[El contenido de este artículo se corresponde con la Parte II del denominado "Sobre la formación de sanadores: principios éticos y leyes metafísicas", publicado en la web de la LUT de Londres (https://www.theosophy-ult.org.uk/the-laws-of-healing-physical-and-metaphysical/), y su traducción al castellano en el blog Teosofía Original (Sobre la formación de sanadores: principios éticos y leyes metafísicas (sabiduria-atemporal.blogspot.com)].
Nada se compara con el profundo anhelo de mejoría en un enfermo. Ya sea que padezca simplemente de dolor o malestar personal, o la angustiosa comprensión de que su problema lo incapacita para el cumplimiento de responsabilidades individuales o mayores, la meta es la misma y que "ojalá se cumpla lo más rápido posible". En el extremo de la congoja, a menudo nos dejamos llevar por una total desatención sobre el costo de la cura o abrazamos ciegamente la promesa de salud sin consideraciones prudentes, ni por la lógica de los medios propuestos ni las credenciales del médico. Esto se aplica por igual a enfermos mentales, enclenques de ética o aquejados de patologías corporales. En la gran mayoría de los casos, y tan pronto como alguien sabe que algo le pasa, su preocupación exclusiva es la pregunta "¿cómo puedo mejorarme?".
Los postulados predominantes en medicina, psicología y religión son las respuestas proporcionadas por las autoridades ortodoxas de la época. A ellos recurre una humanidad doliente en actitudes confiadas, temerosas e incluso suplicantes. Sin embargo, nuestras devastadoras aflicciones continúan a pesar de todo el jactancioso "conocimiento moderno" sobre las leyes en la naturaleza y las afirmaciones de "certeza" sostenidas por diversos credos. Sería gratuito relatar el fracaso de la medicina actual cuando los profesionales reflexivos de cabecera han hecho admisiones espantosas, ponderadas con las crecientes tasas de mortalidad relativas a muchos trastornos. Los índices de locura y achaques mentales o nerviosos menores son una evidencia aún más alarmante de la necesidad literalmente universal para encontrar otro tipo de terapia psicológica que la propuesta por el establishment. En cuanto a nuestra salud de principios éticos, la condición genérica de la sociedad humana en sus vínculos globales, las filosofías nacionalistas decadentes o la vida familiar típica en todo el mundo, revelan la ineficacia de los conceptos religiosos predominantes como "orientación" e incluso en su aspecto limitador con respecto a países e individuos.
Debe entenderse que las leyes de salud enseñadas en Teosofía no son nada nuevo. Por derivación, el nombre de esta Doctrina indica un sistema que no es en ningún sentido la formulación de ninguna persona. Era propiedad común de los sabios y verdaderos médicos de todas las naciones y razas de la Antigüedad, un hecho que cualquiera puede verificar por sí mismo y más allá de toda duda. La re-presentación de esta sabiduría en nuestra era fue obra de H.P. Blavatsky y William Q. Judge, y los estudiosos de Teosofía consideran a estos emisarios como pertenecientes a cierta Fraternidad, compuesta por humanos de mayor experiencia y más sapientes que nosotros, y quienes en ciertos periodos históricos dan nueva vigencia a ideas que alguna vez fueron bien conocidas, pero actualmente se hallan oscurecidas u olvidadas. Que el mundo sea más o menos ignorante de esta Hermandad, así como sus doctrinas, tiene poco que ver con el hecho de su existencia, pues si se puede demostrar que el conocimiento que presentan es verdadero, como es el caso, entonces la realidad de su alianza y las leyes de curación otorgadas mediante sus emisarios puede comprobarse simultáneamente, así como el factum de la misión cíclica de dichos Hermanos/as en nuestra especie. Como introducción a los problemas particulares que se tratan en este artículo, conviene hacer un breve esbozo de la filosofía teosófica con respecto a las leyes de salud.
