La primera de las tres proposiciones fundamentales que sirven de asiento a la obra “La Doctrina Secreta” es la que establece:
“Un
PRINCIPIO Omnipotente, Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda
especulación es imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana,
y sólo podría ser empequeñecido por cualquiera expresión o comparación de la
humana inteligencia. Está fuera del alcance del pensamiento, y según las
palabras del Mândûkya es “inconcebible e inefable” (…) Una Realidad
Absoluta anterior a todo Ser manifestado y condicionado.” (Doctrina Secreta,
Volumen I)
Estas
pocas líneas presentan una de las ideas básicas del sistema
filosófico de la Teosofía, aunque su
comprensión, aún teórica, no sea fácil, y es que se trata de acercarnos a lo
que muchos denominan Dios. Pero H.P.B. dejó claro que no se trata del concepto
de Dios al que se refieren la mayoría de las
religiones, antropomorfo y limitado, sino el “principio eterno y sin paralelo, es que no es ni espíritu, ni materia,
ni sustancia y ni pensamiento, sino el contenedor de todos estos, el contenedor
absoluto”.
A continuación se citan otras explicaciones que al
respecto expuso Blavatsky en algunas de sus obras:
“Para
que la generalidad de los lectores perciba más claramente estas ideas, debe
comenzar con el postulado de que hay Una Realidad Absoluta anterior a todo Ser
manifestado y condicionado. Esta Causa Infinita y Eterna, obscuramente
formulada en lo “Inconsciente” y en lo “Incognoscible” de la filosofía europea
corriente, es la Raíz sin Raíz de “todo cuanto fue, es o ha de ser”. Hállase,
por de contado, desprovista de toda clase de atributos, y permanece
esencialmente sin ninguna relación con el Ser manifestado y finito. Es la
“Seidad”, más bien que Ser, Sat en sánscrito, y está fuera del alcance de todo
pensamiento o especulación.
(…)
Parabrahman,
la Realidad Una, lo Absoluto, es el campo de la Conciencia Absoluta; esto es,
aquella Esencia que está fuera de toda relación con la existencia condicionada,
y de la cual, la existencia consciente es un símbolo condicionado. Pero en
cuanto salimos, en nuestro pensamiento, de esta, para nosotros, Absoluta
Negación, surge el dualismo en el contraste de Espíritu (o Conciencia), y
Materia, Sujeto y Objeto.
(...)
Lo
“primero” no puede ser lo Absoluto, porque es una manifestación. Así pues, el
Ocultismo oriental llama al Todo Abstracto la Causa Una sin Causa, la Raíz sin
Raíz, y aplica el nombre “Primera Causa” al Logos, en el sentido que Platón da
a esta palabra (nota a pie de página).
(…)
“El
hombre, incapaz de formar un solo concepto, a no ser relativo a fenómenos
empíricos, es impotente, a causa de la constitución misma de su ser, para
levantar el velo que cubre la majestad de lo Absoluto. Sólo el Espíritu en
libertad es capaz de comprender, aunque de un modo vago, la naturaleza de su
propio origen, al cual debe volver eventualmente… Puesto que el más elevado
Dhyan Chohan, después de todo, tiene que humillarse en su ignorancia ante el
soberano misterio del Ser Absoluto…”.
-Doctrina
Secreta, Volumen I.
“El
ABSOLUTO no se define, y ningún mortal ni inmortal lo ha visto ni comprendido
jamás durante los períodos de Existencia. Lo mutable no puede conocer lo Inmutable, ni lo que vive puede percibir
la Vida Absoluta.
