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El poder de la sugestión significa cosas distintas a muchas mentes. Está ligado con la idea de la hipnosis, condición en la cual el operador es capaz de hacer a uno pensar, decir, actuar o imaginar cualquier cosa que elija. Esto es posible por la condición anormal en que se encuentra el sujeto. Generalmente, no se conocen las teorías y métodos que inducen a esta condición anormal, aunque algunos practicantes hayan encontrado varios métodos para inducir la hipnosis en algunas personas.
Aquí nos proponemos discutir la sugestión misma desde el punto de vista general y cómo afecta a nuestros semejantes. Las personas no se percatan de que actúan casi siempre bajo sugestión. Desde que nacemos, estamos rodeados de personas que nos sugieren que ciertas ideas son verdaderas y nosotros las seguimos. Existe poco pensamiento original, y esto es particularmente cierto en aquellas ideas en las que el público presta mayor atención, como en la religión, la política y ciencia. Adoptamos cualquier sistema de pensamiento que nos presentan y seguimos la sugerencia impartida sin intentar alcanzar su esencia. Tomamos por hecho la base sobre la cual yace, incluso en los asuntos más importantes de la vida.
Nuestra religión, por ejemplo, se dice que es una “revelación”. En la infancia aceptamos esto como un hecho, sin examinar lo que es o sobre lo que se basa. Nuestros poderes de pensamiento y acción basados en una sugestión falsa no están inhibidos, pero el resultado es que todas nuestras posibilidades de pensamiento y acción, nuestras creaciones mentales y toda la superestructura de nuestra existencia son falsas, porque pensar a partir de premisas falsas, nos conducirá inevitablemente a conclusiones falsas.
Esto es tan cierto como en el caso del sujeto hipnotizado. Se le ha puesto en una condición anormal, su mente está vacía, y el operador le presenta cierta idea y con ésta la sugestión de cómo actuar. Inmediatamente el sujeto la adopta, la pone en práctica y continúa siguiendo la dirección sugerida acumulativamente hasta que sea cambiada.
Aquellos que han nacido en una secta particular deben conocer esto. Tan pronto como empieza nuestro entendimiento, nos presentan ideas inculcándolas en nuestra mente como realidades absolutas. Procedemos según aquella base y mientras continuemos con ella, no podremos alcanzar ninguna conclusión o comprensión verdaderas. ¿Qué sabemos en nuestra infancia de la verdad o falsedad de estas ideas? Absolutamente nada. ¿Qué conocimiento tienen nuestros padres y nuestros maestros de las mismas? Absolutamente nada, simplemente nos pasaron las sugestiones que recibieron durante la niñez y que han obrado en ellos acumulativamente desde entonces.
Debemos aprender a no aceptar las afirmaciones, sin importar de donde provengan, simplemente porque nos las hacen. Debemos llegar a la esencia de lo que nos presentan, conocer sus principios aunque éstos sean claros. Si no son evidentes, ¿cómo pueden ser básicos?
La idea que existe un creador de este universo es común en el mundo occidental. ¿Qué sabemos de esto? Si es verdad que un ser creó el universo y todas sus criaturas en él, entonces no somos responsables. A esta idea la siguen otras como el ser humano vive aquí solo una vez, éste es su único nacimiento y de aquí desconoce a dónde va. Hemos seguido la sugestión que el ser humano solamente vive una vez, es fundamentalmente irresponsable de su estancia aquí y hemos construido nuestros pensamientos y acciones sobre esta base. ¿Nos hace esto más sabios y felices mientras que vivimos? ¿Produce paz y felicidad para los demás? ¿Terminamos nuestra existencia más sabios y mejores? Sabemos que al final de nuestra vida abandonamos los objetos terrestres que obtuvimos.
Pero esta tierra es solo una de las muchas que hay. ¿Qué pasa con los otros planetas y sistemas solares que llenan nuestro espacio? Basándonos en las sugestiones recibidas, ¿tenemos algún conocimiento vital acerca de estos o de la razón de su existencia?
Cuando nuestras impresiones religiosas cambian y recibimos otras sugestiones, ¿no nos las divulgan en la misma manera? Cualquiera que ésta sea, “Ciencia Mental”, “Nuevo Pensamiento”, “Ciencia Cristiana”, la adoptamos y la seguimos de acuerdo con las direcciones recibidas y, ¿qué cosa realmente aprendemos? Nada. Terminamos nuestra vida encasillados en la ignorancia, no obstante todas las “revelaciones” dadas. ¿Qué cosa sabemos de sus bases? ¿Son verdaderas o solo parciales? Nunca nos piden que examinemos sus fundamentos para ver por nosotros mismos si son verdaderos o evidentes. No. Se nos pide que aceptemos lo que nos dan y que obremos de acuerdo a estas ideas. Eso es sugestión.
Nuestra vida municipal, nacional y política, está sujeta a la sugestión y pocos son los que intentan alcanzar la esencia de las cosas y comprender lo que es la naturaleza del ser, de tal modo que puedan saber por sí mismos para luego actuar con poder y comprensión. Al examinar la esfera en la cual vivimos, encontramos que estamos todos presos en el poder de la sugestión, en todas direcciones.
¿Qué criterio deberíamos aplicar a cada sugestión que se nos presenta? Simplemente esto: si tenemos la verdad, tiene que explicar lo que anteriormente era un misterio y como estamos rodeados de misterios, la Verdad debe aclararlos todos.