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La Teosofía ha sido descrita como "el conocimiento de las normas que gobiernan la evolución de los componentes físicos, astrales, psíquicos e intelectuales de la naturaleza y el ser humano". Enseña que toda persona tiene un conjunto completo de facultades internas, relacionadas con un campo de experiencia inmenso y real que se encuentra al interior del mundo visible o tangible. Considera que el Universo [entendido como "todo lo que existe"] está compuesto por lo visible e invisible, y al percibir los objetos físicos como transitorios, capta los hechos internos y externos en la naturaleza. Recién ahora nuestros científicos comienzan a admitir la posibilidad de percepción extrasensorial humana, como se muestra en las obras de Alexis Carrel y los experimentos conducidos por J.B. Rhine en la Universidad de Duke.
De acuerdo con la Teosofía, la "sede" de dichas facultades internas es el cuerpo astral, el diseño o "patrón" de la parte física. La materia de que se compone es eléctrica y magnética en su esencia; de hecho, es la realidad subyacente a la maravillosa inteligencia que los biólogos y fisiólogos notan en el desarrollo de embriones de plantas, animales y humanos, y a la cual se ha dado el nombre especulativo de "campo morfogenético". En 1888 H.P. Blavatsky escribió: “Todo el asunto de la disputa entre ciencias profanas y esotéricas depende de la creencia y demostración sobre la 'existencia de un cuerpo astral dentro del físico', y donde el primero es independiente del segundo".
Por su parte, William Q. Judge explicaba en "El Océano de la Teosofía": "El cuerpo astral es modelo-guía del físico, y todos los demás reinos tienen el mismo prototipo astral. Plantas, minerales y animales tienen un doble etéreo, y esta teoría es la única que responderá a la pregunta de cómo la semilla produce su propia especie, y todos los seres sintientes generan descendencia similar".
El mecanismo aceptado de la herencia mediante los cromosomas establece una relación matemática entre la célula germinal y la constitución fisiológica, y hasta cierto punto psicológica; pero no proporciona ningún esclarecimiento sobre el modo en que un "andamiaje" matemático da lugar a una forma viva que no se parece en nada a este "patrón". Si la forma real del cromosoma presagiara el desarrollo futuro, el organismo crecería como un gusano alargado en todos los casos. La hipótesis materialista tampoco resuelve los problemas de las características hereditarias. Para el individuo adulto, la disposición de los genes en los cromosomas parece tener casi la misma similitud que las fórmulas matemáticas de un diseñador de puentes respecto a la estructura real. Y con el paso del tiempo, incluso el "cuerpo astral" se descubrirá biológicamente en el rol desempeñado por dicho ingeniero.
Los fenómenos de hipnosis y otros estados psíquicos igualmente incomprendidos muestran con bastante claridad que los órganos físicos del cuerpo son en sí mismos inconscientes e inútiles cuando están separados de las facultades astrales en el individuo. De esta forma, visión, oído, tacto, gusto y olfato no pertenecen al cuerpo, sino a este "humano interior" invisible. Los componentes reales para el ejercicio de esos poderes se hallan en el cuerpo astral, y los órganos tangibles son sólo instrumentos externos para establecer una coordinación entre la naturaleza y los órganos interiores. No hay nada en los hechos científicos que contradiga esta proposición, pero sí varios antecedentes que la respaldan. El doctor Milton H. Erickson, psiquiatra en ejercicio, escribió en el Medical Record (5 de diciembre de 1934) que el hipnotismo "es un fenómeno psicológico tan poco comprendido como la mayoría de los acontecimientos relacionados", afirmando que "es pura especulación cualquier entendimiento de la hipnosis más allá de la fase descriptiva". A la "descripción" científica sobre dichas condiciones, la Teosofía añade el fundamento de las leyes recónditas que se relacionan con la parte astral, el individuo interior y verdadero.
El cuerpo astral podría bosquejarse como una especie de "entidad", que tiene sus propios rasgos hereditarios dominantes y recesivos, y un sistema circulatorio de fluidos nerviosos vitales que, si bien no es susceptible de examen microscópico, es tan real como la electricidad. Por ello, un estudio de este factor en nosotros -como una fuerza directiva e inmediata dentro de la forma externa- debería conducir finalmente al establecimiento de verdaderos principios higiénicos para el hombre interior. Existen médicos muy conscientes de que el cáncer suele ir precedido por una enfermedad psíquica mórbida, en ocasiones algunos años antes de aparecer un tumor. Las anomalías linfáticas se remontan a alteraciones en el organismo psíquico; las dificultades medicales al tratar ciertas formas de anemia podrían obviarse en gran medida considerando sus posibles causas mentales; o la llamada "psicosis tuberculosa" puede ser más una causa que un efecto, y los bacilos de la tuberculosis sólo un fenómeno de asociación, así como los diversos microorganismos destructivos que aparecen con la muerte tampoco son su causa.
