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Neun Drachen Mauer (Jiulongbi) im Beihai-Park in Peking |
Señor B. Keightley: Usted mencionó este pasaje: “Y hubo
guerra en el cielo […]” (lee de La Doctrina Secreta). Pregunta 1. “Miguel
y sus ángeles lucharon contra el Dragón y sus ángeles.” (pag. 194.). ¿Qué es el
“Dragón”, exactamente?
Madame Blavatsky: El “Dragón” es tantas cosas, mis queridos
hermanos, que mi respuesta depende de lo que ustedes quieren decir con la
pregunta. ¿En cuál de los siete significados simbólicos quieren que se
los explique? Si su pregunta se refiere a la Revelación, no puedo
contestarles, porque debería pisar un terreno prohibido, no por ser una
cristiana. La Revelación de San Juan no es una obra cristiana, sino es
simplemente la forma de profecía cristianizada que es universal y les puedo
asegurar que es una de las cosas más ocultas para todos los que la puedan
entender. Ahora bien, desde el punto de vista astronómico, en un sentido, por
supuesto, como hay varios, el “Dragón” es la luna que produce un eclipse sobre
el sol. Esto lo saben todos ustedes y los astrólogos más que cualquier otro.
Místicamente es, en general, la materia o el ser inferior. Se le llamaba el
“Dragón” sobre el cual el espíritu del sol, o el ser superior, triunfa durante
las pruebas iniciáticas. El tercer significado, también oculto, está en La
Doctrina Secreta y tiene un nexo con la “caída” alegórica. El “Dragón”
simbolizaba los hijos de la sabiduría encarnados en la humanidad y lanzados en
el Infierno de la materia, nuestros cuerpos, puesto que no existe infierno
fuera de nuestras queridas personas. En esta tierra el infierno está en la
humanidad y en ningún otro lugar. El cuarto significado es: en la historia
esotérica alegórica, el “Dragón” representa la sabiduría secreta que la letra
muerta del dogma en el ritualismo oscureció, expulsándola del campo. El quinto:
la teología cristiana recurrió a todas estas leyendas paganas para elaborar el
dogma de “Satán”, la columna central del esquema religioso cristiano, pues, si
no hubiese demonios, no habría religión cristiana; si quitamos el Diablo, ¿qué
resta? ¿Por qué Cristo debiera haber venido a salvar? ¿Y a quién hubiera
salvado? Así que el Diablo es, realmente, el gran sustento del cristianismo y,
por tanto, cada uno de los que sienten así, debe tributar gran reverencia al
Diablo. Este es mi consejo para ustedes, y no espero que nadie lo acepte.
Diálogos de la Logia Blavatsky sobre las Estancias de
Dzyan, Londres 1890. Versión online en formato “pdf”, con modificaciones
menores.