(…)
Los
kabalistas no cesan nunca de repetir que la Inteligencia Primaria no puede ser
comprendida jamás. No puede ser comprendida, ni tampoco localizada, y, por lo
tanto, tiene que permanecer innombrable y negativa. De aquí que el Ain Soph–el
“INCOGNOSCIBLE” y el “INNOMBRABLE” – como no podía ser puesto de manifiesto,
fue imaginado como emanando Poderes Manifestadores. Así, pues, la inteligencia humana sólo puede tratar de
sus Emanaciones. La teología cristiana, por haber rechazado la doctrina de
las Emanaciones y puesto en su lugar Creaciones conscientes directas de Ángeles
y el resto creado de la nada, se encuentra ahora embarrancada sin esperanza
entre lo Sobrenatural, o Milagroso, y el Materialismo. Un Dios extra–cósmico es
fatal para la Filosofía; una Deidad intra–cósmica–esto es, el Espíritu y la
Materia inseparablemente unidos–, es una necesidad filosófica.
-Doctrina
Secreta, Volumen II.
“El
Infinito no puede ser conocido por nuestra razón, la cual tiene sólo la
capacidad de distinguir y definir. Sin embargo, podemos siempre concebir la
idea abstracta del Infinito, gracias a esa facultad superior a nuestra razón:
la intuición o el instinto espiritual del cual he hablado. Sólo los grandes
iniciados pueden ostentar haber entrado en contacto con el infinito; sin
embargo no pueden describir tal estado en palabras. Ellos tienen el raro poder
de ponerse en el estado de Samadhi, que el término arrobamiento lo traduce sólo
de manera imperfecta, un estado en que uno cesa de ser el “yo” condicionado y
personal y se convierte en uno con el Todo.
(...)
Ahora
creemos que en estas páginas hemos invalidado, lo suficiente, muchos errores
graves acerca de nuestras doctrinas y creencias. Especialmente aquella,
entre otras, que tiende a ver en los Teósofos, o al menos en los fundadores de
la Sociedad Teosófica, unos politeístas o unos ateos. No somos ni los unos, ni
los otros; así como no lo eran ciertos gnósticos quienes, aun creyendo en la
existencia de los dioses planetarios, solares y lunares, no les ofrecen
oraciones ni altares.
Nosotros no creemos en un Dios
personal fuera del ser humano, quien es el templo de dicho Dios,
según nos dicen San Pablo y otros Iniciados; pero sí creemos en un
Principio impersonal y absoluto, que trasciende tanto las concepciones humanas
que, para nosotros, quien trata de definir este gran misterio universal
blasfema y peca de presunción insensata.
Todo
lo que se nos enseña sobre este
principio eterno y sin paralelo, es que no es ni espíritu, ni materia, ni
sustancia y ni pensamiento, sino el contenedor de todos estos, el contenedor
absoluto. En una palabra, podemos decir que es el “Dios nada” de Basilide (…).
"
Sí, es cierto; y este "dios nada" es idéntico al Prabrahm de los
vedantinos, la concepción más filosófica y más grandiosa; y es también idéntico
al Ain-Soph de los cabalistas judíos. Este es, también, "el dios que no
es"; "Ain" significa no ser o el absoluto, la Nada (...); es
decir: la inteligencia humana, estando limitada a este plano material, no puede
concebir alguna cosa que es y que no existe en ninguna forma. Como la idea de
un ser está limitada a alguna cosa que existe, ya sea en sustancia actual o
potencial o en la naturaleza de las cosas o sólo en nuestras ideas, eso que no
puede ser percibido por nuestro intelecto que condiciona todas las cosas, no
existe para nosotros. "¿Dónde colocas el Nirvana, oh gran Arhat?",
preguntó el rey a un venerable asceta budista a quien interrogó sobre la buena
ley.
"¡En
ningún lugar, oh gran rey!," fue la respuesta.
"¿Entonces
el Nirvana no existe?" "El Nirvana es; sin embargo no existe."
Lo mismo se puede decir para el dios "que no existe", una traducción
literal muy pobre; ya que, esotéricamente deberíamos leer: el dios que no
existe pero es.
(...)