Las aflicciones psicológicas en nuestra especie son resultado inevitable del mal uso de poderes psicofisiológicos en épocas pasadas y encarnaciones anteriores. Los estudiosos actuales, al reconocer que sólo tienen "referencias descriptivas", conocen poco los peligros de sus métodos y experimentos. Los “curanderos mentales” invaden el campo de la naturaleza psíquica, sobre lo cual se sabe aún menos, y enmascaran con espejismos de argot místico y promesas seductoras su ignorancia del cuerpo humano y sus procesos normales. Con estos métodos, a menudo se pasan por alto los trastornos orgánicos graves, en particular respecto a enfermedades incipientes, que pueden ser impulsadas "hacia dentro" por la "curación mental". Los pocos sanadores genuinos que tienen poderes mesméricos naturales lo son a pesar de haber leído mucho, y no por causa de ello. En ocultismo, las condiciones indispensables del arte curativo son una perfecta salud personal, pureza ética y un altruismo que no cede al interés propio de ningún tipo. ¿Y dónde quedan curanderos de esta clase en el mundo actual?
Esto no niega el bien realizado por aquellos médicos cuyas técnicas son ayudas para el curso natural de recuperación. Todas las escuelas de medicina han hecho contribuciones constructivas dentro de los límites de su campo legítimo. Se pueden derivar beneficios del uso inteligente de medicamentos y hierbas, una dieta sensata (los difamados "influenciadores alimentarios", pese a sus tendencias extremistas, han despertado una atención muy necesaria hacia el tema por parte de profesionales y el público general) y las diversas formas de intervención terapéutica. El terapeuta sabio e informado encuentra algo bueno en todo método natural, y como Paracelso, es un verdadero ecléctico. Cada escuela de pensamiento médico debe reconocer que cualquier conocimiento que pueda poseer es sólo un fragmento, y en su conjunto ofrecen únicamente medidas paliativas en el tratamiento del cuerpo físico para enfermedades que tienen sus causas fundamentales en los planos ético y psíquico.
H.P. Blavatsky sobre los riesgos de la "sanación" mental.
Durante los últimos años se ha notado una fuerte infiltración de aplicaciones psicológicas en la medicina convencional. Los métodos de muchos especialistas son una mezcla de ortodoxia alopática, osteopatía y sugestión psicológica, donde esta última tiende a abarcar un campo cada vez más amplio. La "curación por la fe" de los "cultistas" es diferente a algunas prácticas medicales ortodoxas sólo en el uso de diversos "fetiches", objetos o ideas de sugestión. La medicina está siendo impulsada literalmente a lo largo de este curso por el aumento de casos de enfermedades cuyas causas son puramente psicológicas y que, por lo tanto, sólo pueden tratarse con eficacia desde dicha base. El doctor Carrel y muchos otros testifican la actualidad de los "milagros" en Lourdes, y en ese caso el "fetiche" es el entorno de una gruta conocida. En otros, lo constituye la sugerencia hipnótica del entorno en la oficina del "curandero", el brillo del instrumental quirúrgico, la impresionante "atmósfera académica" o la "fe" inspirada por una pastilla recubierta de componentes inactivos. En todos esos contextos el principio es exactamente el mismo: sugestión.
