22 noviembre 2020

Un "dios" tiene que llegar a serlo.

“La perfección, para ser tal, tiene que salir de la imperfección; lo incorruptible tiene que desenvolverse de lo corruptible, teniendo a esto último como su vehículo, base y contraste”.

Es necesaria una aclaración previa, y es que si bien se ha utilizado en el título la referencia a "Un dios", se ha hecho únicamente a los efectos de intentar una mejor comprensión del tema a tratar, según la forma de pensar occidental. La Teosofía solo reconoce a la Divinidad como al Ente abstracto y absoluto (1), rechazando “aceptar los dioses de las llamadas religiones monoteístas; dioses creados por el hombre a su propia imagen y semejanza, caricaturas impías y miserables del Siempre Incognoscible”, por lo tanto, desde este punto de vista, es realmente un absurdo hablar de "dioses" o "un dios", cuando realmente solo existe Dios, entendido como Aquello que es absoluto, eterno e inmutable, a la vez que incognoscible.

La Doctrina Secreta enseña que existen seres mucho más avanzados que los actuales humanos, en todos los aspectos; son los denominados “Dhyân–chohans”, término sánscrito que significa literalmente “Los Señores de la Luz”; son “los devas o dioses más elevados, correspondientes a los Arcángeles de la religión católico–romana. Las Inteligencias divinas encargadas de la superintendencia del Kosmos”. También se les conoce como “los “Rishi-Prajâpati” de los indos, los Elohim o Hijos de Dios, los Espíritus Planetarios de todas las naciones, los cuales han venido a ser Dioses para los hombres”, todos ellos en sus múltiples divisiones.

Pues bien, estos seres muy elevados no surgen de la nada, sino que tienen que llegar a serlo. Y ¿cómo? A través de la experiencia, debiendo pasar en su evolución por la fase humana.

Otra idea fundamental de “la filosofía esotérica [es] que toda cosa vive y es consciente; pero no que toda vida y conciencia sean similares a las de los seres humanos ni aún a las de los animales.” “Debemos tener presente que sólo porque nosotros no percibamos señal alguna de conciencia en las piedras, por ejemplo, no por eso tenemos derecho para decir que ninguna conciencia existe allí. No existe semejante cosa como materia “muerta” o “ciega”, como tampoco existe ninguna Ley “ciega” o “inconsciente”.”

H. P. Blavatsky cita la gráfica frase kabalística que puede servir a modo de visión general: “El aliento se convierte en piedra; la piedra en planta; la planta en animal; el animal en hombre; el hombre en espíritu, y el espíritu en un dios”. Se está refiriendo al recorrido, por expresarlo en un término entendible, de mónada (la “chispa divina" o “rayo de lo Absoluto"); de los “estados” por los que pasa hasta alcanzar el Nirvana (2).

“El Espíritu per se, es una abstracción inconsciente y negativa. Su pureza es inherente, no adquirida por el mérito; de aquí, como ya se ha dicho, que para convertirse en el más elevado Dhyân Chohan es necesario para cada Ego [Alma, el ser reencarnante] alcanzar la plena conciencia como un ser humano, es decir, consciente, que para nosotros se halla sintetizado en el Hombre”.

Podríamos considerar que la primera gran meta evolutiva fuera el ser humano, pero es una fase más. Si nos ceñimos a nuestra actual Tierra, que supone el cuarto globo de la Cuarta Ronda (ver “Globos, cadenas y rondas”), siendo la actual civilización la quinta Raza-Raíz, según la denomina la Teosofía, podemos intentar hacernos una idea del periodo temporal vastísimo e inconcebible que falta hasta que se alcance el final de la Séptima Ronda de esta cadena planetaria, sin que ello implique que se termine ahí la evolución. H.B.P. dijo: “Cada Ronda [en una cadena planetaria] lleva consigo un desenvolvimiento nuevo y hasta un cambio completo en la constitución mental, psíquica, espiritual y física del hombre; evolucionando todos estos principios en una escala siempre ascendente”.

