“…
Las procesiones fúnebres eran seguidas de un ayuno, y más tarde de regocijos;
porque después del ayuno se consideraba a Adonis–Tammuz como resucitado de
entre los muertos…”
El término Pascua (en
inglés Easter) (1), viene evidentemente de Ostara, la diosa escandinava
de la primavera. Era el símbolo de la resurrección de toda la Naturaleza, y era
adorada al principio de la estación florida. Era costumbre entre los paganos
escandinavos antiguos, en dicha época del año, cambiar entre sí huevos de colores,
llamados “huevos de Ostara”, que han venido a ser los actuales “huevos de
Pascua”. Según se expresa en la obra Asgard y los Dioses (2), “el
cristianismo dio otro significado a esta antigua costumbre, relacionándola con
la fiesta de la Resurrección del Salvador, el cual, como la vida latente en el
huevo, durmió en el sepulcro durante tres días antes de que despertara a la
nueva vida”. Esto era lo más natural, puesto que Cristo estaba identificado con
aquel mismo Sol de la primavera que se despierta en toda su gloria después de
la lúgubre y prolongada muerte del invierno.
En cuanto a los Huevos de
Pascua, destacar que, desde los tiempos primitivos, los huevos eran
simbólicos. Estaba el llamado “Huevo mundano”, en el cual estuvo contenido
Brahmâ durante la gestación, llamado por los hindúes Hiranyagarbha, y el Huevo
mundano de los egipcios, que procede de la boca de la “Deidad increada y
eterna”, Knef, y que es emblema del poder creador. Había luego el Huevo de
Babilonia, que incubó Ishtar [la Venus babilónica], y que, según se dice, cayó
desde el cielo al río Eufrates. Por esta razón los huevos de colores estuvieron
en uso todos los años durante la primavera en casi todos los países, y en
Egipto se cambiaban como símbolos sagrados en la estación primaveral, que fue,
es y siempre será emblema de nacimiento o de renacimiento cósmico y humano,
celeste y terrestre. Los colgaban en los templos egipcios, y aun hoy día se
los ve suspendidos en las mezquitas mahometanas.
Relacionado también con la
celebración de la Pascua encontramos al dios Baco, siendo exotérica y
someramente el dios del vino y de la vendimia, así como del desenfreno y
alborozo; pero el significado esotérico de esta personificación es más
abstruso y filosófico. Es el Osiris del Egipto, y tanto su vida como su
significación pertenecen al mismo grupo que los demás dioses solares, todos
ellos “Cargando con la culpa”, muertos y resucitados; por ejemplo, como
Dionysos o Atys de Frigia (Adonis, o el Tammuz sirio), como Ausonius, Baldur,
etc. En efecto, en los Misterios de Tammuz o Adonis, transcurría una semana
entera en lamentos y llanto. Las procesiones fúnebres eran seguidas de un
ayuno, y más tarde de regocijos; porque después del ayuno se consideraba a
Adonis–Tammuz como resucitado de entre los muertos, y por espacio de varios
días seguían sin interrupción desenfrenadas orgías de júbilo, de comida y
bebida, como ahora durante la semana de Pascua.
Todos ellos fueron condenados
a muerte, llorados y restituidos a la vida. Las fiestas en honor de Atys
tenían efecto en las Hilaria, que se celebraban en la Pascua “pagana”, el día
15 de marzo. Ausonius, una forma de Baco, era matado “en el equinoccio de
primavera, el día 21 de marzo, y resucitaba a los tres días”. Tammuz, el
duplicado de Adonis y Atys, era llorado por las mujeres en el “bosquecillo” que
llevaba su nombre, “más allá de Bethlehem, donde lloraba el infante Jesús”
–dice San Jerónimo–. Baco es asesinado, y su madre recoge los pedazos de su
lacerado cuerpo, como hizo Isis con los de Osiris, y así sucesivamente.
Dionysos Iacchus, destrozado por los titanes, Osiris, Krichna, todos
descendieron al Hades y volvieron otra vez. Astronómicamente, todos ellos
representan el Sol; psíquicamente, son emblemas del “Alma” (el Ego en su
reencarnación), que siempre resucita; espiritualmente, todas las inocentes
víctimas propiciatorias que expían los pecados de los mortales, sus propias
envolturas terrenas, y en realidad, la poetizada imagen del HOMBRE DIVINO, la
forma de barro animada por su Dios.
Dice también H. Blavatsky en su
artículo "Los orígenes del ritual en la Iglesia y en la Masonería" (Lucifer,
marzo y mayo de 1889) que en toda la Grecia pagana se conmemoraba el día
primero de marzo, cuyas neomenia [fiestas que desde la más remota antigüedad se
celebraban en el novilunio de cada mes en Siria, Egipto, Grecia y Roma] se
consagraban a Diana. Por idéntica razón, las naciones paganas celebran su
fiesta de Pascua el primer domingo siguiente a la luna llena del equinoccio de
primavera. El cristianismo, no sólo ha copiado las fiestas del paganismo,
sino también las vestimentas canónicas, cosa que es imposible negar. Eusebio
confiesa en su Vida de Constantino, diciendo quizás la única verdad proferida
en su vida, que “con el fin de hacer que el cristianismo fuera más atrayente
para los gentiles, los sacerdotes (del Cristo) adoptaron las vestimentas
externas y los ornamentos utilizados en el culto pagano", y podría haber añadido
que habían hecho lo mismo con sus rituales y sus dogmas.
(2) Asgard and the Gods - The Tales and Traditions of Our Northern Ancestors Froming a Complete Manual of Norse Mythology, por Wilhelm Wägner, 1880.