Blavatsky escribió con franqueza sobre los peligros inherentes al rápido aumento y propagación de todas esas formas de tratamiento psicológico para enfermedades que, disfrazadas con muchos nombres altisonantes, en realidad son experimentos desastrosos de hipnotismo y mesmerismo, los más perjudiciales por sus resultados. Ya sea ortodoxo o heterodoxo, físico o psicológico, es peligroso cualquier sistema de supuesta curación donde el paciente requiera cada vez más a la persona del sanador y sus servicios, y dependa cada vez menos de la Naturaleza y de sí mismo: es la antítesis total de "mente sana en cuerpo sano". Hablando sobre Ciencia Cristiana y la curación mental, metafísica o espiritual, Blavatsky consignó:
"Todas esas tendencias no representan nada más que diferentes fases en el ejercicio de estos poderes aún no entendidos, y por lo tanto con demasiada frecuencia mal utilizados en total desconocimiento. Comprendan de una vez por todas que no hay nada 'espiritual' o 'divino' en ninguna de estas manifestaciones, y las curas efectuadas por ellos se deben simplemente al ejercicio inconsciente del poder oculto en los planos inferiores de la naturaleza, por lo general de prana o corrientes de vida. Las teorías en conflicto de todas estas escuelas se basan en metafísica mal comprendida y aplicada, a menudo en falacias lógicas grotescamente absurdas, pero la característica común a la mayoría de ellas y que presenta el mayor peligro en el futuro cercano es que en casi todos los casos el tenor de las enseñanzas de estas escuelas es llevar a las personas a considerar que el proceso de curación se aplica a la mente del paciente. Aquí radica el riesgo, pues cualquier proceso de este tipo -por mucho que se disfrace con palabras astutas u oculte con falsedades- es simplemente psicologizar al enfermo. En otras palabras, existe magia negra cada vez que el sanador interfiere de modo consciente o inconsciente con la acción mental libre de la persona que trata. Estas llamadas ciencias de la 'curación' ya se están utilizando como medio de subsistencia, y pronto una persona aguda descubrirá que por el mismo proceso las mentes de otros pueden ser influenciadas en muchas direcciones; y una vez que se permite ingresar el motivo egoísta de obtener ganancias económicas personales, el susodicho 'sanador' puede ser llevado de modo inconsciente a usar su poder para adquirir riqueza o algún otro objeto de su deseo".
¿Y quién hoy, mirando a su alrededor, puede dejar de percibir hasta qué punto alarmante se encuentran psicologizador y psicologizado en cada camino de la vida?
Entonces, ¿qué pasa con la verdadera psicología aplicada a la curación corporal y mental? También H.P.B. prescribió tanto el diagnóstico como la receta para curanderos y afligidos. Sin temor a exagerar, todas sus enseñanzas de Teosofía y las de su colega William Judge están dirigidas a “la sanación de países” y para los enfermos de Espíritu y Alma, de donde proceden todo nuestro bienestar o malestar mental, ético y corpóreo. Para el practicante ortodoxo de medicina, Helena escribió:
"El doctor Francis Victor Broussais pronunció una gran verdad cuando dijo: 'Si el magnetismo fuera cierto, la medicina sería un absurdo'. El magnetismo es real, por lo que no contradiremos al erudito francés como a otros".
Es especialmente prioritario un conocimiento práctico e íntimo del magnetismo y la electricidad, sus cualidades, correlaciones y potencias, así como la familiaridad con sus efectos en y sobre el reino animal y humano. Existen propiedades ocultas en minerales y plantas que la llamada "ciencia exacta" ignora por completo. Se encontraría que en lugar de sus dos elementos simples y declarados de oxígeno e hidrógeno, nuestra agua más pura produciría muchos otros constituyentes, nunca soñados por nuestra química moderna. Quien alotropice oxígeno lento en ozono, reduciéndolo a su esencia pura (para lo cual existen medios) descubriría un sustituto de un "elixir de vida" y lo prepararía para su uso práctico.
Asimismo, Blavatsky fue directa y clara sobre la naturaleza del poder invocado por practicantes y experimentadores psicológicos y físicos en la sanación:
"Un principio vital y común impregna todas las cosas, y esto es controlable por la voluntad humana perfeccionada. El adepto puede estimular los movimientos de las fuerzas naturales en plantas y animales en un grado sobrenatural. Tales ensayos no son obstáculos de la naturaleza, sino avivamientos, donde se dan las condiciones de una acción vital más intensa. Hace miles de años, los sacerdotes iniciados -a quienes se llamaba 'magos y exorcistas de enfermedades'- curaban patologías mediante procesos magnéticos. El magnetismo animal (ahora llamado 'sugestión' e 'hipnotismo') era el agente principal en los templos curativos de Esculapio, donde los pacientes eran tratados magnéticamente durante el sueño.
