“La vida no es el resultado del
funcionamiento de los órganos, ni tampoco cesa o se pierde cuando el cuerpo se
disuelve. La vida es un principio universalmente interpenetrante [la Vida es
una resultante de la acción del Ākāśa,
impulsado por el Espíritu, sobre la Materia]; es el océano dentro del cual
flota la Tierra, e igualmente interpenetra nuestro globo y todos los seres y
objetos que en él se encuentran. La vida labora incesantemente sobre nosotros y
a nuestro alrededor, latiendo contra y a través de nosotros eternamente. Cuando
ocupamos el cuerpo, empleamos simplemente un instrumento más especializado que
cualquier otro para tratar con ambos, Prāṇa
y Jīva. Estrictamente hablando,
Prāṇa es aliento, y puesto que el
aliento es necesario para el sostenimiento de la vida en el mecanismo humano,
aliento es la palabra más aceptable. Jīva,
significa “vida” y también se aplica al alma viviente,
porque la vida en general se deriva de la misma Vida Suprema. Jīva,
por lo tanto, se presta a una aplicación general, mientras que Prāṇa
es más específica.
…
Dondequiera
que se encuentre un mundo, o que un sistema de mundos en evolución esté en
desarrollo, el plan ha sido trazado en la mente universal; la fuerza original
viene del espíritu; lo que sirve de base es la materia, la cual es de hecho
invisible; la Vida sostiene todas las formas que requieran vida y el Ākāśa es el lazo que conecta la materia de una parte, y el espíritu-mente de la otra.
…
La “célula” es
una ilusión; no es sino una mera palabra y no tiene existencia como una cosa
material, porque cada célula se compone de otras partes. ¿Qué es entonces una
célula? La célula es la forma ideal dentro de la cual los actuales átomos
físicos —formados de “vidas”— se organizan entre sí. Ya que se ha admitido que
las moléculas físicas están constantemente abandonando el cuerpo, las mismas
han de estar abandonando las células a cada instante. Por lo tanto, no hay tal
célula física, sino tan sólo los límites privativos de una célula, las paredes
ideales y la forma general”. (1)
“El principio
de la vida, o energía de la vida, que es omnipresente, eterno, indestructible,
es una fuerza y un PRINCIPIO como nóumeno, al paso que es los átomos, como
fenómeno. Es una y la misma cosa, y no pueden considerarse como separadas
excepto en el materialismo”. (2)
“Jîva o Prâna
son muy distintos de los átomos que animan. El último pertenece al
estado más inferior o más denso de la materia —el objetivamente condicionado;
la primera, a un estado superior”. “La «jîva,» o vida, principio que anima a
hombres, bestias, plantas, e incluso a los minerales, ciertamente es «una forma
de fuerza indestructible,» dado que esta fuerza es la única vida, o anima
mundi, el alma viviente universal, y que las diversas formas en que las
cosas objetivas aparecen ante nosotros en la Naturaleza en sus agregados
atómicos, como minerales, plantas, animales, etc., son todas formas diferentes
o estados en los cuales se manifiesta esta fuerza. Si estuviera —no digamos
ausente, pues esto es imposible, ya que es omnipresente— sino solo durante un
instante inactiva, digamos en una piedra, las partículas de ésta última
perderían de inmediato su propiedad cohesiva, y súbitamente se desintegraría,
aunque la fuerza aún permanecería en cada una de sus partículas, pero en un
estado inactivo”.
…
La vida
siempre está presente en el átomo o en la materia, sea orgánica o inorgánica —una
diferencia que los ocultistas no aceptan. Su doctrina es que la vida está presente en la materia
inorgánica como en la orgánica: cuando la vida-energía está activa en el átomo,
ese átomo es orgánico; cuando está inactiva o latente, entonces el átomo es
inorgánico. Por tanto, la expresión «átomo viviente», aunque capaz en un
sentido de desencaminar al lector, no es incorrecta después de todo, dado que
los ocultistas no conocen nada en la Naturaleza que sea inorgánico, ni saben de
«átomos muertos», cualquiera que sea el significado que la ciencia pueda dar al
adjetivo”. “Entonces … cuando esta indestructible fuerza se «desenlaza de un
grupo de átomos, es atraída inmediatamente por otros», no implica que abandona
por completo el primer grupo, sino sólo que transfiere su vis viva, o
fuerza viviente —la energía de movimiento— a otro grupo. Pero sólo porque
se manifiesta en el grupo siguiente como la que ha sido llamada energía
cinética, no puede concluirse que el primer grupo sea completamente privado de
ella; puesto que aún está en él, como energía potencial, o vida latente. Ésta
es una verdad cardinal y fundamental del ocultismo, de cuyo perfecto
conocimiento depende la producción de cada fenómeno”. (3)
“… el
Ocultismo enseña que a) los átomos de la vida de nuestro principio vital
(Prâna) no se pierden jamás enteramente cuando un hombre muere. Que los átomos
mejor impregnados del principio de la vida, factor independiente, eterno y
consciente, son transmitidos parcialmente de padre a hijo por medio de la
herencia, y se reúnen parcialmente de nuevo,
convirtiéndose en el principio animador del nuevo cuerpo en cada nueva
encarnación de las Mónadas. Porque b), así como el Alma individual
es siempre la misma, así también los átomos de los principios inferiores (el
cuerpo, su astral o doble vital, etc.) son atraídos por afinidad y por la ley
Kármica a la misma individualidad, en una serie de diversos cuerpos.
…
Nosotros
conocemos y hablamos de los “átomos de la vida” y de los “átomos durmientes”
porque consideramos estas dos formas de energía –la cinemática y la potencial–
como producidas por una misma fuerza, o la VIDA UNA, y consideramos a esta
última como el origen y el impulsor de todo. Pero ¿qué es lo que proporciona la
energía, y especialmente la memoria a las “almas plastidulares” de Hæckel? La
“ola moviente de partículas vivas” es comprensible con la teoría de la VIDA UNA
Espiritual, de un Principio Vital universal independiente de nuestra
materia, y manifestándose como energía atómica sólo en nuestro plano de
conciencia. Es lo que, individualizado en el ciclo humano, se transmite de
padres a hijos”. (2)
El cuerpo
humano físico.
“Respecto a su
cuerpo físico, está formado por las vidas terrestres más inferiores a través de
la evolución física, química, y fisiológica.
…
La ciencia,
percibiendo vagamente la verdad, puede encontrar bacterias y otros animales microscópicos
en el cuerpo humano, y ver en ellos tan sólo visitantes casuales y anormales, a
quienes se atribuyen las enfermedades. El Ocultismo –que distingue una vida en
cada átomo y molécula, sea en el cuerpo humano o en el mineral, en el aire, en
el fuego y en el agua– afirma que nuestro cuerpo entero se halla construido por
tales vidas; siendo, comparativamente en tamaño, la más diminuta bacteria
visible al microscopio, como un elefante respecto al más pequeño infusorio”. (4)
(1) El océano de la teosofía, de
W. Q. Judge (páginas 16, 17, 41 y 42 de la edición de Theosophical University
Press).
(2) La Doctrina Secreta, Volumen
II, por H. P. Blavatsky, págs. 671-673, ed. original.
(3) Del artículo “Transmigración de los
átomos vivientes”, por H.P.B., contenido en el libro Cinco años de Teosofía.
De la traducción por el Equipo de Traducción de la Biblioteca Jesús Saavedra
Padilla (1922 – 2001), México, 2009, edición en pdf, págs. 371-372.
(4) La Doctrina Secreta, Volumen
I, por H. P. Blavatsky, págs. 224 y 225 (nota al pie), ed. original.