“Según la Doctrina enseña, no existen seres privilegiados en el Universo, sea en el nuestro o en otros sistemas, sea en los mundos externos o internos, tales como los Ángeles de la religión occidental y de la judaica. Un Dhyân Chohan tiene que llegar a serlo; no puede nacer o aparecer súbitamente en el plano de la vida como un Ángel en pleno desarrollo. La Jerarquía Celestial del Manvantara [ciclo de actividad que nos puede parecer interminable] presente se encontrará transportada en el siguiente ciclo de vida a Mundos superiores más elevados, y hará lugar para una nueva Jerarquía compuesta de los elegidos de nuestra humanidad. La existencia es un ciclo interminable dentro de la Eternidad Absoluta, en que se mueven innumerables ciclos internos, finitos y condicionados. Dioses creados como tales, no demostrarían mérito personal alguno al ser Dioses. Una clase semejante de Seres (perfectos únicamente en virtud de la naturaleza especial e inmaculada inherente en ellos), a la faz de una humanidad que sufre y lucha, y aún de la creación inferior, sería el símbolo de una injusticia eterna de carácter por completo satánico [en este caso entendido como adjetivo según el punto de vista divulgado por la Iglesia Católica], un crimen siempre presente. Es una anomalía y una imposibilidad en la Naturaleza”.

“Desde el Arcángel más alto (Dhyani-Chohan) hasta el último 'Constructor' consciente (la clase inferior de Entidades Espirituales), todos ellos son hombres que han vivido hace eones en otros Manvantaras, en esta u otras Esferas (3); por lo que los Elementales inferiores (4), semi-inteligentes y no inteligentes son todos humanos futuros. El sólo hecho de que un Espíritu está dotado de inteligencia es una prueba para el ocultista de que ese Ser debe haber sido un humano y adquirió su conocimiento e inteligencia a lo largo del ciclo".

Para terminar, apuntar que es muy importante tener claro que el conocimiento se adquiere por la experiencia de vida y no por la muerte; tras fallecer y, a su debido tiempo, volver a encarnar, continuamos el aprendizaje por donde lo dejamos, por expresarlo de forma sintética. William Q. Judge explicó en una de sus cartas a la teósofa conocida por el pseudónimo Jasper Niemand (5): “La vida es mejor que la muerte ya que ésta última decepciona al Ser. La muerte no es la gran fuente de información o la productora del conocimiento. Es simplemente el gran telón que baja sobre la escena para levantarse al próximo instante. El conocimiento completo debe alcanzarse en el ser humano trino: cuerpo, alma y espíritu. Una vez obtenido, el individuo pasa a otras esferas que nosotros ignoramos y que son infinitas. Al vivir lo más posible, se proporciona al Ser una más larga oportunidad”.

*Las citas utilizadas en el texto son de "La Doctrina Secreta" de Helena P. Blavatsky.



(1) En su obra “La Clave de la Teosofía”, Blavatsky dice "El Parabrahm de los vedantinos es la Deidad que aceptamos y en la que creemos", y cuando se refiere a Parabrahman en la "Doctrina Secreta", aclara que “no es “Dios” porque no es un Dios. “Es lo supremo y lo no supremo (…). Es supremo como CAUSA, y no supremo como efecto. Parabrahman es simplemente, como “Realidad sin par”, el Kosmos que todo lo abarca —o más bien el Espacio Cósmico infinito— en el sentido espiritual más elevado”.

“Un PRINCIPIO omnipresente Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda especulación es imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana, y solo podría ser empequeñecido por cualquier expresión o comparación humana. Está fuera del alcance del pensamiento … (véase "Tres proposiciones fundamentales de la Doctrina Secreta").

(2) Nirvana: “Según los orientalistas, el completo “apagamiento”, como la llama de una vela, la extinción total de la existencia. Pero en las explicaciones esotéricas, es el estado de existencia absoluta y de conciencia absoluta en el cual, el Ego de un ser humano que ha alcanzado el grado más elevado de perfección y de santidad durante la vida, va después de la muerte corporal y, ocasionalmente, durante la vida, como en el caso de Gautama Buddha y otros”. Del Glosario de “La Clave de la Teosofía” de Helena P. Blavatsky.

(3). Como también dijo H.P.B. en la Doctrina Secreta, volumen I: “El negarse a admitir que en todo el sistema solar no existan más seres racionales e intelectuales en la esfera humana que nosotros, constituye la mayor de las presunciones de nuestra época”.

(4). “Elementales o Espíritus de los Elementos. Las criaturas desenvueltas en los Cuatro Reinos o Elementos: Tierra, Aire, Fuego y Agua. Los cabalistas los llaman Gnomos (los elementales de la Tierra); Sílfides (del Aire); Salamandras (del Fuego) y Ondinas (del Agua). Salvo unos pocos de las clases superiores y sus regentes, son, más bien, las fuerzas de la naturaleza, que los hombres y las mujeres etéreos.” Del Glosario de “La Clave de la Teosofía” de Helena P. Blavatsky.

(5) “Cartas que me han ayudado”, de William Q. Judge.