El
absoluto no tiene ni puede tener ninguna relación con lo condicionado o lo
limitado, eso del cual las emanaciones proceden es el “Dios que habla” de
Basílide: el logos que Filo denomina el “segundo Dios” y el Creador de las
formas. “El segundo Dios es la Sabiduría del Dios Uno.” “Más: ¿este logos, esta
“Sabiduría”, es siempre una emanación?” se nos preguntará. O algunos objetarán:
“¡Hacer emanar alguna cosa de la Nada es un absurdo!” Para nada. En primer
lugar: esta “nada” es tal porque es el absoluto y, por lo tanto, el Todo; en
segundo lugar: este “segundo Dios” no es una emanación como no es la emanación
del cuerpo la sombra que éste proyecta en una pared blanca. De todos modos,
este Dios no es el efecto de una causa o de una acción razonada de una voluntad
consciente e intencional. Es simplemente el efecto periódico de una ley eterna
e inmutable fuera del tiempo y del espacio y de la cual, el logos o la inteligencia creadora es la
sombra o el reflejo.
(...)
En nuestro siglo de pesimismo
se niega todo y todo marcha a vapor, incluso la vida, y lo que es abstracto, lo
único que es eterno, no suscita ningún interés, sino para unos raros
excéntricos, y el ser humano que fallece, no ha vivido un momento en presencia
de su alma, arrastrado por el remolino de sus asuntos egoístas y terrenales.
Del
artículo de H.P.B. “El Faro De Lo Desconocido” (“Le Phare de l‘Inconnu”) escrito originariamente en francés para “La
Revista Teosófica” (Mayo 1889). Su traducción al inglés apareció en la revista
“Theosophist” en cuatro partes: de julio hasta octubre de 1889.
“...
es porque queremos decir y debemos querer decir, que es conciencia absoluta,
deseo absoluto, amor absoluto, todo absoluto. Ahora ven lo difícil que es
concebir esto. Quienes fueron criados en una teología que limita y condiciona
todo, reduciendo todo lo que existe, lo más grandioso en el mundo, y quienes,
como los hombres de ciencia, no creen en nada sino en lo limitado y lo
condicionado, no logran concebir algo que no sea eso. Por lo tanto, el
ocultismo debe luchar con la ciencia y con las teologías aún más materialistas.
El científico, al adherirse a su departamento y al cumplir con su deber, dice:
"No soy capaz de entender o creer, me atendré a lo que mis cinco sentidos
me muestran"; pero los
teólogos, quienes, al mismo tiempo, afirman que Dios es infinito, piedad y
justicia absolutas, dan a ese absoluto atributos, haciéndolo vengativo, comete
errores, se arrepiente por haber creado al ser humano, efectúa toda clase de
cosas y sin embargo lo llaman absoluto e infinito. Aquí es donde surge esta
cosa terrible, no filosófica e ilógica, que no tiene pies ni cabeza, una
perfecta contradicción de todo. Si quieres entender este asunto desde un
punto de vista filosófico, debes considerar la manera de ver las cosas según
los vedantinos, pero si vas con los teólogos occidentales, te pierdes.
(…)
Eso que es absoluto, infinito,
no puede tener atributos, nada; es perfectamente
antifilosófico dárselos. No se puede atribuir relación alguna a eso que es
absoluto, porque el Absoluto no puede tener, positivamente, relación, ni algo
que ver con lo condicionado; todo esto debe ser algo aparte. Cuando me preguntan
como es que esto emanó, digo que no emanó para nada. Porque si lo supremo o el
Padre Celestial quiere emanar, es simplemente porque es la ley Eterna, la ley
de las noches y los días, como ellos hablan de Brahmâ. He aquí el principio,
ese principio, esa ley y hay algo que aparece: el universo. Digo que es la más
magnífica y sublime concepción de la Deidad.
(...)
En
este plano puede ser especulación, sin embargo es imposible especular sobre eso
que no tiene relación con las ideas que tenemos en nuestra mente. Por eso los
hindúes lo llaman "Aquello"; la oscuridad única, cuando manifiesta,
en sí, sólo los rayos. Luego viene la manifestación de la creación, según la
llaman: la evolución del mundo”.
Comentarios de H.P.B. en “Diálogos de la Logia Blavatsky sobre Las Estancias de Dzyan”.