Esta Fuerza creadora y vivificante -negada y ridiculizada cuando se le denomina 'magia teúrgica'- ahora se etiqueta como 'hipnotismo', 'charcotismo', 'sugestión', 'psicología' y de otras maneras. En lugar de curar enfermedades -el único uso al que se puede aplicar legítimamente el magnetismo animal bajo su nuevo nombre-, sus devotos a menudo inoculan a los sujetos con sus propios vicios y enfermedades físicas y mentales. Esto es tan malo en el plano moral como la introducción sintética de materia animal en la sangre humana, a nivel del plano físico. ¡Que sólo piensen en los peligros engendrados y las nuevas formas de enfermedades mentales y físicas, producidas por tan desquiciado manejo de la voluntad psíquica!
La minoría de médicos eruditos y otros científicos experimentan con el 'hipnotismo' porque han llegado a percibir algo en ello, mientras que la mayoría aún niega la actualidad del magnetismo animal en su forma mesmérica, incluso bajo su moderna máscara de hipnotismo. Los primeros, completamente ignorantes de las leyes fundamentales del magnetismo animal, experimentan al azar y casi a ciegas; de ahí que interfieran y despierten a la acción las fuerzas más peligrosas de la naturaleza, sin ser conscientes de ello. Si la expresión externa de la idea de una fechoría 'sugerida' puede desvanecerse a voluntad del operador, el germen activo e implantado artificialmente no desaparece con él; y una vez se deja caer en el mar de las pasiones humanas -o más bien animales- puede permanecer latente allí y en ocasiones durante años, para ser despertado repentinamente por alguna circunstancia imprevista en la realización. Se sabe que niños expuestos a terrores silenciosos o llantos por sugestión de cuidadores estúpidos sobre 'monstruos' o 'diablos' acechando en un rincón, se han vuelto locos veinte o treinta años después por el mismo tema. Hay recovecos secretos y escondites oscuros en el laberinto de nuestra memoria, aún desconocidos para los fisiólogos, y que se abren sólo en una ocasión -raras veces dos- en la vida de un individuo, y eso sólo en condiciones muy anormales y peculiares. Pero cuando lo hacen, siempre es un acto heroico cometido por una persona menos apta para ello, o un crimen terrible perpetrado cuya razón permanece para siempre en un misterio.
¿En qué circunstancias el hipnotismo constituye "magia negra"? Lo es siempre que el motivo que acciona al operador es egoísta o perjudicial para cualquier ser viviente. El fluido vital sano e impartido por el médico que hipnotiza a su paciente puede sanar y a menudo lo hace, pero en demasía termina por matar. Cuando un operador sano hipnotiza a su enfermo con un anhelo decidido de aliviarlo, el agotamiento que siente el primero es proporcional al remedio que le brinda: se ha producido entonces un proceso de endosmosis, habiéndose separado el curandero de una parte de su aura vital para beneficiar al aquejado. Como cualquier otra forma oculta en la Naturaleza, este método endosmósico y exosmósico puede tornarse beneficioso o perjudicial, ya sea inconscientemente o a voluntad. No hay nada pecaminoso o dañino en los métodos per se, y se hacen dañinos sólo cuando la confianza del sanador en su poder es demasiado arrogante y marcada, y al creer que puede eliminar las enfermedades -si no son fatales- descartando la ayuda inmediata de cirujanos y médicos expertos.
La imaginación es una poderosa ayuda en todos los eventos de nuestra vida; actúa sobre la fe y ambas son como dibujantes que preparan bocetos para que la Voluntad los termine. Este es todo el secreto. La mitad, si no dos tercios de nuestras dolencias y enfermedades, son fruto de nuestros miedos e imaginación. Destruid los primeros, dad otra inclinación a lo segundo y la naturaleza hará el resto".
[La letra negrita ha sido añadida y no se corresponde en su totalidad con el original].