación con la existencia condicionada, y de la cual, la existencia consciente es un símbolo condicionado. Pero en cuanto salimos, en nuestro pensamiento, de esta, para nosotros, Absoluta Negación, surge el dualismo en el contraste de Espíritu (o Conciencia), y Materia, Sujeto y Objeto.

(...)

Lo “primero” no puede ser lo Absoluto, porque es una manifestación. Así pues, el Ocultismo oriental llama al Todo Abstracto la Causa Una sin Causa, la Raíz sin Raíz, y aplica el nombre “Primera Causa” al Logos, en el sentido que Platón da a esta palabra (nota a pie de página).

(…)

“El hombre, incapaz de formar un solo concepto, a no ser relativo a fenómenos empíricos, es impotente, a causa de la constitución misma de su ser, para levantar el velo que cubre la majestad de lo Absoluto. Sólo el Espíritu en libertad es capaz de comprender, aunque de un modo vago, la naturaleza de su propio origen, al cual debe volver eventualmente… Puesto que el más elevado Dhyan Chohan, después de todo, tiene que humillarse en su ignorancia ante el soberano misterio del Ser Absoluto…”.

 

-Doctrina Secreta, Volumen I.

 

“El ABSOLUTO no se define, y ningún mortal ni inmortal lo ha visto ni comprendido jamás durante los períodos de Existencia. Lo mutable no puede conocer lo Inmutable, ni lo que vive puede percibir la Vida Absoluta.

(…)

Los kabalistas no cesan nunca de repetir que la Inteligencia Primaria no puede ser comprendida jamás. No puede ser comprendida, ni tampoco localizada, y, por lo tanto, tiene que permanecer innombrable y negativa. De aquí que el Ain Soph–el “INCOGNOSCIBLE” y el “INNOMBRABLE” – como no podía ser puesto de manifiesto, fue imaginado como emanando Poderes Manifestadores. Así, pues, la inteligencia humana sólo puede tratar de sus Emanaciones. La teología cristiana, por haber rechazado la doctrina de las Emanaciones y puesto en su lugar Creaciones conscientes directas de Ángeles y el resto creado de la nada, se encuentra ahora embarrancada sin esperanza entre lo Sobrenatural, o Milagroso, y el Materialismo. Un Dios extra–cósmico es fatal para la Filosofía; una Deidad intra–cósmica–esto es, el Espíritu y la Materia inseparablemente unidos–, es una necesidad filosófica.

-Doctrina Secreta, Volumen II.

 

“El Infinito no puede ser conocido por nuestra razón, la cual tiene sólo la capacidad de distinguir y definir. Sin embargo, podemos siempre concebir la idea abstracta del Infinito, gracias a esa facultad superior a nuestra razón: la intuición o el instinto espiritual del cual he hablado. Sólo los grandes iniciados pueden ostentar haber entrado en contacto con el infinito; sin embargo no pueden describir tal estado en palabras. Ellos tienen el raro poder de ponerse en el estado de Samadhi, que el término arrobamiento lo traduce sólo de manera imperfecta, un estado en que uno cesa de ser el “yo” condicionado y personal y se convierte en uno con el Todo.

(...)

Ahora creemos que en estas páginas hemos invalidado, lo suficiente, muchos errores graves acerca de nuestras doctrinas y creencias. Especialmente aquella, entre otras, que tiende a ver en los Teósofos, o al menos en los fundadores de la Sociedad Teosófica, unos politeístas o unos ateos. No somos ni los unos, ni los otros; así como no lo eran ciertos gnósticos quienes, aun creyendo en la existencia de los dioses planetarios, solares y lunares, no les ofrecen oraciones ni altares.

Nosotros no creemos en un Dios personal fuera del ser humano, quien es el templo de dicho Dios, según nos dicen San Pablo y otros Iniciados; pero sí creemos en un Principio impersonal y absoluto, que trasciende tanto las concepciones humanas que, para nosotros, quien trata de definir este gran misterio universal blasfema y peca de presunción insensata.

Todo lo que se nos enseña sobre este principio eterno y sin paralelo, es que no es ni espíritu, ni materia, ni sustancia y ni pensamiento, sino el contenedor de todos estos, el contenedor absoluto. En una palabra, podemos decir que es el “Dios nada” de Basilide (…).

" Sí, es cierto; y este "dios nada" es idéntico al Prabrahm de los vedantinos, la concepción más filosófica y más grandiosa; y es también idéntico al Ain-Soph de los cabalistas judíos. Este es, también, "el dios que no es"; "Ain" significa no ser o el absoluto, la Nada (...); es decir: la inteligencia humana, estando limitada a este plano material, no puede concebir alguna cosa que es y que no existe en ninguna forma. Como la idea de un ser está limitada a alguna cosa que existe, ya sea en sustancia actual o potencial o en la naturaleza de las cosas o sólo en nuestras ideas, eso que no puede ser percibido por nuestro intelecto que condiciona todas las cosas, no existe para nosotros. "¿Dónde colocas el Nirvana, oh gran Arhat?", preguntó el rey a un venerable asceta budista a quien interrogó sobre la buena ley.