Este poder de la sugestión tiene que ser empleado, aún sin importar cual sea la dirección que nos indican. Si la Verdad en la religión, en la ciencia y en la filosofía existen y es alcanzable, debe llegarnos por sugestión de Aquellos que saben. Si este proceso fuese imposible, y no pudiésemos alcanzarlo, sería inútil hablar de estos temas. Pero cuando nos sugieren la verdad, siempre se presenta un medio por el cual podemos verla y verificarla. Este medio no está en la autoridad o la aprobación de nadie, sino en el hecho de que podemos percibirla y examinarla personalmente. La autoridad final es el ser humano mismo.
Un Dios exterior es un ídolo. Debemos llegar a las partes más recónditas de nuestro ser y comprender que es nuestro mismo ser el que elige lo que debe aceptar o rechazar. El poder divino: la facultad de elección está en cada uno de nosotros. Cuando empezamos a comprender esto, obtenemos la primera clave de nuestra inmortalidad. Por lo tanto, nos percatamos de que Eso que vive y piensa en el ser humano es el Eterno Peregrino. Si se prefiere usar la palabra Dios, se puede decir: “Tantos hombres en la tierra, tantos Dioses en el cielo”.
Existen muchos seres inferiores a la humanidad y tal vez alguien pudiera admitir que hay seres superiores a ella. Ninguno de estos seres puede ser omnipresente; ninguno de ellos puede ser el Supremo. ¿Qué es lo omnipresente y supremo en cada ser, en el ser humano, en los seres inferiores y en los seres superiores a él? ¿No es quizá este Poder de percibir, pensar, elegir y actuar sobre el pensamiento, la elección y la inteligencia que el ser tiene? Ese Poder transciende todo ser y toda concepción, pues es el poder que yace en la raíz de la evolución y es la verdadera esencia de cada ser. Nadie está separado de y sin Aquello. Todos son rayos de y uno con Eso. No hay posibilidad de existencia separada de Aquello.
El ser humano yace en medio de una vasta y silenciosa evolución: la de la inteligencia y del Alma. Todos los seres inferiores al ser humano deben subir la escala del ser hasta nuestro estado, y cualquier ser más allá de lo humano debe haber pasado por nuestro estado y haberse elevado más en la escala. Son nuestros Hermanos Mayores, que han vivido en diferentes civilizaciones anteriores a la nuestra, muchas muchas edades antes que la nuestra, alcanzando un nivel de desarrollo superior al nuestro. Fueron ellos quienes adelantaron todo su conocimiento adquirido durante esa vasta evolución que precedió a la nuestra.
Estos Hermanos Mayores de la familia humana no son espíritus en el sentido común del término, ni son seres etéreos, “dioses” ni “ángeles”, son seres humanos, Mahatmas (Grandes Almas), seres perfeccionados desde el punto de vista, físico, mental, moral, psíquico y espiritual, que ocupan la posición que un día nosotros también alcanzaremos, cuando nos hayamos perfeccionado del mismo modo que Ellos, mediante esfuerzos auto-inducidos y auto-diseñados.
Estos Maestros nos apoyan con Su conocimiento y poder, con Su habilidad y esfuerzo para ayudarnos y guiarnos, representan la sugestión más grande y poderosa que el ser humano pueda recibir. Están dispuestos y preparados para ayudarnos cuando y donde estemos listos y dispuestos para recibir. Nunca piden; están siempre dispuestos a ofrecer a aquellos que quieran seguir las líneas indicadas, de modo que podamos llegar a ser como Ellos, y alcanzar el conocimiento mediante nuestros esfuerzos.
Si tomamos Su filosofía como la teosofia nos la presenta, si la consideramos como una teoría para ser examinada por sus méritos, nos daremos cuenta que nos explica el porqué existen muchas clases de personas, naturalezas diferentes e individuos que sufren más y otros que sufren menos. Explica porqué cada uno nace en un sitio particular, en una familia, nación y período, la desigualdad en la vida, cada misterio e injusticia. Esto capacitará al hombre a realizar su propia inmortalidad, a vivir una existencia consciente en el espíritu, aun cuando esté encarnado en un cuerpo en la tierra. Actualmente vivimos en la materia, pensamos que existimos en la materia y dependemos de ésta para sobrevivir. Pensamos en la materia. Nuestra religión, ciencia y filosofía son materialistas. Todo esto debido al mal uso del poder de la sugestión y de aceptar ideas de cualquier autoridad ciegamente, sin examinarlas y compararlas primero. Nosotros creemos, no sabemos.
No existe divinidad, sino aquella que se ha desarrollado del Espíritu único. Cada ser Divino es una evolución. Cuando se habla de la divinidad, esto significa la evolución de un ser. Toda inteligencia se basa en el Poder de percepción y esto existe en todos los grandes seres. La inteligencia es la extensión del poder de conocer. Esta idea elimina muchas sugestiones de las cuales tal vez hemos dependido. Sería mejor no depender de nada, salvo de nuestra facultad inherente de aprender y librarnos de las dificultades. Todos nuestros poderes nacen con nosotros, todas las experiencias anteriores están con nosotros, pero están saturadas con las sugestiones que recibimos desde pequeños, y por las ideas falsas que aún sostenemos. Solo la Verdad puede liberarnos y cada uno de nosotros puede descubrirla, seguirla y realizarla.
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Por Robert Crosbie. Publicado, póstumamente, en Theosophy Magazine, en julio de 1922.