15 junio 2020

¿Qué es la teosofía?



“desde tiempo inmemorial ha sido la depositaria del conocimiento de todas las leyes que gobiernan lo espiritual, lo moral y lo material”

La Teosofía “ha existido desde tiempo inmemorial. Nos brinda una teoría de la naturaleza y de la vida que se basa en el conocimiento adquirido por los Sabios del pasado, especialmente los de oriente; y sus estudiantes más elevados sostienen que tal conocimiento no es fruto de la imaginación ni de la inferencia, siendo, en verdad, un conocimiento de hechos, visto y conocido por quienes están dispuestos a atenerse a las condiciones necesarias para ver y saber.

Teosofía significa conocimiento de o acerca de Dios (no en el sentido de un Dios personal antropomorfo, sino en el de una sabiduría divina “piadosa.”) Puesto que al vocablo “Dios” se le acepta universalmente como incluyendo tanto lo conocido como lo desconocido en su integridad, implica que la “Teosofía” debe significar sabiduría referente a lo absoluto, la cual debe haber existido desde siempre, porque el absoluto, no teniendo comienzo, es eterno. Por eso a veces a la Teosofía se le llama Religión-Sabiduría en cuanto desde tiempo inmemorial ha sido la depositaria del conocimiento de todas las leyes que gobiernan lo espiritual, lo moral y lo material.

La teoría de la naturaleza y de la vida que ofrece no es de la clase que se elaboró, primero, de modo especulativo, para luego probarla adaptando los hechos o las conclusiones, sino que es una explicación de la existencia cósmica e individual derivada del conocimiento alcanzado por quienes han adquirido el poder de ver tras el velo que oculta las operaciones de la naturaleza a la mente ordinaria. A estos Seres se les denomina Sabios, usando el término en su significado más alto. Recientemente se han nombrado Mahatmas y Adeptos”. (1)

Dice Helena P. Blavatsky que la Doctrina Secreta (Teosofía) fue “la religión universalmente difundida del mundo antiguo y prehistórico. Pruebas de su difusión, anales auténticos de su historia, una serie completa de documentos que demuestran su carácter y su presencia en todos los países, juntamente con las enseñanzas de todos sus grandes adeptos, existen hasta hoy en las criptas secretas de bibliotecas pertenecientes a la Fraternidad Oculta”.

Añade también H.P.B. que “Los miembros de varias escuelas esotéricas, cuyo centro se halla más allá de los Himalayas y cuyas ramificaciones pueden encontrarse en China, Japón, India, el Tíbet y hasta en Siria, como también en la América del Sur, aseguran que tienen en su poder la suma total de todas las obras sagradas y filosóficas, tanto manuscritas como impresas; de hecho todas las obras que se han escrito, en cualesquiera lenguajes o caracteres, desde que comenzó el arte de la escritura, desde los jeroglíficos ideográficos hasta el alfabeto de Cadmo y el Devanagari.

Constantemente se ha afirmado que desde la destrucción de la Biblioteca Alejandrina (Véase Isis sin Velo, vol. II), todas las obras que por su carácter hubieran podido conducir a los profanos al descubrimiento final y la comprensión de algunos de los misterios de la Ciencia Secreta, han sido buscadas con diligencia, gracias a los esfuerzos combinados de los miembros de estas Fraternidades. Y añaden, además, los que saben, que una vez encontradas todas estas obras fueron destruidas, salvo tres ejemplares de cada una que fueron guardados cuidadosamente. En India, los últimos de estos inestimables manuscritos fueron obtenidos y escondidos durante el reinado del Emperador Akbar”. (2)

Es la sabiduría resultado del estudio y de la investigación que tiene su origen en tiempos inmemoriales y permanece inalterada.

Mientras que las teorías científicas van avanzando y cambiando cada cierto tiempo, “la doctrina Teosófica nunca es alterada, porque en la opinión de esos Hermanos Mayores [Maestros de Sabiduría, Mahatmas], que la han promulgado de nuevo y han señalado su verificación en los textos antiguos, la Teosofía no es sino una exposición de hechos en la naturaleza. La teoría moderna es, por el contrario, siempre especulativa, cambiante y constantemente modificada”. (3)

“El conocimiento espiritual, del cual los Adeptos son los custodios, es el resultado del estudio y de la investigación, realizados y acumulados por generaciones de ellos desde la primera aparición de nuestra raza. Se ha dicho anteriormente, que cuando fue el nacimiento del hombre, vino un Dhyān Chohan a habitar nuestro planeta e instruir a los hijos de la Tierra. Para este mismo fin, es necesario que estos seres espirituales aparezcan en grandes ocasiones, especialmente en los dos extremos de los grandes ciclos”. (4)