"¡En ningún lugar, oh gran rey!," fue la respuesta.

"¿Entonces el Nirvana no existe?" "El Nirvana es; sin embargo no existe." Lo mismo se puede decir para el dios "que no existe", una traducción literal muy pobre; ya que, esotéricamente deberíamos leer: el dios que no existe pero es.

(...)

El absoluto no tiene ni puede tener ninguna relación con lo condicionado o lo limitado, eso del cual las emanaciones proceden es el “Dios que habla” de Basílide: el logos que Filo denomina el “segundo Dios” y el Creador de las formas. “El segundo Dios es la Sabiduría del Dios Uno.” “Más: ¿este logos, esta “Sabiduría”, es siempre una emanación?” se nos preguntará. O algunos objetarán: “¡Hacer emanar alguna cosa de la Nada es un absurdo!” Para nada. En primer lugar: esta “nada” es tal porque es el absoluto y, por lo tanto, el Todo; en segundo lugar: este “segundo Dios” no es una emanación como no es la emanación del cuerpo la sombra que éste proyecta en una pared blanca. De todos modos, este Dios no es el efecto de una causa o de una acción razonada de una voluntad consciente e intencional. Es simplemente el efecto periódico de una ley eterna e inmutable fuera del tiempo y del espacio y de la cual, el logos o la inteligencia creadora es la sombra o el reflejo.

(...)

En nuestro siglo de pesimismo se niega todo y todo marcha a vapor, incluso la vida, y lo que es abstracto, lo único que es eterno, no suscita ningún interés, sino para unos raros excéntricos, y el ser humano que fallece, no ha vivido un momento en presencia de su alma, arrastrado por el remolino de sus asuntos egoístas y terrenales.

Del artículo de H.P.B. “El Faro De Lo Desconocido” (“Le Phare de l‘Inconnu”) escrito originariamente en francés para “La Revista Teosófica” (Mayo 1889). Su traducción al inglés apareció en la revista “Theosophist” en cuatro partes: de julio hasta octubre de 1889.

 

“... es porque queremos decir y debemos querer decir, que es conciencia absoluta, deseo absoluto, amor absoluto, todo absoluto. Ahora ven lo difícil que es concebir esto. Quienes fueron criados en una teología que limita y condiciona todo, reduciendo todo lo que existe, lo más grandioso en el mundo, y quienes, como los hombres de ciencia, no creen en nada sino en lo limitado y lo condicionado, no logran concebir algo que no sea eso. Por lo tanto, el ocultismo debe luchar con la ciencia y con las teologías aún más materialistas. El científico, al adherirse a su departamento y al cumplir con su deber, dice: "No soy capaz de entender o creer, me atendré a lo que mis cinco sentidos me muestran"; pero los teólogos, quienes, al mismo tiempo, afirman que Dios es infinito, piedad y justicia absolutas, dan a ese absoluto atributos, haciéndolo vengativo, comete errores, se arrepiente por haber creado al ser humano, efectúa toda clase de cosas y sin embargo lo llaman absoluto e infinito. Aquí es donde surge esta cosa terrible, no filosófica e ilógica, que no tiene pies ni cabeza, una perfecta contradicción de todo. Si quieres entender este asunto desde un punto de vista filosófico, debes considerar la manera de ver las cosas según los vedantinos, pero si vas con los teólogos occidentales, te pierdes.

(…)

Eso que es absoluto, infinito, no puede tener atributos, nada; es perfectamente antifilosófico dárselos. No se puede atribuir relación alguna a eso que es absoluto, porque el Absoluto no puede tener, positivamente, relación, ni algo que ver con lo condicionado; todo esto debe ser algo aparte. Cuando me preguntan como es que esto emanó, digo que no emanó para nada. Porque si lo supremo o el Padre Celestial quiere emanar, es simplemente porque es la ley Eterna, la ley de las noches y los días, como ellos hablan de Brahmâ. He aquí el principio, ese principio, esa ley y hay algo que aparece: el universo. Digo que es la más magnífica y sublime concepción de la Deidad.

(...)

En este plano puede ser especulación, sin embargo es imposible especular sobre eso que no tiene relación con las ideas que tenemos en nuestra mente. Por eso los hindúes lo llaman "Aquello"; la oscuridad única, cuando manifiesta, en sí, sólo los rayos. Luego viene la manifestación de la creación, según la llaman: la evolución del mundo”.

Comentarios de H.P.B. en “Diálogos de la Logia Blavatsky sobre Las Estancias de Dzyan”.