12 diciembre 2020

Cualidades de la materia y sentidos humanos


En la literatura teosófica[1] que vio la luz en el último cuarto del siglo XIX (aunque la teosofía como “Sabiduría Divina” ha existido desde tiempos inmemoriales), se trataron multitud de temas, muchos de los cuales casi siglo y medio después aún suponen ideas innovadoras, mientras que otros tantos ni siquiera han llegado a ser considerados por la mayor parte de la sociedad actual. A continuación, se cita la explicación dada por Helena P. Blavatsky en su obra cumbre, La Doctrina Secreta (Volumen I), acerca de lo que denominó el “empleo de la expresión moderna, “la cuarta dimensión del espacio””. 

Ya adelantamos que H.P.B. expuso que no existen cuatro dimensiones sino tres (referidas a las tres actuales formas de medición y no a los planos de existencia), y que al hablarse de las mismas en realidad nos estamos refiriendo tan sólo a un atributo de la materia, a la extensión[2], que junto con el resto de cualidades características “deben siempre tener una relación directa y clara con los sentidos del hombre”, cinco en la actualidad. Al mismo tiempo advertía “que el progreso de la evolución puede hacernos conocer nuevas cualidades características de la materia”, “y la próxima cualidad [de la materia] que desarrolle, que llamaremos por el momento “Permeabilidad”, corresponderá al próximo sentido en el hombre, que podremos llamar “Clarividencia Normal””. 

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“El curso de desarrollo natural que estamos ahora considerando, dilucidará de un modo completo, y desacreditará la costumbre de especular acerca de los atributos del espacio de dos, tres y cuatro o más dimensiones; pero aunque sea de paso, merece la pena indicar el significado real de la intuición verdadera, pero incompleta, que ha sugerido (entre los espiritistas, teósofos y varios grandes hombres de ciencia, en esta cuestión), el empleo de la expresión moderna, “la cuarta dimensión del espacio”.

Para principiar, no tiene, por supuesto, importancia alguna el absurdo superficial de que el Espacio pueda ser medido en ningún sentido. Esta frase familiar puede tan sólo ser una abreviación de la más completa, la «Cuarta dimensión de la materia en el Espacio”. Pero aun en esta forma es una expresión desdichada, puesto que, si bien es perfectamente cierto que el progreso de la evolución puede hacernos conocer nuevas cualidades características de la materia, aquellas con que nos hallamos ya familiarizados son, en realidad, más numerosas que las correspondientes a las tres dimensiones. Las facultades, o quizás en términos más propios, las cualidades características de la materia, deben siempre tener una relación directa y clara con los sentidos del hombre. La materia posee extensión, color, movimiento (movimiento molecular), sabor y olor, que corresponden a los sentidos existentes en el hombre, y la próxima cualidad que desarrolle, que llamaremos por el momento “Permeabilidad”, corresponderá al próximo sentido en el hombre, que podremos llamar “Clarividencia Normal”. Así es que cuando algunos audaces pensadores han estado anhelando una cuarta dimensión para explicar el paso de la materia al través de la materia, y la producción de nudos en una cuerda sin fin, lo que realmente les faltaba era una sexta cualidad característica de la materia. Las tres dimensiones pertenecen en realidad tan sólo a un atributo o cualidad de la materia, a la extensión; y el sentido común popular, con justicia se rebela contra la idea de que, bajo cualquier condición de las cosas, puedan existir más de tres dimensiones semejantes a la longitud, anchura y espesor. Estos términos, y la misma palabra “dimensión” pertenecen a un estado de pensamiento, a un grado de evolución, a una cualidad característica de la materia. Mientras existan unidades de medida entre los recursos del cosmos, para ser aplicadas a la materia, no será posible medirla más que de tres modos y nada más; lo mismo que desde los tiempos en que la idea de medida por vez primera ocupó el entendimiento humano, no ha sido posible aplicar las medidas más que en tres sentidos. Pero estas consideraciones no militan en manera alguna en contra de la certeza de que, en el progreso del tiempo, a medida que las facultades de la humanidad se multipliquen, se multiplicarán también las características de la materia. Por lo demás, la expresión es todavía mucho más incorrecta que la familiar de que el Sol “sale” o se “pone”. 

(…) Tan sólo en la próxima Ronda, la Quinta, será cuando el quinto Elemento, el Éter, el cuerpo grosero del Âkâsha (si es que aun así puede llamársele), se convertirá en un hecho familiar de la Naturaleza para todos los hombres, como el aire nos es familiar a nosotros ahora, y cesará de ser como al presente, hipotético, y un “agente” para tantas cosas. Y tan sólo durante aquella Ronda serán susceptibles de completa expansión los sentidos más elevados, cuyo desarrollo y evolución favorece el Âkâsha. Como ya se ha indicado, puede esperarse, en el período apropiado durante esta Ronda, el desarrollo de un conocimiento familiar parcial de la propiedad característica de la materia –Permeabilidad–, cuyo desarrollo se debe verificar a la par que el sexto sentido. Pero con el siguiente Elemento añadido a nuestros recursos, en la Ronda próxima la Permeabilidad se convertirá en una característica tan manifiesta de la materia, que las formas más densas de esta Ronda no aparecerán más obstructoras a las percepciones del hombre, que hoy una espesa niebla.


[1] Nos referimos siempre en este blog, salvo que se advierta lo contrario, a lo que podemos denominar “Teosofía original”; filosofía que fue inicialmente divulgada por Helena P. Blavatsky, William Q. Judge y sus Maestros de Sabiduría desde 1875 y que es afín a la enseñanza de los grandes Sabios a lo largo de la historia. Nada tiene que ver con lo divulgado por varios autores durante el siglo XX, que inventaron y alteraron el significado de muchos conceptos filosóficos, generando así confusión a quienes se acercan por primera vez a la Teosofía.

[1] Según diccionario de la RAE, una de las acepciones del término extensión es  “8. f. Geom. Capacidad para ocupar una parte del espacio.”