Explica Blavatsky en el primer volumen de La Doctrina Secreta que “Inútil es decir que el sistema en cuestión no es fantasía de uno o de varios individuos aislados; que es el archivo no interrumpido durante millares de generaciones de videntes, cuyas experiencias respectivas se llevaban a efecto para comprobar y verificar las tradiciones, transmitidas oralmente de una raza antigua a otra, acerca de las enseñanzas de los Seres superiores y más exaltados que velaron sobre la infancia de la humanidad; que durante largas edades, los “Hombres Sabios” de la Quinta Raza, pertenecientes a los restos salvados y librados del último cataclismo y alteraciones de los continentes, pasaron sus vidas aprendiendo, no enseñando. ¿Cómo lo hacían? Se contesta: comprobando, examinando y verificando en cada uno de los departamentos de la Naturaleza las antiguas tradiciones, por medio de las visiones independientes de los grandes Adeptos; esto es, de los hombres que han perfeccionado hasta el mayor grado posible sus organizaciones físicas, mentales, psíquicas y espirituales. No era aceptada la visión de ningún Adepto hasta ser confrontada y comprobada por las visiones de otros Adeptos, obtenidas de modo que se presentasen como evidencia independiente y por siglos de experiencia”. Algunos de esos grandes Maestros son Gautama Buddha, Lao-Tse, y Jesús. Pero también otros conocidos en occidente como Pitágoras o Platón, Ammonio Saccas, (San) Pablo, Paracelso, Marco Vitrubio, etc.

Durante el último cuarto del siglo XIX, parte de las citadas enseñanzas fueron hechas públicas por Helena P. Blavatsky, William Q. Judge y sus Maestros. Se inició así el movimiento teosófico moderno, si bien tras la muerte de Blavatsky y Judge, varios autores interpretaron a su modo o incluso alteraron el conocimiento dado; evidentemente, la sabiduría milenaria es una e inmutable, como ya se ha dicho, por lo que para evitar equívocos e incluso engaños deliberados debemos acudir a la teosofía original, y a esas migajas que nos brindaron en sus obras H.P.B. y W.Q.J., lo que no implica su aceptación ciega, ya que siempre ha de ir acompañado de investigación propia. (5)

Expresó H.P.B. que “La Sociedad Teosófica no tiene ninguna sabiduría propia que defender o enseñar. Es simplemente el almacén de todas las verdades expresadas por los grandes videntes, iniciados y profetas de las eras históricas y pre-históricas, al menos tantas como se puedan obtener. Entonces: es simplemente el canal mediante el cual se vierte en el mundo una cantidad más o menos grande de verdad, encontrada en las expresiones acumuladas de los grandes maestros de la humanidad” (La clave de la Teosofía”).

El fanatismo trajo la oscuridad. Existencia de pruebas del antiguo conocimiento oculto y su regreso.

“Los días de Constantino fueron el último punto crítico en la historia, el período de la lucha suprema que terminó en el mundo occidental con la destrucción de las antiguas religiones en favor de la nueva, construida sobre sus cuerpos. Desde entonces, la perspectiva de un pasado remoto, más allá del Diluvio y del Jardín del Edén, comenzó a ser interceptada a las indiscretas miradas de la posteridad por modo forzoso e implacable, y recurriendo a toda clase de medios lícitos e ilícitos. Se cerraron todas las salidas; se destruyeron todos cuantos documentos podían hallarse a mano. Y, sin embargo, queda todavía lo suficiente, aún entre estos documentos mutilados, para autorizarnos a decir que hay en ellos toda la prueba que se requiere para demostrar la existencia efectiva de una Doctrina Matriz. Se han salvado de los cataclismos geológicos y políticos bastantes fragmentos para narrarnos la historia; y todos los que sobreviven, demuestran hasta la saciedad que la actual Sabiduría Secreta fue en un tiempo la fuente original, la corriente perenne siempre fluyendo, de la cual se alimentaban los riachuelos (las religiones posteriores de todos los pueblos), desde la primera hasta la última. Este período que comienza con Buddha y Pitágoras y termina con los neoplatónicos y los gnósticos, es el único foco que nos muestra la historia, donde por última vez convergen brillantes rayos de luz emanados de edades remotísimas, y no obscurecidos por el fanatismo.

Esto demuestra la necesidad a que la escritora de estas líneas ha estado siempre sometida, de tener que explicar los hechos procedentes de un pasado muy lejano, por medio de la evidencia adquirida en períodos históricos, aun a riesgo de sufrir una vez más la acusación de falta de método y de sistema, pues no tenía otro medio a su disposición. Deben darse a conocer al público los esfuerzos de muchos Adeptos que ha habido en el mundo, de poetas y escritores clásicos iniciados de todas las épocas, para conservar en los anales de la humanidad el conocimiento por lo menos de la existencia de tal filosofía, ya que no el de sus verdaderos principios. Los Iniciados de 1888 permanecerían a la verdad incomprensibles, y aparecerían como un mito imposible, si no se demostrase que Iniciados semejantes han vivido en todas las demás épocas de la historia. Esto puede hacerse únicamente citando los capítulos y versículos de las obras en que pueden encontrarse mencionados estos grandes personajes que fueron precedidos y seguidos por una serie larga e interminable de otros Maestros en las artes ocultas, así anteriores como posteriores al diluvio. Sólo de este modo podrá demostrarse, con un fundamento semitradicional y semihistórico, que el conocimiento oculto y los poderes que al hombre confiere, no son ficciones en manera alguna, sino cosas tan antiguas como el mundo mismo”. (6)

En la Doctrina Secreta (volumen II del original en inglés) apuntó Blavatsky lo siguiente sobre la ocultación del conocimiento: “Un velo impenetrable de secreto fue echado sobre los Misterios Ocultos y Religiosos, después de la sumersión del último resto de la Raza Atlante, hace unos 12.000 años, para evitar que fuesen conocidos de los indignos, y por ellos profanados. Varias de estas Ciencias son ahora exotéricas, como la Astronomía, por ejemplo, en sus aspectos puramente matemáticos y físicos. Pero sus dogmas y doctrinas, estando todas simbolizadas y dejadas a la sola guarda de la parábola y alegoría, han sido olvidadas, y por esto su significado se ha pervertido.”

Por último, citar lo que sigue de “La clave de la teosofía” de H.P.B.:
“PREG. ¿Deberíamos considerar a la Teosofía, de algún modo, como una revelación?
TEÓS. Para nada. Ni siquiera en el sentido de una revelación nueva y directa de algunos seres superiores, sobrenaturales o, al menos, sobrehumanos. Se debería considerar solamente como un “develar” de verdades muy antiguas que, hasta la fecha [1889], las mentes no conocían, ignorando hasta la existencia y la preservación de algún conocimiento arcaico”.
“(…) Puesto que la Teosofía no concuerda con ninguna secta ni credo, se le considera la enemiga de ellos, porque enseña que todos, más o menos, se equivocan”.


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"Tampoco, después de todo, es necesario que nadie crea en las Ciencias Ocultas y en las Enseñanzas Antiguas, antes de que sepa algo de su propia Alma o crea siquiera en ella". H.P.B.



(1). Un Epítome de la Teosofía, WILLIAM Q. JUDGE.

(2). La Doctrina Secreta, Volumen I, Introducción, HELENA P. BLAVATSKY.

(3). El océano de la teosofía, WILLIAM Q. JUDGE.

(4). “El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidada”, por Laura Carter Holloway y Mohini Mohun Chatterji. Al respecto de este libro, tal y como se expone en la introducción de la edición de Esperia Editorial Teosófica “hemos de indicar que fue encomendada al Sr. Mohini Chatterji, un celā oriental y a la Sra. Laura Holloway, un occidental candidato a celā. Ambos recibieron la información contenida en este volumen a través de la asistencia de los Adeptos, quienes probaron de esta manera el nivel de desarrollo de estas dos personas en cuanto a las capacidades requeridas para el sendero del chelado. De hecho, la recepción de la información para la escritura del libro fue parte de la prueba. Se sabe que el postulante a celā occidental abandonó su tarea en un determinado momento y el celā oriental debió concluir este volumen solo, ordenando como le fue posible, los escritos dejados. El libro finalmente se terminó con algunos errores que H.P.B. señaló para ser corregidos en una segunda edición, misma que nunca llegó a realizarse”.

(5). “Pero el aceptar cualquier autoridad como decisiva, y el dispensarse de la necesidad de una investigación independiente, es fatal para todo progreso. Nada, en absoluto, debe aceptarse con fe ciega y sin examen. Efectivamente, los sabios orientales llegan hasta decir que basarse únicamente en la autoridad, aun de las mismas Escrituras, es pecaminoso. (…) Se preguntará ¿Por qué, entonces, ha de ser la confianza en la doctrina del Maestro una cualidad del todo necesaria? La respuesta es fácil de ver. Nadie se toma la molestia de investigar aquello que no cree ser verdad. Tal confianza no exige de ningún modo el renunciar a la razón”. Del libro “El Hombre, Fragmentos de una Historia Olvidada”, por Laura Carter Holloway y Mohini Mohun Chatterji.
También citamos dos extractos de la obra de Helena Blavatsky, “La clave de la teosofía”:
“Puesto que me doy perfectamente cuenta de lo que quiere insinuar, le diré que, para nosotros, la fe que usted sustenta es una enfermedad mental; mientras la fe verdadera es la pistis de los griegos, como “creencia basada en el conocimiento” proporcionado por la evidencia de los sentidos físicos o espirituales”.
“Fe no es una palabra que se encuentra en el vocabulario teosófico. Nosotros decimos conocimiento basado en la observación y la experiencia. Sin embargo existe esta diferencia, mientras la observación y la experiencia de la ciencia física conduce a los científicos a tantas hipótesis como las mentes que las desarrollan, nuestro conocimiento permite que se agregue a su saber sólo estos hechos que se han vuelto innegables y que son plena y absolutamente demostrados. No tenemos dos creencias o hipótesis sobre el mismo tema”.

(6). La Doctrina Secreta, Volumen I, HELENA P. BLAVATSKY.